El Gobierno busca aliados para cerrar la negociación con los bonistas. Y en su intento por acercar posiciones con BlackRock, el principal acreedor entre los privados, ha apelado a mediadores políticos capaces de levantar el teléfono y marcar el celular de Larry Fink, consejero delegado y presidente del fondo de inversión con sede en Nueva York. Uno de ellos hizo pública sus gestiones ayer: el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO). El otro es el gobierno de Donald Trump.
“Tengo relación con empresarios, hablé por teléfono hace poco con Larry Fink, que es el presidente del fondo de inversiones BlackRock. Ayudé en buscar una salida en el manejo de la deuda de Argentina con los fondos de inversión”, comentó ayer López Obrador en su conferencia matutina. “Me habló el presidente de Argentina, Alberto Fernández, que sabía que yo tenía buena relación con Larry Fink. Que ellos estaban buscando una negociación de su deuda. Que se aceptara la propuesta de ellos que era, en aquel entonces, de pagar el 41 por ciento de la deuda. Una quita del 59 (por ciento) para llegar a un entendimiento”, añadió.
La gestión se había encaminado hace tiempo, a través de un pedido del mandatario argentino a su par mexicano, tal cual lo relató López Obrador. Y hace un mes, aproximadamente, se confirmó. No obstante, el dato tomó estado público ayer cuando se vencía la última prórroga del Gobierno para alcanzar un acuerdo. Horas después se volvió a extender hasta el 19 de junio.
Fernández correspondió a AMLO, apoyando a su candidato en la OMC
La última vez que Fink y López Obrador estuvieron reunidos fue en marzo pasado cuando el magnate visitó al presidente en su país. Más allá del vínculo con AMLO, Fink tiene buena relación con México en general. BlackRock desembarcó allí en 2008 con una oficina propia e inversiones en las firmas más grandes del país, como Femsa (embotelladora de Coca Cola), Cemex, América Móvil (de Carlos Slim) y el conglomerado petroquímico-automotriz-alimenticio Alfa. Si se sumaran todos sus intereses, sería el principal inversor en la Bolsa de México.
Desde Buenos Aires, correspondieron el gesto de México con uno propio, que ya se venía conversando desde el viaje del canciller Felipe Solá a aquel país, en enero. En su cuenta de Twitter, Fernández apoyó la nominación de Jesús Seade, actual subsecretario para América del Norte de AMLO, como director general de la Organización Mundial del Comercio, tras la renuncia del brasileño Roberto Azevedo.
Estos gestos se leen en clave de fortificar el eje político latinoamericano entre sus puntas y como contrapeso al Brasil de Jair Bolsonaro. Una alianza que vaya más allá de lo discursivo. El cemento es el comercio, sobre el que también se está avanzando.
El otro mediador en el que confía el Gobierno es la admnistración de Trump. Esta semana, en el diálogo que mantuvieron Solá con su par estadounidense, Mike Pompeo, surgió el tema de la deuda y el mismo nombre: Fink. En Buenos Aires confían en que una gestión del secretario de Tesoro, Steven Mnuchin, puede acercar posiciones.
Después de todo, Fink y BlackRock no son desconocidos para Trump, otro magnate neoyorquino. Tampoco lo son para el Tesoro, como uno de los principales inversores Made in America a nivel global con el que incluso opera la Resrva Federal. En marzo, acudió a ellos para gestionar bonos y activos respaldados por hipotecas.
Las expectativas en los buenos oficios de la Casa Blanca se basan en su conducta frente a la negociación con el FMI. Ponderan que su actitud no es obstruccionista, lo cual ya es mucho considerando que se trata del mayor “accionista” en la institución. Y hasta lo comparan con el papel de la administración Obama, mucho más duro con la Argentina.
Un fondo de buen vínculo con Macri
El fondo de inversiones BlackRock y su cabeza, Larry Fink, tienen una larga historia con la Argentina. Además de ser el principal tenedor de bonos privados, su nombre ya había ganado mala fama durante el gobierno de Cristina Kirchner al ser catalogado como “buitre”. Su vínculo con el país mejoró con la llegada al poder de Mauricio Macri con quien se reunió en dos oportunidades, una de ellas en 2016, cuando Fink visitó Buenos Aires y en 2017 cuando el mandatario argentino viajó a Nueva York.
Se trata de uno de los fondos de inversión más grandes del mundo con intereses en más de 100 países y un poder financiero que se equipara con el de las grandes economías al punto tal que, de constituir un estado, figuraría solo por detrás de Estados Unidos y China en tamaño.