Desde el 29 de noviembre en Espacio Peces del barrio porteño de Barracas se puede visitar la muestra del pintor Julio Lavallén que reúne 21 pinturas de gran formato de su más reciente producción, centradas en el pensamiento del regreso a las fuentes.
El artista acude a la metáfora del agua y su permanente circulación y retorno; recuerdos infantiles, paisajes de la infancia y la familia.
Lavallén realiza en Espacio Peces un importante despliegue de sus obras recientes y convierte la Sala Azul en un espacio informal de proyección donde presenta un video de animación de los cuadros, que considera “un juego”, realizado con inteligencia artificial.

Daniel Santoro, artista y pensador del arte, afirma que Lavallén “hizo con la pintura lo que Juan L. Ortiz hizo con las palabras, es que ambos artistas vienen de una provincia que tiene todo su perímetro acuático: literalmente, Entre Ríos. Este hecho genera una especie de dialogo cósmico, un orden visual regido por el fluir en tándem, de paños de cielo y paños de agua, y en esa sutil y cambiante relación se encuentra la poesía, fluye el rio y fluye la pintura. Con la ayuda del formato apaisado como en el cinemascope, la escena tamizada por pantallas sucesivas nos incluye y nos deja atrapados y afectados por la imagen”.

Lavallén titula su muestra Siempre estoy llegando, tomando la frase del tango “Nocturno a mi barrio”, cuya letra Aníbal Troilo escribió luego de una cura de sueño durante un período de internación. En ella expresa un viaje interior hacia sí mismo, al origen: “Alguien dijo una vez que yo me fui de mi barrio, pero cuándo, pero cuándo si siempre estoy llegando…”.


En ese sentido el historiador de arte latinoamericano y reconocido coleccionista Freddy Suárez Gutiérrez afirma en el texto de sala que “en este justo momento la vida de Lavallén da un giro sustancial, después de varios años en los cerros salteños vuelve a las orillas del río. Siempre está llegando a sus orígenes ribereños, recordándonos la famosa frase de la novelista estadounidense Toni Morrison que reza: El agua tiene una memoria perfecta, tanto así, que siempre trata de volver a su sitio inicial.”
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“Escenas intimistas y cotidianas que nos enfrentan a un mundo de sensaciones encontradas en donde el artista pone las reglas”, continúa Freddy Suárez Gutierrez. “El agua como vehículo que limpia, sana, riega, abona; pero que también arrasa, destroza, devora e inunda”, lo deja desnudo frente a sí mismo, para emprender el viaje o una pintura.
En palabras de Daniel Santoro: “Julio Lavallén, como todo gran artista, produce con su obra una nueva forma de mirar en nuestro imaginario y nos sorprende con escenarios que estuvieron siempre ahí, pero nadie los había pintado”.