CULTURA
Tenía 43 años

Murió Marcelo Alzetta, el pintor del futuro

Padecía problemas pulmonares y esperaba un trasplante. Murió en Mar del Plata, de un paro cardíaco.

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El artista Marcelo Alzetta había nacido el 19 de septiembre de 1977 en Tandil. | Captura de Video

Este domingo, en la ciudad de Mar del Plata, murió el artista Marcelo Alzetta. Había nacido el 19 de septiembre de 1977 en Tandil. Padecía problemas pulmonares hacía tiempo y falleció de un paro cardiaco, a los 43 años. Esperaba un trasplante. Sus restos serán cremados este martes.

“Desde muy chico, los pronósticos de vida de Marce fueron muy cortos, cosa que él logro sobrepasar gracias a su sensibilidad y una enorme fuerza de voluntad para sobrellevar esta dura enfermedad –escribió este lunes su hermano en el muro de Facebook del artista tandilense-. Su vida artística lo ayudó enormemente a encauzar gran parte de esta energía positiva y el literalmente vivía por su arte, cosa que muchos de ustedes como amigos, amigas y seguidores ayudaron a mantener vivo”.

La trayectoria de Marcelo Alzetta

En 1996, Marcelo Alzetta se había instalado en la ciudad de Buenos Aires, donde formó parte de varios grupos de artistas de su generación, que comenzaban a “desbordar” el campo de las artes plásticas hacia la música, el cómic, la fotografía y la performance. Alzetta fue coeditor de la legendaria revista El Tripero. Al momento de su muerte, planeaba una muestra en la galería porteña Calvaresi junto con la curadora Jimena Ferreiro.

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Alzetta “se aferró al arte en el último tiempo y eso hizo seguramente que se extendiera su vida”, dijo la artista Paola Vega, amiga del artista. También era músico experimental. Para sus amigos y allegados, Alzetta era de otro planeta.

En el universo de la obra de Alzetta –tan mágica como camp y autóctona- convivían mascotas, floraciones y atardeceres imposibles, personajes híbridos y citas a los trabajos de sus colegas (los vivos y los muertos). Se lo podría considerar un heredero díscolo del arte de los años 1990 que se desarrolló en torno a la Galería del Rojas. Reconocía como maestro indiscutido a Pablo Suárez.

“Yo sé que su obra va a alcanzar el prestigio que se merece –dijo Jorge Gumier Maier, artista y curador-. Lamento, como en tantos otros casos, que no haya podido disfrutar su merecido reconocimiento”. No hay obras de Alzetta en ningún museo nacional de la Argentina. 

A partir de los años 2000, participó de incontables exposiciones colectivas en espacios como Belleza y Felicidad, el Centro Cultural Ricardo Rojas, el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, las galerías Ruth Benzacar, Appettite y Quimera, y el Centro de Arte Universitario de La Plata. También realizó varias muestras individuales en galerías y museos, incluido el de su ciudad natal, el Museo Municipal de Artes Visuales de Tandil. La curadora y funcionaria Valeria González eligió una obra de Alzetta (El hombre chicle) para la muestra Simbiología, que se inaugurará este año en el Centro Cultural Kirchner.

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Documental sobre Alzetta y obra más reciente

En el documental Marcelo Alzetta. Una baldosa renacentista, que produjo la editorial Mansalva y que se puede ver en YouTube, el artista recuerda sus primeras obras. “De las tetas pasé a los tanques de guerra”, bromea frente a cámara. “Quería ser el mejor pintor del mundo”, dice. En el cortometraje, se puede ver al artista y al músico en acción. En 2020, Alzetta lanzó el álbum Museo primitivo.

En 2017, el sello rosarino Iván Rosado publicó el libro Paseo, una compilación de dibujos y pinturas del artista, con un texto del poeta y editor Francisco Garamona. “La pintura de Marcelo Alzetta es prodigiosa y logra encender cualquier espacio con su paleta hipnótica y desenfrenada –escribió Garamona-. Desde Tandil nos sostiene con sus maravillas: el mundo entero cabe en su obra, ese mundo que renace y que comienza desde que su pincel así lo dictamina. Porque la pintura es eso, encontrar en el vacío un espacio y ahí la posibilidad de un signo que encarne su porvenir. […] Porque él es el pintor del futuro, el único que puede hacer una flor, un pájaro o a ese par de indios estimulados y despóticos, amarillos, a los que miro todos los días mientras ellos murmuran sus maldiciones y hechizos, alimentando el territorio de mis inestables fantasías para siempre”.

El lanzamiento del libro se hizo en simultáneo con una muestra de Alzetta en el espacio El Bucle, de Rosario, donde tenía tantos amigos artistas y admiradores de su obra como en cualquier otra ciudad que visitó o en la que residió