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La triple corona

El Barcelona gano la Copa del Rey por tercera vez consecutiva. Messi la rompió: convirtió un gol y dio una asistencia. Se despidió Luis Enrique como entrenador.

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Fin de temporada. Así la cierra el Barça, a puro festejo. Es el trigésimo título que Leo gana con la camiseta del club catalán. | afp

El Barcelona conquistó la Copa del Rey español al vencer por 3-1 al Alavés en una final decidida por el peso de la lógica y una enorme exhibición de Lionel Messi en la primera parte. El conjunto azulgrana pudo darse finalmente una alegría en su último partido de la temporada, que también sirvió para cerrar la etapa de Luis Enrique como técnico del Barcelona. Messi se encargó de decidir su tercer título consecutivo de Copa y la vigesimonovena en la historia del club.

La realidad es que la Copa del Rey fue lo que quiso Messi. El astro argentino gobernó el duelo desde el principio y fue el gran artífice de que el Barcelona se marchara al descanso ya con la final prácticamente decidida con la ventaja 3-1, que fue lo que después reflejó el marcador final.

El equipo azulgrana tuvo que lamentar la ausencia de Javier Mascherano a los nueve minutos con un fortísimo golpe en la cabeza y dolor en la rodilla derecha tras un salto con Marcos Llorente. Salió del campo con una pequeña conmoción y abundante sangre.

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El equipo de Luis Enrique no perdonó a la media hora, cuando Messi se asoció con Neymar y marcó con un espléndido disparo. Pero la ventaja azulgrana sólo le duró tres minutos, pues el lateral Theo, probable fichaje del Real Madrid para la próxima temporada, logró el empate.

Sin embargo, Messi seguía desatado y a los 44 minutos abrió hacia André Gomes, quien sirvió el gol en bandeja a Neymar. Y todavía más dañino para el conjunto de Mauricio Pellegrino fue lo que ocurrió en el descuento, pues Messi dibujó una genial asistencia para el gol de Alcácer.

La segunda parte sobró. No ocurrió prácticamente nada. El Barcelona sólo pareció interesado en que pasaran los minutos sin sobresaltos y el Alavés nunca dio sensación de poder siquiera inquietar.

El trofeo fue finalmente un pequeño consuelo y un honroso epílogo para Luis Enrique, quien vivió su única alegría de la temporada en su último partido como técnico del Barcelona. Así lo quiso Messi.