La presencia mediática de Pablo Katchadjian es notable. En internet, diarios, canales de televisión, programas de radio. Tanta unanimidad resulta sospechosa, más por algo que han llamado experimento literario, otros picardía criolla, y los menos benignos, una estafa para ganar notoriedad. Para conocer los motivos de esta algarabía por la discusión entre intelectuales sobre derechos de autor, leyes, libros y apropiaciones, entrevistamos a María Kodama, designada por Borges mismo como heredera universal de su obra, y quien inició la demanda judicial por la que Katchadjian se encuentra procesado penalmente.
—¿Qué piensa de la repercusión que tuvo este fallo que el juez convirtió en un embargo sobre Katchadjian?
—En primer término: no hay ningún embargo. Esa es la victimización típica de los argentinos. Eso surge como una parte formal del proceso judicial y depende de las conversaciones que se den entre las partes. Supongo que tendrá que pagar los honorarios del estudio de abogados, porque no pido ninguna indemnización. Lo que yo quiero es que no use más el cuento, eso es todo.
—¿Tiene alguna noticia de que estén comercializando "El Aleph engordado" por alguna vía?
—Al parecer, por una nota del escritor Christopher Domínguez Michael, publicada en el diario El Universal de México, lo venden por internet; lo cito: “Enterado del escándalo, pagué nueve dólares y descargué El Aleph engordado”... O sea, lo que dice mi abogado, que hay dolo y que él sabía muy bien lo que hacía es verdad, accede a su venta, sin importar que fuera un ejemplar o cien, o un millón. Esto demuestra que el fin era comercial.
Y la trampa es que si alguien accede a El Aleph de Katchadjian sin conocer la obra de Borges, accede a una forma corrupta de El Aleph verdadero. Y además de engordarlo, le quitó palabras, cambió otras, eso lo corroboró el Dr. Soto, mi abogado. Esto es de otra categoría moral, no respetan nada. Si no existe el respeto, tenemos una gran falla social. Pero existe otro detalle, no menor. Desde el momento en que esta versión corrupta de El Aleph fue registrada con número de ISBN pasó a ser un libro con entidad legal para ingresar al mercado. Se reconoce a un autor, una editorial, una tirada, y pasa a estar identificado como tal, beneficiándose con la protección de la ley del libro, la exención de impuestos de la actividad editorial. Entonces, esta reproducción ilegal del cuento de Borges, deformada, se ampara en estas leyes que regulan el mercado del libro y no en la que protege los derechos de autor. Katchadjian, al inscribir esto como libro, hasta puede vender los derechos de traducción, por supuesto que estafando a quien los comprara, porque reprodujo un texto sobre el que no tiene derecho alguno.
—¿Cómo vive estas manifestaciones de lo que es el mercado editorial (que incluye a escritores, editores, libreros y periodistas), brindándole apoyo a Katchadjian ya desde una página web, realizando un acto en la Biblioteca Nacional o con una charla sobre derechos de autor organizada por el PEN Club?
—En un lugar donde la justicia parece no existir, no me asombra. Que cada uno haga lo que quiera, yo cumplo con lo que para mí es un deber moral.
—Esto remite a otros casos que ha llevado a la Justicia.
