Una intervención artística puede hacer surgir un modo inesperado de pensamiento o crea más bien una sensación de ‘sinsentidos’ que muestra lo absurdo de una situación? ¿Puede un acto absurdo generar una transgresión que lleve a abandonar las presunciones comunes sobre las raíces de un conflicto? ¿Puede esta clase de actos artísticos abrir una posibilidad de cambio? En todo caso, ¿cómo puede el arte seguir siendo políticamente significativo sin asumir un punto de vista doctrinario ni aspirar a convertirse en activismo social? Por ahora exploro el siguiente axioma: a veces hacer algo poético se vuelve político y a veces hacer algo político se vuelve poético”. Las palabras son de Francis Alÿs para pensar el desvío que tomó The Leak (1995), la traza de una línea azul de pintura que goteaba del tarro que llevaba el artista belga en su mano, mientras caminaba por San Pablo. Ahora, en el momento de esta reflexión, en 2004, el terreno es otro: es Jerusalén y la pintura es verde. Que refiere, como se intuye, a la línea que trazó Moshé Dayán sobre un mapa en 1948 para delimitar esa frontera delirante después de la guerra de la independencia de Israel.
El axioma de Alÿs sigue firme en los proyectos y acciones que presenta en Relato de una negociación, la exhibición inaugurada en el Malba con la curaduría de Cuauhtémoc Medina. Ellos son: su persecución de remolinos de tierra en el sur de la ciudad de México (Tornado, 2000-2010), su intervención del cruce de la frontera entre Africa y Europa en el estrecho de Gibraltar (No cruzarás el puente antes de llegar al río, 2008) y el film que alude a la imagen real-irreal de Afganistán que transmiten los medios en Occidente (Reel-Unreel, 2011, perteneciente a la serie Afganistán, 2011-2014). Cada una de estas obras es presentada junto a otras piezas que contribuyen a ponerlas en contexto y completan su sentido: pinturas, objetos, instalaciones, dibujos y bocetos.
Lo que también perdura es el trazado, la inscripción de una línea, real o imaginaria, en la superficie de la Tierra. Sobre terrenos evidentemente sembrados de conflictos políticos, Alÿs vuelve a demarcar un límite que poco tiene de denuncia, à la del arte comprometido, sino de evidenciar el absurdo, el error y hasta el sinsentido. La línea puede dibujar círculos infinitos que se estiren como las vueltas de un tornado; o ser recta para unir dos continentes sobre el mar con una fila de niños que portan unos barquitos de juguete; o desovillarse de rollos de películas sobre las calles de barro y piedras de la destruida ciudad afgana. Aquí, de nuevo, los niños protagonizan la escena del video que juega con los sentidos múltiples: riel y real como definición de reel y sus contrarios para unreel. Al estruendo de las bombas, el belga le sobreimprime la sonoridad homófona, los gritos de los pequeños, en una especie de felicidad. Se cumple la teoría de que los niños siempre juegan, en la guerra, en el campo de concentración.
Ir tras los tornados puede ser simplemente una acción que lo ponga en contacto con la fiereza de la naturaleza en ese territorio polvoriento. También, la metáfora de algo que todo lo arrasa y se lo lleva. El riesgo de las alusiones es, de nuevo, el malentendido. O la proliferación de sentidos, en todo caso. Pero el artista nacido en Amberes en 1959 dota a sus proyectos acciones de un cúmulo de piezas que, lejos de articular una voz única, anudan lo político con lo artístico, significado en lo poético. No se trata tanto de mostrar bajo la fachada del tornado la sinonimia con la violencia en México. Más bien, parece ser, de buscar una expresión poética nueva que anude estos dos registros. El arte de denuncia siempre fue didáctico, demasiado explícito. En su pretensión de aprehender, de cambiar la realidad, se pierden el artificio y la poesía. En la ambigüedad, la superposición de recursos y la belleza (nueva) está la eficacia de Alÿs.
Relato de una negociación
Francis Alÿs. Malba. Figueroa Alcorta 3415. Jueves a lunes: 12 a 20. Miércoles: 12 a 21. Martes: cerrado.
Feriados: abierto de 12 a 20