CULTURA
Anish Kapoor

Una obsesión pertinaz y recurrente

Ya puede visitarse en la Fundación Proa la exhibición dedicada al artista británico nacido en la India y reconocido internacionalmente como una de las figuras más destacadas de la creación artística contemporánea. Galería de fotos

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recorrido. Las obras fueron seleccionadas por Marcello Dantas y abarcan un período que va desde 1992 hasta hoy. | Gentileza Fundación Proa

En 2015, cuando la escultura que emplazó en los jardines de Versalles, la así llamada coloquialmente “vagina de la reina” pero titulada Dirty Corner (Esquina sucia), fue vandalizada con consignas racistas, su autor Anish Kapoor decidió conservar ese graffiti para “dejar esa cicatriz a la vista”. La decisión fue apoyada por el presidente François Hollande, que entendió el punto de vista pedagógico de esa medida. La paradoja de esta situación fue el juicio que le entabló a Kapoor un político de esa localidad francesa por esta acción y de esa manera “fomentar el antisemitismo y la xenofobia”.
Hace poco Kapoor le infringió un tajo al mapa de Gran Bretaña y lo llamó A Brexit, A Broxit, We All Fall Down. Una grieta, un abismo, el agujero negro de la política inglesa o tantas cosas como los que están en contra del referéndum de 2016 quieran fue la ofrenda que el artista realizó lejos de los eslóganes y muy cerca de hacer reflexionar, casi terapéuticamente, a sus connacionales: “Como nación, nos hemos permitido entrar en un espacio de desconocimiento y no puedo evitar verlo en términos de un yo depresivo. Lo comparó con infringirse un daño, autolesionarse”.

En ese arco que traza el pensamiento sobre el arte de Kapoor en relación con lo político, desde la insinuación hasta la toma de posición deliberada hay que entender, entonces, las piezas que se exhiben en su exposición en Fundación Proa. Surge es el nombre que recibe ese conjunto que abarca obras desde 1992 hasta 2019. No se presenta como una retrospectiva sino como un catálogo o muestrario de materiales con los que ha enfrentado sus obsesiones pertinaces y recurrentes.

El título, por su parte, pretende abarcar su definición en inglés, la ola que ocurre de manera repentina en el mar, y la del castellano que se relaciona con brotar, emerger, aparecer, nacer, germinar y manifestarse, según sea su contexto.  Le agrega su curador, Marcello Dantas, la posibilidad de pensar la palabra “surge” en la raíz de insurgente y así indicar el sentido “revolucionario, rebelde y subversivo”.

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Más allá de estos postulados a partir del nombre y sus derivaciones, quizá un tanto forzadas en etimologías y referencias, lo que se evidencia es en ese gesto y en la concepción de cada pieza una incertidumbre como parte constitutiva de su trabajo. Inquietud, vacilación y recelo se incluyen entre los materiales junto con los pigmentos, la cera y los espejos. La duda modela Svayambhu (2007) como un componente más de esa masa roja que recuerda a la sangre y por lo tanto, según Kapoor, a lo atávico y lo ritual junto con la tierra en las primeras representaciones humanas. La obra es la vedette de la muestra y está en constante cambio y movimiento. Aunque discreto e imperceptible, el volumen se desplaza y se modifica. Está siendo tallado a medida que avanza y deja sus restos, los pedazos de cera, en señal de transformación, de vida y de muerte. La palabra que lo nombra es del sánscrito y refiere a lo autocreado. Otra vez, el lenguaje rubrica uno de los accesos posibles a la comprensión.

Angustia y escepticismo se adhieren a la superficie de los espejos cóncavos para devolvernos una imagen desconocida de nosotros mismos. Ensanchados y afinados, sin cabeza o los miembros recortados el pasaje por ese desfiladero nos enfrenta a lo desconocido de cada uno. Una percepción dislocada, el trastorno de la personalidad vuelto imagen y síntoma de lo que somos, en todo caso, si nos miramos bien al espejo.

“El título abarca su definición en inglés, la ola, y el brotar, el emerger, en castellano.”

Con suspenso y tensión se carga el cañón que dispara (y disparará) a cada hora una bala de cera roja como un reloj macabro. La obra Disparando a una esquina (2008-2009), una performance que se activa puntual, eyecta ese proyectil a un rincón que se llenará, en el correr de los días, de esos residuos y armará una montaña. Una esquina sucia con los restos de una masacre fingida pero que si queremos mirar bien, es posible que haga sentido con las noticias actuales y catastróficas.

En un recorrido compilado e imaginado para esta escritura, todo termina en el agujero que no es negro sino un azul profundo. La obra se llama El origen del mundo y es el mismo de la pintura de Gustave Courbet, la famosa vista del cuerpo de una mujer desde el ángulo de su vagina que realizó en 1866 y tuvo un derrotero de escándalos y ocultamientos hasta que en 1995 fue adquirida por el Museo d’Orsay. La cavidad que propone Kappor y adapta para una de las salas de Proa especialmente no tiene una connotación explícita ni sexual. Es una obra que está urdida con un efecto visual pero con altas dosis de variabilidad y sospecha. Estos componentes son esenciales, más que la probable anamorfosis –cambia según se pare el espectador y se percibe de círculo a elipse–, para reforzar la idea de que ese vacío sin fondo, al que todos podemos caer y seguir cayendo sin terreno sólido, puede estar un poco alejado y de difícil acceso pero también muy cerca. Incluso debajo de nuestros propios pies.

 

Surge

Anish Kapoor
Fundación Proa
Av. Pedro de Mendoza 1929
Hasta marzo de 2020