El cambio climático se está moviendo mucho más rápido que las personas, y ya no queda región del mundo donde no sintamos las consecuencias de la falta de acción de los líderes políticos.
El cierre de la COP27 pareciera haber mostrado algunos avances que podrían ser tomados como positivos, como la introducción formal del concepto de pérdidas y daños y el anuncio de un fondo específico para compensar a los países más afectados por las consecuencias del cambio climático. Sin embargo, nos encontramos en una situación tal en la que no podemos darnos el lujo de ser complacientes y sólo celebrarlo. Ese paso adelante, al no estar acompañado por ninguna acción más ambiciosa sobre la reducción de emisiones, termina manteniendo en peligro el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5 °C, con consecuencias desastrosas para el mundo. Necesitamos una ambición colectiva mucho mayor y de absolutamente todas las partes para la siguiente fase de las negociaciones climáticas, y garantizar que los países cumplan con sus promesas.
Al no acordar la eliminación gradual de los combustibles fósiles en la COP27, los líderes han perdido la oportunidad de acelerar la descarbonización de la matriz energética global , lo que nos mantiene en el camino hacia la catástrofe climática. Y sin recortes de emisiones rápidos y profundos, no podemos limitar el incremento de pérdidas y daños. Manuel Pulgar Vidal, Vidal -Líder Global de Clima y Energía de WWF y presidente de la COP20 – ha resumido la situación de manera perfecta al señalar que este fondo puede transformarse en un 'fondo para el fin del mundo' si los países no se mueven más rápido para reducir las emisiones y limitar el calentamiento global a menos de 1,5 °C.
El tiempo de los planes ya ha quedado atrás
Necesitamos comenzar a llevar a la práctica lo planteado, más allá de seguir intentando aumentar la ambición. La presidencia por parte de Egipto de esta COP había prometido ser la COP de la implementación, en la que los gobiernos iban a mostrar sus avances y a comprometerse con nuevas acciones y objetivos mucho más ambiciosos. Sin embargo, nada de esto es lo que hemos visto. Una vez más presenciamos conversaciones estancadas, con países y grupos de negociación en desacuerdo sobre una variedad de temas, y en los que todo pareciera indicar que lo único que se busca es ganar tiempo retrasando las decisiones claves que todos sabemos que deben tomarse.
¿Cuál fue el rol de Argentina?
Argentina ha desplegado una intensa actividad en esta COP, pese a la ausencia de Ministros de áreas sustantivas, o del propio Presidente de la Nación. La presentación del nuevo Plan Nacional de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático es una buena noticia, no obstante, la falta de precisiones explicitadas, hace prácticamente imposible evaluar si este Plan representa, o no, un avance del presentado hace 4 años. El plan carece de metas cuantitativas a 2030 para las distintas líneas estratégicas, y tampoco presenta la evolución de las emisiones que puedan aportarnos una hoja de ruta para alcanzar las metas planteadas.
Amparados en el principio de responsabilidades comunes, pero diferenciadas, apoyamos la reiteración de reclamos de mayores fondos para la acción climática en países en vías de desarrollo. Pero la sensación es que, una vez más, nuestro país no concreta ni muestra cuáles son las acciones que vamos a estar realizando en caso de disponer de estos fondos. No explicita cuál es la contribución genuina que podemos hacer desde nuestro país para promover el desarrollo de nuestra sociedad y evitar la crisis climática. Todo lo que Argentina pueda realizar para reducir emisiones o promover adaptación, será también en favor del verdadero desarrollo.
Cada minuto de retraso en la puesta en marcha de los planes termina poniendo en riesgo a más personas. Cada minuto de demora sólo profundiza la crisis climática que estamos viviendo.