ECONOMIA

A la hora de ahorrar hay que comparar intereses

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Para quienes no vivieron o no recuerdan tiempos de “austeridad” como los de principios de siglo, hoy la economía es un mundo nuevo. Ir a comprar un electrodoméstico y ya no sentir ninguna confusión ante la cantidad de promociones y planes de 12, 18 o 24 cuotas (“¿la tarjeta de qué banco conviene más?”), ni siquiera prestar atención a los anuncios de los autos porque alcanzaron precios inaccesibles hasta para fantasear y empezar a dedicar mucha más atención al detalle de la cuenta del supermercado son todos síntomas del cambio de los tiempos.
No fue hace tanto que quienes tenían unos pesos de sobra en el bolsillo pensaban “me los gasto, si total la inflación me los va a terminar comiendo”. Aplicando el mismo criterio, también la propensión al endeudamiento era alta para apalancar el alto nivel de consumo. La inflación persiste pero la consigna hoy es otra, y lo que se valora ahora es el ahorro. “¿Dólar o tasa, qué da más?”. Después de años, el plazo fijo volvió a ser una opción razonable para preservar el valor del dinero.
Es que, en este nuevo modelo, alentadas por el Banco Central, las tasas corren la carrera con índices más cercanos a la inflación: se puede conseguir hasta 27% por colocaciones a un año de plazo. La contracara es el notable encarecimiento del crédito, palabra prohibida del diccionario a la hora de administrar las cuentas personales por estos días.
En la economía cotidiana, la premisa es no gastar de más ni mal, evitar en lo posible contraer nuevas deudas y, en cambio, armar un colchón en efectivo o en especies. En otras palabras, cubrirse.Quedaron atrás los años del consumo alegre, con récords de ventas de autos, motos, televisores, celulares y hasta de gaseosas, según nos anotició Cristina.