De la prolífica producción del crítico cultural, pintor y escritor británico John Berger (1926-2017) suele destacarse, por lo general, las novelas Un pintor de nuestro tiempo (1958), la titulada G. (1972), que recibió el Booker Prize el mismo año de su publicación, la trilogía De sus fatigas – compuesta por Puerca tierra (1979), Una vez en Europa (1983) y Lila y Flag (1990) –y algunos libros de crítica de arte, pero muy raramente su última novela publicada en vida, De A para X. Una historia en cartas (Alfaguara, 2009). Este silencio puede explicarse de varias maneras y ninguna de ellas, en pocas palabras, sería tan razonable como el hecho, casi excepcional, de que se trata de una obra escrita en prosa poética, de género epistolar y, sin duda alguna, política. No es la primera vez, como es sabido, que Berger se atrevió a operar con esa materia incandescente del tema político, siempre, para cualquier artista (con excepción acaso de Bertolt Brecht) un riesgo de fallo estético. No obstante, De A para X ya desde las dedicatorias nos informa del halo políticamente incorrecto bajo el que se encuentra. Luego de tres nombres imposibles de identificar, la cuarta dedicatoria es para Ghassan Kanafani, un escritor palestino cofundador del Frente Popular para la Liberación de Palestina, asesinado en 1972 por el Mossad.
En ese sentido, esta novela de Berger asume todos los peligros del caso (plagado de incertidumbres, por lo menos) y los sortea por medio de un arte poético que las sobrevuela y supera hacia una especie de arquetipo de la situación política –lo que Sartre habría celebrado– caracterizada por la opresión y, en consecuencia, por la injusticia. Esto se consigue, en primera instancia, porque no se especifica donde se ubica el lugar de los acontecimientos, la ciudad ficticia de Suse (podría ser Palestina, Turquía, algún país latinoamericano). Ciertos elementos parecen situarla en el hemisferio sur, como cuando se menciona la constelación de Orión o el uso de nombres y apellidos hispanos (en español en el original en inglés), si bien se mezclan con modismos y palabras árabes. Los nombres de los personajes, que pueden no ser los reales de las personas aludidas, son de diferentes culturas, las ciudades que se evocan pertenecen a distintos continentes y se cocinan y comen platos tradicionales de diversas regiones. Además, también la unidad de tiempo, el contexto histórico, es impreciso. Lo que no significa, pese a esa vaga universalidad, que no se identifiquen las coordenadas políticas.
La novela es una colección de cartas (no fechadas) enviadas (y no enviadas) por A’ida, la protagonista, a su amante Xavier, quien está encarcelado y condenado a dos cadenas perpetuas, acusado de terrorismo, como prisionero político. Las cartas describen –en un intenso registro poético– la vida cotidiana de A’ida y las vidas de sus amigos y conocidos y, del mismo modo, la lucha de ella, y otros habitantes de Suse, contra una fuerza militar anónima.
Muchas de las historias narradas se refieren la opresión y la violencia ejercida por el régimen autoritario que gobierna. Las misivas también relatan la resistencia de A’ida y los ciudadanos a la represión desplegada por este régimen oscuro, como cuando forman una cadena humana para impedir que los soldados atrapen a un disidente.
En el reverso y en los márgenes de la mayoría de las cartas, se encuentran notas de Xavier, que A’ida no recibió, donde explica sus reacciones a los sucesos de las cartas y expresa sus opiniones económico-sociales y políticas, de sesgo anticapitalista y antimperialista. Algunas de las notas de Xavier también comentan su vida miserable y ominosa en la prisión, al parecer (no está claro su suerte), antes de ser trasladado a una cárcel de alta seguridad.
La puesta de la adaptación teatral de De A para X de Ana Cinkö, que también dirige y en la que participa como actriz, actualmente exhibida en el Teatro Río Colorado (Pje. Río Colorado 4493, CABA), transforma el artificio epistolar de Berger en un juego fantasmagórico de afectos y energías, de cuerpos –doblemente confinados en el tiempo y la carnalidad– que irradian mortificación y deseo, y de luces y sombras que se conjugan en una espacialidad fracturada.
La historia de amor y política de A’ida y Xavier también se metamorfosea, en esta encarnación de la letra poética, en la trama que envuelve a varias A y dos X, multiplicando de esa manera el desgarro amoroso, las vibraciones emitidas por los amantes separados, el deslumbrante absurdo de la vida cotidiana, la dominación política, en un palacio de espejos cuyas imágenes se repiten al infinito.
La versión de Cinkö, en otras palabras, es la sutil depuración, el extracto último de la novela de Berger, su filtración en un teatro político que, a la inversa de la técnica brechtiana (o, hasta cierto punto, en oposición a esta), configura flujos empáticos, intensidades sensoriales, bloques musicales de afectividad, ritmos y cadencias corporales, emanados de circunstancias políticas y sociales (por lo demás, solo sugeridas) que degradan la condición humana o, mejor dicho, pretenden degradarla a la sumisión.
Con todo, esta puesta en escena de la ficción de Berger en el Teatro Río Colorado presupone, en sus diversos clímax, en su dramatismo energético, en su sensibilidad poética, que la esperanza es una forma de resistencia a la opresión y a los sentimientos tristes que genera. Esto acontece, en el teatro de atmósfera de Cinkö, bajo la cual circulan las A y los X mutados en puras sensorialidades, como una revelación en medio de lo sombrío y aciago o una pequeña luz que brilla en las tinieblas de ese mundo carcelario.
En otros términos (libidinales ahora), la esperanza aflora por oclusión del deseo o saturación de lo indeseado y, por eso mismo, no en plenitud –porque surge de la desesperación– sino a través de la mezcla (no se trata de fusión) de la alegría y la tristeza o, lo que es lo mismo, de la alegría que nace de lo triste.
De cualquier manera, la historia de amor desgraciado que compone De A para X, recreada en Buenos Aires, conserva el franco significado político de la obra original, que eleva el vinculo amoroso al rango de la única relación que puede afrontar y enfrentar el oprobio.