CULTURA
ENTREVISTA A TIBOR FISCHER

"Todos estamos siendo traccionados a la Web"

Es uno de los novelistas británicos contemporáneos más importantes. Forma parte del prestigioso seleccionado de la revista Granta y fue finalista del Premio Booker. Acaba de aparecer en castellano Viaje al fondo de la habitación, donde compone una larga reflexión sobre el poder de Internet, la misantropía contemporánea y las relaciones personales en un mundo que se achica al mismo tiempo que se virtualiza para volverse tan ajeno como lúcidamente ridículo.

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ACIDEZ. Pornoshows en Barcelona, guerras en la ex Yugoslavia y los barrios peligrosos de Londres: el lado "freak" de la globalizacin. | Cedoc
Se dice que su madre fue la capitana del equipo femenino de básquet de Hungría –y que también su padre fue jugador profesional, hasta que abandonaron el país en 1956– pero él no recibió una herencia genética acorde con ese parentesco. Se dice que nació tres años después y se crió en el sur de Londres. Que sufrió una marginación prolongada por parte de las editoriales británicas antes de publicar su primera novela, Bajo el culo del sapo, con la que llegó a ser finalista del prestigioso Booker Prize en 1993. Ese mismo año la prestigiosa revista Granta lo eligió como uno de los novelistas británicos con mayor proyección.

Estudió idiomas y Filosofía en Cambridge y su segunda novela, Filosofía a mano armada, es una reflexión permanente sobre la cultura universitaria británica, o sus imposibilidades y absurdos. Estudioso de los cínicos griegos, hedonista si el placer no requiere un esfuerzo sostenido, Eddie Féretro es un profesor universitario que huye de su cátedra perseguido por la policía británica –después de amanecer desnudo en un departamento extraño– y, una vez en Francia, se convierte en desprolijo pero eficiente ladrón de bancos. Gourmet, borracho y fanático de la letra Z, conoce el mundo del hampa por Hubert, un violento francés, que ve en la filosofía aplicada potencial para el crimen.

—¿Es tan cínico como sus personajes?
—No creo que mis personajes sean cínicos. Más bien tienden a ejercer cierta inteligencia.
Su nueva novela, Viaje al fondo de la habitación, cuenta la historia de Oceane, una ex bailarina porno que, habiendo ganado muchísimo dinero con un videojuego japonés, vive aislada en su casa de Londres junto a una colección de zapatos. El primer capítulo se titula “Aquí”.

—¿“Aquí” siempre es Londres para usted?
—No. “Aquí” no es Londres. “Aquí” es el mismo lugar para mí y para vos, donde quiera que estemos.

—¿Por qué eligió una voz femenina para contar la historia?
—No me gusta hacer lo mismo todo el tiempo. Me pareció que era un buen desafío. Mi agente y mi editora fueron mujeres, así que ellas me ayudaron a definir algunas cosas y encontrar el tono adecuado. Para algunas personas lo logré, para otras no.

—¿Hay coincidencias entre Oceane y usted?
—Oceane vive en una parte del sur de Londres que curiosamente recuerda a la parte del sur de Londres donde yo vivo, Brixton, hogar de la basura, los lunáticos y los gángsters. Todos los personajes tienen algo mío, pero a mí los zapatos no me interesan.

Viaje al fondo... está parada en la contradicción, tan contemporánea, de ser una historia ultramulticultural –con excursiones a Barcelona, Yugoslavia y exóticas islas del Caribe– pero narrada por una mujer que prefiere no tener que salir a la esquina porque el barrio donde vive no es de lo mejor.

—El Londres que describe es muy parecido a Buenos Aires.
—No tengo idea de cómo es Buenos Aires. Lo más cerca que estuve de Buenos Aires es Ecuador. Visité Quito pensando que quizá podía situar un capítulo de Viaje... ahí, pero cambié de opinión. No por culpa de Quito, por supuesto. La ciudad me encantó. Por otra parte, todas las grandes ciudades se parecen. De Argentina leí a Borges y a Cortázar, pero al único escritor argentino que conocí en persona fue al afable Jorge Accame, con el que compartí bastante tiempo en Iowa en un Programa de Escritura Internacional. Espero que estés bien, Jorge.

Las técnicas de Fischer no son novedosas. Pero su fuerza narrativa sí es excepcional. El pulso de sus historias nunca decae, y muchas veces logra momentos donde el lector es al mismo tiempo capturado por las situaciones, arrasado por las convicciones y contradicciones de sus personajes y exhortado a hacerse cargo de un enrarecido paisaje contemporáneo.

—“Una buena parte de mi vida sucede en la banda ancha”, dice Oceane. ¿Cuál es su relación con Internet?
—Todos estamos siendo traccionados a la Web. Los que tienen menos de veinte años nunca van a poder entender cómo es eso de no poder conocer algo o cómo se siente no poder encontrar a alguien. El placer de cazar es un impulso que no se extinguió.
Fischer adelanta que su próxima novela se titula Good to be God y transcurre en Miami, donde su ácida mirada encontrará más de un lugar donde anidar en busca de la redención y el sol con una buena dosis de bronceador con olor a coco de condimento.

—¿Qué necesita una buena historia para convertirse en una buena historia?
—Si supiera esa respuesta, no te la diría. Me dedicaría, eso sí, a volverme rico. Todo lo que uno puede hacer es tener la esperanza de que lo que escribe va a funcionar.

Sofisticadas y simples a la vez, las novelas de Fischer quizá tengan algo de secretas en Buenos Aires, algo de chiste interno, pero reconocen la sabiduría de una buena cena y mantienen vivo el indispensable humor de la resignación.