CULTURA
crítica

El poder que atrae y corrompe

En el texto, los acontecimientos de la política no se narran, o se narran brumosamente (la organización de un acto electoral, la negociación con un poderoso ganadero, las internas del partido, las traiciones, las alianzas de última hora) porque el foco está puesto en los individuos, en sus pasiones, sus ambiciones, sus miserias.

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La reedición de La alfombra roja (1962), novela inicial de Martha Lynch, permite comprobar hasta qué punto la extraordinaria potencia literaria de este texto no sólo no se ha visto atenuada por el paso del tiempo, sino que, al contrario, éste parecería haberla exacerbado. En el prólogo que abre el libro, Martín Kohan destaca la fascinación que el poder político ejercía sobre Lynch y analiza sus detalles y particularidades: “El poder político la atraía […] fuertemente; pero no para alcanzar ese lugar y ejercerlo (una voluntad de poder en sentido estricto), sino más bien para rondarlo, acecharlo, observarlo, escrutarlo, para acercarse hasta casi tocarlo, y eventualmente incluso tocarlo”.

La novela se centra en la carrera política de Aníbal Rey, un hombre dispuesto a todo con tal de llegar a la Presidencia de la Nación, en el que puede leerse apenas veladamente la figura de Arturo Frondizi. Los capítulos ofrecen diferentes perspectivas, ya que están narrados –siempre en primera persona– por un grupo variopinto de personajes que rodean, desean, admiran, envidian o vigilan (incluso, todo eso junto) a Rey. En La alfombra roja nunca accedemos a los hechos históricos concretos, sino a su trasfondo, a los entretelones, como ocurre por caso con los discursos de Rey, siempre en un discreto fuera de campo. En el texto, los acontecimientos de la política no se narran, o se narran brumosamente (la organización de un acto electoral, la negociación con un poderoso ganadero, las internas del partido, las traiciones, las alianzas de última hora) porque el foco está puesto en los individuos, en sus pasiones, sus ambiciones, sus miserias. De ahí que los capítulos de la novela sean los apellidos de los personajes (Millán, Rinaldi, El gordo Chaves, Beder), o la profesión de Rey (“El doctor”); o, en menor medida, el nombre de una mujer (Sofía) –porque las mujeres, aquí, no se llaman por el apellido: son acompañantes de sus maridos, lúcidas, pérfidas, ambiciosas o resignadas–, siempre al margen de las decisiones políticas, pero con el sexo como amenaza de dominio y sumisión (por eso, Rey se dice respecto de Margarita, su esposa: “debe estar a mi alcance, aunque totalmente inaccesible, porque he decidido que ella, como los otros placeres de la vida, me estén prohibidos”). El sexo está corrido, desplazado, y la política ocupa su lugar ya que es la catalizadora de todas las pasiones: en el texto, cuando la gente va a la plaza a escuchar a Rey, se dice que: “la plaza atestada servía a los fines del deseo como una habitación de hotel alquilada para el mismo objeto”.

La novela representa a la política como un circo cruel y descarnado, y muchos personajes son comparados con animales: Rey es apodado “El Jote” (un ave de presa), hay también un “viejo zorro”, un “avechucho”, un “reptil”, y las mujeres del comité son asimiladas con “gallinas”. Uno de los personajes serviles a Rey definirá a su entorno como “una jaula de hienas”. Un mundo oscuro y despiadado, y por eso mismo fascinante.

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La alfombra roja

Autora: Marta Lynch

Género: novela

Otra obra de la autora: Al vencedor; La señora Ordóñez; La penúltima versión de la Colorada Villanueva; Informe bajo llave

Editorial: Paripé Books, $ 26 mil