DEPORTES
Mundial Qatar 2022

Mufas, cábalas y pensamiento mágico: cuestiones incomprobables que nunca hicieron un gol

Los futboleros y los jugadores se agarran de cualquier cosa para ganar un partido de fútbol. Muchas veces se le da más importancia a la "suerte" que al entrenamiento. Pero los partidos se ganan jugando al fútbol.

Selección Argentina 20221201
Selección argentina | AFP

El mundo del fútbol está invadido por cábalas, amuletos, mufas, pensamiento mágico en general y también, religión. No hay plantel que no tenga una virgen del credo católico, un ritual para atraer la buena suerte, que no tenga varios jugadores que se persignen al salir al campo de juego o cristianos evangélicos que dedican sus goles a Jesús. Y mil cuestiones similares más. Algunos rituales se mantienen por años, otros por torneos, o simplemente hasta que se pierde un partido.

Las cábalas pueden ser pensadas, practicadas o surgidas de la más pura casualidad. La manera de sentarse en un micro o en un avión, la distribución de las habitaciones, la playlist que se escucha en el vestuario y mil cuestiones más.

Todo para ganar, para salir campeón, para mejorar el rendimiento. Si entrenan mucho, normal o poco, no importa, pero las cábalas y los rituales “no se manchan”, parafraseando a Diego Maradona y su defensa de la pelota. Algún psicólogo podrá defender las cábalas porque a algunas personas le dan seguridad y confianza. “Con la pulserita que me regaló la abuela no puedo perder” o el uso de aquellas medias que nos sacan ampollas pero están "invictas"...

Psicología de la cábala

La contracara de las cábalas, es la mufa. Aquello o aquellos que atraen la mala suerte. El tipo que vino a la cancha justo el día que perdimos. La remera que nos pusimos cuando nos empataron sobre la hora. El lugar donde estacionamos el auto…

Ahora, en pleno siglo XXI ¿tenemos que tener en cuenta estas cosas? ¿Acaso alguna cábala alguna vez hizo un gol o lo hizo el talento, el esfuerzo y el entrenamiento de un jugador o un equipo? ¿Nos mufó la presencia de un espectador entre 80 mil, al que los jugadores ni conocen ni verán nunca en la vida? ¿No nos damos cuenta de los oscuros intereses que se esconden al tildar a tal o cual persona de “mufa”?

En este tema de las mufas y las cábalas, parece romperse la grieta entre César Luis Menotti y Carlos Salvador Bilardo, porque los dos, en distinto grado, fueron “cabuleros” cuando eran directores técnicos.

Los golazos de la Scaloneta evocan a la Naranja Mecánica y a la selección de Pekerman

Es conocido el comentario de Menotti a Mario Kempes sobre el bigote que tenía en la primera ronda del Mundial de 1978. El goleador no había podido convertir, se afeitó y “se le abrió el arco” en el primer partido de la segunda ronda. De Bilardo y las cábalas hay mil historias, la más recientemente conocida fue cuando lo llevó al ‘Tecla’ Ernesto Farías a orinar los arcos, y le dio “resultado”: después de dos partidos sin convertir y del ritual recomendado por el “doctor”, que tanto le gustaba hablar de trabajo y de observación analítica, la primera pelota que tocó fue gol. “¿Creer o reventar? Reventar”, escribió Isidoro Blaisten en un cuentito que se llamaba “El suicidio del descreído”.

Es un tabú que en el fútbol pocos se animan a romper. Hace unos años, cuando le preguntaron a Walter Gastón Coyette cuál era su cábala, contestó “el entrenamiento”. Metió dos subcampeonatos en la Primera B Nacional y un ascenso a Primera con Chacarita Juniors, jugando como la Scaloneta, desplegando un muy buen juego y consiguiendo resultados. Bueno, no por nada tanto a Scaloni como a Coyette fueron marcados “a fuego” por José Pekerman.

Todo pasa por el miedo. El miedo a perder, claro. Y en este caso, que estamos casi todos con la cabeza en el mundial de Qatar, de quedarnos afuera de la competencia. Es que la selección argentina perdió sorpresivamente el primer partido y no tuvo mucho espacio para cometer más errores en la primera ronda. Entonces, nos agarramos de lo que sea. Desde el “Elijo creer” hasta el “Anulo mufa” que se impuso desde hace unos meses. Eso sí, cábalas o no, mufas o no, terminó ganando el grupo C, ‘barriendo’ de la cancha a una Polonia que nunca se pudo meter en el partido.

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Con quienes supuestamente “atraen la mala suerte” hay otra cosa y siempre fue algo de lo que no se hablaba en público. Las redes sociales de alguna manera (y cierto ‘periodismo’ que se parece más a una propaladora berreta que a una profesión rigurosa), habilitaron que se señale directamente a quienes se considera “mufas” a través de posteos, de campañas de trolls (a favor y en contra) y de los memes.

Antes de las redes, hace muchos años, se lo señalaba socialmente, pero nadie se animaba a ponerlo por escrito. Eso sí, el daño que el “mufa” sufría era mucho más violento que ahora. Pérdidas de contratos, de amistades, de relaciones sociales. Horrible, siniestro y peligroso.

Se decía que un excelente periodista de la televisión era ‘mufa’. Claro, ¿pero de dónde había surgido ese mote? Los memoriosos dicen que este comunicador, que sabía varios idiomas a la perfección, que trabajaba en un noticiero líder por décadas, un día había conseguido “la” nota que no había podido conseguir nadie. La revancha de los que no habían tenido su habilidad fue acusarlo de traer mala suerte. Nunca se lo pudo sacar.

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En la política pasa lo mismo. Dicen los historiadores que varios presidentes sufrieron el mote. Hipólito Yrigoyen fue tildado de mufa, así como Carlos Menem, y últimamente Mauricio Macri.

Lejos, muy lejos de discutir cuestiones políticas con los tres ex presidentes, está claro que no hay motivos científicos para que ninguno de ellos sea acusado de portar “mala suerte” por donde vayan. Se trata, lisa y llanamente, de campañas de desprestigio, motorizadas por opositores y detractores, a quienes no le alcanzan los argumentos políticos para discutir y tienen que tirarle un mote que socialmente es casi imposible de sacar.

¿Acaso Macri fue sólo asistió a los partidos que perdimos? No, fue a casi todos, pero claro, ponemos la lupa en el que perdimos.

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Y me permito un recuerdo personal. Con mi padre he compartido décadas de cancha, siguiendo a un equipo que en el último medio siglo no tiene la costumbre de ganar muy seguido. Y cuando metía dos o tres resultados buenos de manera consecutiva, como pasa en todos los clubes, iba más gente de lo habitual a la cancha. Mil veces lo escuché decir: “Hoy no ganamos. Vinieron todos los mufas” mientras hacía los cuernos como Reinaldo Carlos ‘Mostaza’ Merlo cuando atacaban al Racing que dirigía técnicamente, o cambiar de bolsillo las llaves y la billetera, como si eso inspirara al centrofoward para poder vencer finalmente al arquero rival y que podamos ganar 1 a 0. Pero no eran los mufas, eran los jugadores, a quienes les faltaba talento, entrenamiento o convicciones deportivas para superar al rival de turno.

Porque la única verdad en el fútbol y en la vida, es que el pensamiento mágico no existe. No hay buenos pensamientos que atraigan la buena suerte. No hay amuleto ni cábala, ni ‘buena vibra’ ni oración religiosa que haya multiplicado los ahorros ni haya atraído el amor de una persona que no nos quiere ni haya hecho un gol nunca en ningún partido de ningún torneo de ningún lado del mundo.