En Argentina, hay 5000 basurales a cielo abierto y lamentablemente existen algunos casos donde la intención de incinerar vuelve a ponerse sobre la mesa. Uno es el caso del colapso de la gestión de residuos en Tandil, donde se barajó la posibilidad de incinerar. Una opción que hasta tuvo rechazo internacional. En este marco, la semana pasada, se realizó el foro Incineración: Razones para prohibirla y alternativas sustentables, donde se habló que aún en el país existen hornos para incinerar residuos y de su peligrosidad.
“La tecnología de incinerar residuos es muy cuestionada. Generan una gran cantidad de cenizas, nanopartículas y otras sustancias tóxicas que afectan la calidad del aire”, explicó Cecilia Bianco, de Taller Ecologista, en el encuentro. Y agregó al respecto: “Esto afecta el sistema respiratorio de las personas y luego puede llevar al deterioro de otros sistemas como el cardíaco o el circulatorio. Está comprobado que hay emisiones de dioxinas y furanos que pueden generar cáncer, cambios metabólicos y otras enfermedades”.
Si bien el debate organizado partió de la situación que vive Tandil con respecto a la gestión de sus residuos, también incluyó la mirada global sobre las problemáticas que trae la incineración. “No solo en Argentina pasa esto. En países como Alemania, los Países Bajos e Italia descubrieron altos niveles de contaminación en huevos de gallinas, en lana de ovejas y hasta en las uñas de niños que viven cerca de un horno para incinerar residuos”, indicó Bianco.
Según Mirko Moskat, del área Basura Cero del Taller Ecologista, la incineración de una tonelada de residuos genera alrededor de una tonelada de dióxido de carbono. “Es una muy mala opción de gestión. Su contribución al cambio climático es mucho mayor a la de otros métodos”, indicó.
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En ese contexto, aseguró que no solo hay que prohibir esta técnica sino que también hay que adoptar métodos de gestión de residuos más sustentables. “Primero, hay que reducir la cantidad de residuos que generamos. Eso incluye también a los métodos de producción que tenemos hoy en día”, señaló Moskat.
“E incorporar los materiales que descartamos a la industria o a la naturaleza a través del reciclaje y el compostaje. Y por último, es necesario integrar a los recuperadores urbanos y a quienes trabajan en la gestión de los residuos a los planes que se busquen implementar”, continuó Moskat, quien también es docente de la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura de la Universidad Nacional de Rosario.
Marco legal
En Argentina, hay hornos incineradores que se utilizan para los residuos peligrosos. De hecho, la Ley 24.051 regula la destrucción de este tipo de residuos como medicamentos. Pero distinta es la situación con respecto a los residuos sólidos urbanos.
Por ejemplo, la Ciudad de Buenos Aires prohibió la incineración de este tipo de materiales en 2005 con la ley de Basura Cero. Pero en 2018 se quitó una clausula cerrojo donde no podía entregarse la basura con destino a incineración si no re reducía en un 75% la cantidad de basura que iba a los rellenos, explican desde FARN. Luego esa modificación fue declarada nula por violar la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires.
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Por su parte, en la Provincia de Buenos Aires existen leyes que obligan a las empresas que realizan la incineración de residuos a presentar declaraciones juradas para asegurar que no contaminan el aire o las fuentes de agua potable.
De todas formas, la Coalición Ciudadana Anti-incineración Argentina realizó denuncias de hornos incineradores en provincias como Santa Fe y Buenos Aires, con la experiencia de Marcos Paz. “Funciona hace 26 años, se ubica a solo 40 cuadras del centro e infringe normativas del código de planeamiento municipal”, aseguran.