—Es distinto. Aquí, y esto lo expresan los periodistas extranjeros, hay una especie de persecución o acoso sobre mi persona. Que en realidad no es a mi persona sino a Borges. Y toda esta gente demuestra una sola cosa: ellos no piensan en la obra del escritor, porque lo único que quieren, en lo único que piensan es en la plata, el dinero en sí mismo. Además muestran su racismo, la vulgaridad absoluta de su interior, es decir, muestran lo peor, o mejor dicho, lo que son, y eso tratan de volcarlo sobre mi persona. Realmente es patético que un hombre, que no es ningún niño, se haga la víctima por algo que, sabía muy bien, tendría consecuencias. Se hizo el juicio penal y luego uno civil en el que, si él aceptaba retractarse, o sea sacar de circulación eso, y accedía al pago simbólico de un peso, la causa penal caía de manera automática. Ahora, como él no aceptó, y tal vez porque yo creo ilusoriamente en la Justicia, el juicio continuó. Eso de los 80 mil pesos, de que va preso... acá nadie va preso así mate a toda su familia. Que es el caso del dentista que mató a su suegra, su esposa, sus dos hijas, y terminó casándose con una señora que lo visitaba en la cárcel, de luna de miel en Mar del Plata y por último en arresto domiciliario... Después está la soberbia, que, vuelvo a citar a Christopher Domínguez M.: “Pese a la jactancia de Katchadjian, quien en su posdata justificatoria se atreve a decir que “los mejores momentos” de su propio texto “son esos en los que no se puede saber con certeza qué es de quién”, o sea un inmodesto “yo también puedo ser Borges”, lamento arruinarle la fiesta con mi remota decepción.” Y efectivamente, este sujeto no es Borges.
—En la Biblioteca Nacional hicieron un acto de desagravio, pidiendo el desprocesamiento penal de Katchadjian, y en ese lugar, hace casi dos años, se inauguró una estatua de Borges, creo que con su presencia…
—Y también autoricé a que publicaran la recopilación de las anotaciones de Borges, encontradas en los márgenes de muchísimos libros que leyó cuando fue director de la Biblioteca. Un trabajo muy bien realizado que contribuye a la comprensión de la obra de Borges. Es simple, cuando se trata de algo normal, lógico, legal, yo no tengo por qué no aceptar. Yo no acepto lo que está fuera de la ley. Ahora, es lamentable que utilicen las instalaciones de un ícono de la cultura como es la Biblioteca Nacional, es lamentable por Horacio González, de quien yo tenía el mejor concepto y con quien mantenía, eso creí, una relación normal y civilizada.
—Existe un debate aleatorio en torno a que la Ley 11.723, de derecho de autor, es vieja. Incluso he llegado a leer alguna apreciación sobre que no deberían existir herederos a la muerte de un escritor.
—Con ese criterio tampoco se heredarían las propiedades. Creo que antes de medir la edad de una ley hay que examinar si se la aplica y, lo más importante, si se la cumple. Por suerte hay mucha gente que desaprueba esta apropiación y modificación de El Aleph. Me acercaron un comentario que hizo el artista plástico Eugenio Cuttica en su página de Facebook (ver recuadro), es una declaración de principios que respalda mi posición.
—¿El periodismo le ha consultado por el caso? No vi que haya tenido el mismo trato que Katchadjian.
—La prensa en general, salvo contadas excepciones, es así. Acá no hay periodismo, lo que hacen es llevar un chisme, traer otro, se cruzan insultos, humillaciones, cosas de una bajeza increíble. Modifican lo que uno dijo, ponen copetes a una nota que contradicen lo que se quería expresar, sacan de contexto una frase que en sí misma cambia el sentido de la idea que se quería transmitir. Esas son cosas bajas; por ejemplo, me hacen una entrevista para la televisión y debajo de la imagen colocan un texto que dice “Borges mío, mío, mío..."; ¿qué significa eso? Es de una vulgaridad total…
—¿Qué canal fue?
—No recuerdo, una amiga filmó con su celular la pantalla y me lo mostró. Carezco de televisión, salvo cuando estoy en un hotel, y ahí confirmo que es mejor no tenerla. Pero poner ese cartel es de mala fe, de la periodista que hace la nota, del editor de noticias. Evidentemente a ese medio no le voy a conceder más entrevistas, porque no pueden obrar con semejante deslealtad, ellos toman tu tiempo, que es tu vida... además, uno acepta eso para que la periodista, que está trabajando, tenga la nota y pueda cobrarla, y después cometen una traición de este tipo.
—En una entrevista al canal de noticias TN, Katchadjian afirma: “Yo no quería un juicio, ningún tipo de proceso ni de publicidad".
