CULTURA
“pornovela”

La primera película pornográfica se filmó en Argentina y de allí parte Ariel Magnus para construir su novela

“La fiesta de un fauno” incluye datos biográficos del autor, personajes de Roberto Arlt y la construcción erótica de principios del siglo pasado y la del siglo XXI. “La verdadera Biblioteca de Babel es la pornósfera”, reflexiona uno de los personajes del libro.

Fauno
Fauno | Unsplash

Con La fiesta de un fauno, Ariel Magnus se mete de lleno en el mundo de la pornografía con fines curiosos, reflexivos, con pudor y descaro a la vez. El puntapié fue el descubrimiento de que la primera película pornográfica se realizó en la Argentina y, al parecer, que por ese tiempo se haya presentado en el Colón el "escandaloso" ballet "La siesta de un fauno" explicaría la motivación de aquellos realizadores aventureros que quisieron poner la fantasía sexual en pantalla.

El erotismo dentro de la literatura todavía cuenta con una mirada perniciosa y desconfiada, por eso incluir el sexo y, ni hablar de la pornografía, género denostado, negado, acusado, cancelado, etcétera, no es tarea sencilla, por lo que Ariel Magnus reconoce que sintió cierto pudor al escribir ese relato, pero que al mismo tiempo se divirtió con la creación.

En la novela recientemente editada por Planeta, el protagonista, que es un Ariel Magnus ficcional, va en busca de material que le permita corroborar que su bisabuelo alemán fue el creador de esa primera película pornográfica llamada El Sartorio. Para la aventura cuenta con Faldbakken, un personaje que no hace otra cosa que ver películas eróticas encerrado en su departamento y que viaja de Alemania a la Argentina sin dudarlo para emprender la aventura. 

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 Ariel Magnus

Los capítulos se ubican en el tiempo de esa primera película, a principios del 1900 y en una especie de presente. A través de la historia aparecen los recuerdos del protagonista, como cuando vio una película porno por primera vez 2001: Odisea del sexo mientras se llevaba adelante una masturbación colectiva de adolescentes excitados. O la oportunidad en que convencieron a la familia de una compañerita para ver Calígula “con fines formativos”. 

Entre reflexiones sobre la forma falsa en que se representa el sexo en esas películas, o cómo se presenta el deseo -“mí sensación física, que se repetiría cada vez que recordara las imágenes de la pantalla, fue la de haberme sumergido en agua y solo oír mis latidos”-, o la culpa, la mirada desconfiada hacia el posporno o el porno feminista de Erika Lust, emerge una escena erótica entre un hombre y un chico trans que aparece para movilizar aún más al lector que asiente, se hace preguntas y se divierte de la mano de estos personajes.

 Ariel Magnus


No es la primera vez que Ariel Magnus pone historias familiares y personajes de ficción en diálogo dentro de su escritura, lo había hecho en El que mueve las piezas en donde incluye el diario íntimo de uno de sus abuelos. El prolífico escritor publicó su primer libro, Sandra, a los 30, en 2005 y con Un chino en bicicleta ganó el premio La otra orilla. También jugó en La cuadratura de la redondez, donde analizaba las letras de las canciones de Patricio Rey y sus redonditos de ricota. 

La pornografía no reemplaza la educación sexual integral

Uno de los personajes de la novela, como tantas otras personas de la vida real, tiene su primer acercamiento al sexo a través de la pornografía, por lo que PERFIL le consultó al autor si, como afirmó Ramiro Marra, cree que estas películas reemplazan la educación sexual. “Ponele que podamos discutir después de haber tenido clases de educación sexual en la escuela, si mirar porno no te aviva en algunas cosas más o no, pero no veo por qué una cosa quita la otra”, reflexionó el autor.

 Ariel Magnus

“La pornografía, por lo general, es un género violento con las mujeres, completamente naturalizado y de hecho desde ahí deben derivar la mayor parte de los problemas sexuales en la sociedad”, lamentó. “El porno normalmente perpetúa un sistema de poder sobre la mujer”, subrayó. 

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Aunque reconoció que elegir la pornografía como eje le resultó un desafío, sostuvo que le gusta meterse en “esos lugares problemáticos” y actualmente se encuentra en proceso de corrección de una ficción que gira en torno a una prostituta en Holanda, aunque aclaró que no le gusta hablar de proyectos porque siempre está escribiendo y nunca sabe qué va a publicar y qué no. Finalmente, destacó una de las cosas que disfruta mucho de su oficio: “Una cosa linda de escribir es que es como ser actor, yo lo siento un poco así, y encima escribís tu propio guion, entonces asumís un papel y ves el mundo desde ahí”.

cp