Después del sinceramiento de la inflación y la corrección de las cifras de crecimiento, la normalización del Indec tiene una deuda pendiente: publicar las nuevas cifras de las canastas básica de alimentos y la total, que establecen los umbrales para la pobreza e indigencia. De acuerdo con las nuevas cifras, las estimaciones hablan de un reconocimiento de, al menos, un nivel de pobreza que debería superar el 25%, sobre todo en función de las mediciones privadas de las canastas.
El salto, según señalan los técnicos consultados, es inevitable, aunque el Gobierno puede modificar la canasta para moderar el impacto. En ese sentido, se desconoce también qué productos se toman en la medición del nuevo índice de precios nacional al consumidor (IPCNu), que acumula una inflación de 7,2% en el primer bimestre.
“Al no publicar los precios de referencia, los nuevos datos de variación mensual no nos dicen nada sobre los niveles de pobreza e indigencia reales que hay en el país; cifras que el Gobierno ha decidido mantener ocultas para no revelar las verdaderas consecuencias de sus últimas medidas económicas”, explicó Isaac Rudnik, que mide el Indice Barrial de Precios.
En febrero, la canasta alimentaria básica, que mide el límite de indigencia, marcó $ 2.580, 9,29% más frente a enero de 2014 y 46% más que en febrero de 2013. Con esos números, hay 27% de pobreza y 6% de indigencia según los últimos números disponibles del Isepci. Para el Indec, esos niveles son del 4,7% y 1,4 por ciento.
Para los técnicos desplazados del Indec, en enero, la canasta básica marcó $ 2.965,87 y la canasta ampliada con bienes y servicios trepó a $ 6.147, muy lejos de los últimos números que publicó el organismo estadístico oficialmente ($ 787 y $ 1.783, respectivamente) ya que, con la llegada del nuevo IPC, se dejaron de publicar los datos.
En los segmentos de menores ingresos, en general, en la economía informal, los ingresos no se actualizan con las pautas de los gremios y los precios aumentan por encima del promedio. Los precios de los alquileres de viviendas precarias en la Ciudad de Buenos Aires muestran una inflación anual promedio del 35% en una villa, mientras que una casa en el conurbano bonaerense aumentó 61%. Una habitación en una pensión o en un hotel familiar también subió 59% según datos del Taller de Estudios Sociales del Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Sociales (Ceics).
“Si el 35% de la población está por debajo de la línea de pobreza según estimaciones privadas, es claro que hace rato que no tiene sentido subsidiar al 100%”, indicó el economista Ramiro Castiñeira sobre las previsiones privadas de la ex directora del Indec, Graciela Bevacqua