Hay un denominador común en las últimas entrevistas, un mensaje construido de manera coral entre los que lideran este grupo de la Selección que se encamina hacia el Mundial de Rusia. Lo dicen de distintas maneras, con distintos gestos, pero todos los históricos coinciden en una idea, quizás para que la línea de acción, al menos en lo dialéctico, se solidifique en el grupo: en tiempos de fiebre mundialista ascendente, de expresiones más pasionales que racionales, el discurso es mesurado, como pensado por un gurú espiritual. ¿Qué dicen? Que es factible que la Argentina no gane esta Copa del Mundo. Y que si eso pasa, si lo que todos soñamos no se cumple, la frustración no tiene por qué transformarse en condena.
Lionel Messi, Sergio Agüero y Gonzalo Higuaín, algunos de los representantes de esa “mesa chica” en la Selección que conduce Jorge Sampaoli, le dieron forma a esa comunicación moderada, a esa línea que –casual o no– Oscar Ruggeri ayudó a consolidar con un spot publicitario: basta de memes, basta de críticas. Apoyemos. “Ser campeón es un deseo de todos los que venimos en esta última década. Lo sentimos como un deseo, no como una obligación. No tenemos la obligación con nadie”, admitió en TyC Sports Messi, que después aclaró que, aunque muchos crean lo contrario, un “buen Mundial” sería entrar entre los cuatro primeros.
Agüero, que está recuperándose de una operación en la rodilla, aseguró que lo hizo para estar al 100% en Rusia, porque sabe que puede ser su última oportunidad con la camiseta argentina. “La mayoría de esta generación sabe que es el último. Leo, Fideo y Ota sabemos que es éste el Mundial en que deberíamos estar de la mejor manera. Por eso hice ésto”.
A diferencia de lo que sucede en la Casa Rosada, con un comité de crisis que se modifica y se amplía, la línea de conducción en la Selección sigue siendo la misma. A los tres que hablaron esta semana se le suman, por supuesto, Javier Mascherano, uno de los primeros en ponerse a las órdenes del entrenador. También Ángel Di María y Lucas Biglia. Todos ellos saben que son los responsables de construir el juego dentro del campo, pero también de construir un mensaje de mesura en medio de tanta histeria. “Cuando dejás el fútbol, de los que ahora te saludan quedan muy pocos. Van a estar los que te quieren. El jugador de fútbol es descartable”, reflexionó en TNT Sports Higuaín, en línea con este mensaje de reflexión. “Yo hice un cambio en mi cabeza para sentirme tranquilo como en mi club. Quiero divertirme en la cancha”, se abrió Agüero, también en lenguaje zen.
Los referentes de esta Selección saben que en Rusia tendrán la posibilidad de sacarse el estigma de las finales perdidas. De terminar con las cargadas sistémicas y el oprobio sostenido de una parte importante de los hinchas. Pero también saben que si Argentina ganó dos de los veinte 20 mundiales que hubo, es posible que el sueño siga siendo un sueño y no una realidad. Asumirlo y transmitirlo es un buen primer paso. Al menos para que si llegara a ocurrir, la caída no duela tanto.
La previa de la lista
Seis integrantes de la preselección argentina cerraron ayer la primera semana de trabajo en el complejo que la Asociación del Fútbol Argentino tiene en la localidad bonaerense de Ezeiza, de cara al Mundial de Rusia. Javier Mascherano, Sergio Agüero, Manuel Lanzini, Nicolás Tagliafico y Eduardo Salvio trabajaron por quinta vez en la semana, mientras que Gabriel Mercado continuó con los trabajos de kinesiología.
Los jugadores trabajaron bajo las órdenes de Sampaoli: realizaron trabajos de presión en espacio reducido con la premisa de presionar, recuperar rápido el balón y convertir. El grupo tendrá hoy el día libre, a la espera de que mañana Sampaoli anuncie en conferencia de prensa la lista definitiva de los 23 mundialistas que irán a Rusia.