Cada 6 de noviembre, el santoral católico celebra a San Leonardo de Noblac, un ermitaño franco que vivió durante el siglo VI. Nacido en el seno de la nobleza, en la corte del rey Clodoveo I, fue convertido a la fe cristiana por San Remigio de Reims, el obispo que también bautizó al monarca. A pesar de su linaje y de tener un futuro asegurado en la corte, Leonardo escogió una vida de piedad y renuncia, rechazando incluso la dignidad de ser obispo, que le fue ofrecida.
Vida, milagros y devoción de un eremita noble
El joven Leonardo obtuvo del rey Clodoveo un privilegio especial: el derecho a liberar a los prisioneros que considerara dignos. Su compasión por los cautivos fue inmensa, y su trabajo en favor de los encarcelados le valió el patronazgo de los prisioneros de guerra y los cautivos. Esta obra de caridad se convertiría en el sello distintivo de su legado espiritual y terrenal.
Deseando una vida más austera, Leonardo se retiró a un bosque en la región de Lemosín, cerca de Limoges, en Francia, donde vivió como ermitaño. Allí se alimentaba de hierbas silvestres y frutos, y se dedicaba a la oración y a la penitencia. Su ejemplo de santidad atrajo a muchos seguidores y discípulos que buscaban su guía espiritual.
Según la leyenda, la fama de su santidad y de sus milagros se extendió rápidamente. Se cuenta que, mediante sus oraciones, la reina de los francos dio a luz a un varón de manera segura después de un parto difícil. Como recompensa, el rey le regaló el territorio en Noblac, donde el santo fundó una abadía.
Uno de los milagros más notables atribuidos a San Leonardo fue la liberación de los cautivos. Los prisioneros que invocaban su nombre desde sus celdas veían cómo sus cadenas y grilletes se rompían. Muchos de ellos acudían a él después de ser liberados, llevando sus cadenas como ofrenda y eligiendo quedarse con el santo para empezar una nueva vida de honestidad.
El culto a San Leonardo se consolidó y se extendió enormemente durante la Edad Media, especialmente en Europa Occidental. Se le invocaba también como patrón de las mujeres en el momento del parto y, en Baviera, se registraron más de 4000 favores concedidos por su intercesión, lo que demuestra la intensidad de su veneración.
La devoción a San Leonardo de Noblac se mantiene viva a través de su intercesión, pidiendo la liberación de las ataduras, tanto físicas como espirituales. Se le representa a menudo con un hábito monástico, sujetando cadenas, grilletes o cerraduras. Su fiesta es un recordatorio de la misericordia de Dios y del poder de la fe en las circunstancias más difíciles.
Otros Santos del Día y de la Semana
El 6 de noviembre, la Iglesia también conmemora a otros santos como San Severo de Barcelona, obispo y mártir, y a San Félix de Fondi, monje. Al mirar la semana, nos preparamos para el 9 de noviembre, Dedicación de la Basílica de Letrán, y celebramos a San León Magno el día 10 y a San Martín de Tours el 11.
Oración a San Leonardo de Noblac
“Oh San Leonardo de Noblac, que renunciaste a la gloria mundana por una vida de soledad y penitencia, y fuiste un faro de esperanza para los prisioneros y los afligidos. Te imploramos que, por tu intercesión, las cadenas que nos atan, tanto físicas como espirituales, se rompan. Protege a los cautivos y a las mujeres en el parto, y concédenos la gracia de la paciencia y la caridad para con los más necesitados. Amén".