Nueva York - El 19 de octubre de 1987, el " lunes negro", el mercado de valores de Nueva York, en Wall Street, vivió un terremoto financiero sin precedentes. Las peores pérdidas en un día de su historia.
Las bolsas internacionales secundaron la caída en picado y en todo el mundo se vivió una situación de pánico. El índice Dow-Jones se dejó 508,32 puntos en un día, es decir cedió el 22,62 por ciento y se quedó en 1.738,74 puntos. Sólo en la bolsa de Nueva York, los inversores perdieron en un día más de 500.000 millones de dólares.
Esa caída fue casi el doble de la vivida el 28 de octubre de 1929 cuando el barómetro bursátil estadounidense cayó un 12,8 por ciento. Aquella jornada negra fue el desencadenante de la crisis mundial de los años 30. Las acciones estadounidenses perdieron de media un 80 por ciento de su valor.
La Reserva Federal, el banco emisor de Estados Unidos, con el entonces su nuevo jefe Alan Greenspan, dejó claro en un comunicado que estaba dispuesto a ofrecer una red de seguridad a los bancos, tras las gigantescas pérdidas del "lunes negro" y afirmó que la Reserva "estaba a disposición como fuente de liquidez para respaldar el sistema económico y financiero".
En las reuniones de crisis de responsables de los bancos emisores y de inversión se sentaron las bases para una rápida actuación que frenase la dramática crisis de Wall Street. A principios de 1988, el Dow volvía a rondar los 2.000 puntos, donde se encontraba a comienzos de 1987.
Gracias a la puesta en circulación de un amplio volumen de dinero, la economía estadounidense emprendió rápidamente de nuevo el rumbo de la expansión. Pese a numerosos reveses, entre los peores figura el estallido la burbuja especulativa de Internet y los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, ahora el índice se sitúa en los 14.000 puntos, tras haberse septuplicado aproximadamente en dos décadas.
Fuertes caídas en octubre ya se vivieron en 1907. Hace 100 años impidió el legendario banquero J.P. Morgan con fuertes inyecciones de liquidez que Wall Street entrara en pánico. Hasta la fecha se siguen discutiendo las causas que propiciaron el "lunes negro", sin que realmente se haya llegado a respuestas concluyentes. Pero cada vez que el pánico irrumpe en la bolsa pasa lo mismo: los dueños de las acciones venden de repente las acciones al mismo tiempo y no hay quien compre.
Los paralelismos entre lo ocurrido en octubre de 1987 y la situación actual en Wall Street van creciendo: desde hace cinco años se registra un alza continua; el dólar cotiza a la baja; los precios del petróleo están por las nubes; Estados Unidos tiene enormes déficits en su balanza de pagos y en el presupuesto, China es el nuevo gigante económico a temer, al igual que entonces lo fue Japón.
Además, el mercado de la construcción e inmobiliario sufre fuertes presiones. Entonces comenzaron las crisis de las cajas de ahorro y ahora son las empresas hipotecarias las que están entrando en bancarrota una tras otra a causa de la crisis de los créditos. Además, entonces había problemas en Cercano Oriente y ahora está la guerra de Irak.
No obstante, en la actualidad las acciones en Estados Unidos se negocian de forma más moderada que entonces, cuando la relación cotización-ganancias estaba disparada. El rédito de las bonos del Estado norteamericano están en el cinco por ciento, la mitad de entonces, y la Reserva Federal, con su nuevo jefe, Ben Bernanke, ha comenzado a bajar los tipos de interés.
El New York Stock Exchange, el mayor mercado de valores del mundo, introdujo tras la debacle de 1987 el " circuit breaker", una suerte de freno de emergencia que se activa automáticamente cuando se registran drásticas pérdidas en la cotización y se interrumpe la negociación del título.
Además, muchos inversores recuerdan el "lunes negro" y tampoco han olvidado cómo se derrumbaron las cotizaciones del NASDAQ en más de un 70 por ciento tras estallar la burbuja especulativa de Internet y tecnológica entre 2000 y 2002.