—¿Y por qué sale en los medios? Si su principio de vida es no tener publicidad, que se niegue a dar reportajes. Nadie lo obliga.
—¿Le siguen enviando textos para que los apruebe?
—La gente de bien, como decía Borges, lo hace.
—¿Cuál es la última adaptación o uso que hicieron de un texto de Borges?
—Una ópera sobre El libro de arena del compositor Michel van der Aa. El compositor dice que inventó un género que incluye la canción digital, interactiva. Digamos que es una nueva forma de la ópera. Fue un trabajo a distancia con el compositor, y al principio no nos poníamos de acuerdo. El me enviaba partituras, gráficos, textos que agregaba al original. Y yo le decía que no, que debía respetarse el texto. Fueron meses de intercambio hasta que su agente me llamó y comprendió que la ópera no debía modificar el texto original. Y allí estuve, en el estreno, en Amsterdam. Es algo impactante, muy extraño, pero respetuoso, con un gran nivel estético (ver: http://thebookofsand.net/). También están elaborando un documental sobre los orígenes portugueses de Borges, en Portugal, por supuesto.
—¿En sus viajes qué hace? ¿Cuál es su actividad? Para que el lector comprenda.
—Yo estoy trabajando constantemente. Dando conferencias sobre la obra de Borges en universidades de otros países, de las que siempre recibo buenos comentarios. Recibo las tesis de doctorado de los estudiantes que me piden que las prologue. Incluso me las dan a leer para que les brinde una opinión. Esto también implica reuniones con aquellos que quieren conocer cuestiones específicas sobre la vida de Borges. Por otro lado, las actividades que realizo en el país con la Fundación Internacional Jorge Luis Borges. Organizamos la semana del cumpleaños de Borges, donde se hacen homenajes de profesores que presentan sus nuevos puntos de vista en ponencias, ensayos, conferencias, y que gracias a Nueva Mayoría pudimos publicarlas. Tenemos el concurso de haiku, que al cumplir diez años, la Editorial Planeta hizo una edición con los poemas de los chicos que ganaron, con la lista de los colegios secundarios que intervinieron. Cuando estoy en el país también recorro el interior; a pedido de universidades, colegios o instituciones doy conferencias, charlas, donde también las personas plantean sus interrogantes sobre Borges. A esto debemos agregar todos los homenajes que le han realizado y a los que quieren que concurra. El homenaje por el centenario fue un gran esfuerzo, recorrió Europa, y estuvo aquí en Buenos Aires para su cumpleaños. Constaba de unas maquetas que realizaron los estudiantes de arquitectura. Ahora, esto se origina de una manera muy divertida. Los estudiantes escucharon un reportaje que me hicieron en la radio Rock & Pop en el que hablaba de arquitectura, algo que me apasiona, y le pidieron al profesor de una materia que me invitara a dar una conferencia. Le dije al profesor que no soy una especialista como para enfrentar a los alumnos, pero que si querían podía hablar de Borges. Así fue que hablando con los estudiantes surgió la idea de que realizaran maquetas a partir de su obra, que luego el gobierno italiano, a través de su primer ministro –que las apreció en la Fundación cuando visitó Buenos Aires–, decidió promoverlas como una muestra itinerante. Otra de mis tareas es atender las consultas de estudiantes extranjeros que visitan el Museo Borges en la Fundación: muchos concurren con una carta de su profesor de tesis y una lista de libros que están en la biblioteca y necesitan consultar. Las tesis que presentan son muy interesantes; una de las que más me llamaron la atención es la que trata sobre todas las influencias filosóficas en cada libro de Borges, me llegó hace seis o siete años. Ignoro si la publicaron, pero sería un gran aporte para el universo de los lectores. De todas formas, esas mismas personas que han estudiado la obra de Borges, en algún otro momento generan nuevos materiales de interpretación. Este es mi trabajo, constante, y después, por lo demás... que ladren, Sancho.