En el campo, buena parte del éxito de una cosecha depende de la semilla. Es decir, del trabajo que cada empresa semillera les puso a sus productos, una diferencia que está relacionada con la inversión en investigación y el desarrollo. Nidera era, hasta hace pocos días, una empresa argentino-holandesa cuya genética ocupa más del 40% de la superficie sembrada del país.
Pero recientemente se anunció su venta a capitales chinos (ver aparte). Los orientales de Cofco probablemente hayan tenido en cuenta la performance de la empresa para decidir la inversión. Nidera viene invirtiendo anualmente US$ 16 millones para desarrollar nuevos cultivares. De esa suma, US$ 6 millones son para investigación en biotecnología, disciplina que se ha vuelto fundamental en el agro.
Cien personas atienden programas de mejoramiento de cultivos, pero en Venado Tuerto (Santa Fe) hay cinco investigadores y otros veinte técnicos buscando genes que les den mayor rendimiento a los cultivos.
“Si comparamos nuestras cifras con las que destinan las grandes biotecnológicas del mundo, parece que somos muy chicos –dice Pablo Bergadá, director de Semillas de Nidera–, pero si lo medimos a través del impacto de lo que generamos, somos muy grandes. Por ejemplo, nuestro CLPlus es el primer gen para resistencia a herbicidas en girasol patentado por Nidera, y hoy ya está licenciado a todos los semilleros del mundo que trabajan con este cultivo”.
Estos híbridos de girasol están debutando en Europa en la actual campaña agrícola, acompañando buena parte de la genética de Nidera que en el viejo continente cubre el 5% de las hectáreas del cultivo.
“Otro aspecto que nos caracteriza –dice Bergadá– es que todo ese dinero gastado en investigación no se capitaliza, como ocurre en otras empresas, sino que todos los años nosotros nos exigimos el repago de la inversión, es decir, que se tiene que transformar en resultado”. Pero el retorno económico está acompañado por laureles. El equipo de biotecnología de Nidera, que fundó Carlos Sala y ahora comanda Mariano Bulos, recibió hace pocos días el premio bienal que la Sociedad Argentina de Genética otorga a trabajos inéditos realizados íntegramente en el país. Ese reconocimiento tuvo el mérito adicional de haber sido el primero que se otorga a un equipo de científicos de una empresa privada.
Para Bulos, la importancia de conocer los genes involucrados en el control de la altura del girasol radica en que es información que puede ser utilizada para generar híbridos adaptados a ambientes que requieran una estructura de cultivo diferenciada.
“Los chinos quieren más negocios internacionales”
Nidera quiere ser global. Proveedora de genética de punta y llegar a todo mercado en el que se pueda hacer buenos negocios agrícolas. Así lo manifestó a PERFIL el nuevo presidente de la compañía, Jorge Correa, quien acaba de tomar posesión del puesto casi en el mismo momento en que llegaron los capitales asiáticos para hacerse con el 51% de la firma.
“En el negocio de exportación de granos y oleaginosas estamos en general creciendo a nivel global, y el ingreso de Cofco nos va a permitir tener mejor inversión en infraestructura en Argentina y Brasil, que son los mercados donde mayor presencia tenemos”, explicó Correa, quien llega desde el sector bancario, luego de 15 años en el Rabobank.
El directivo indicó que acaba de formar un grupo de trabajo global cuyo trabajo es “focalizar nuevos mercados del mundo a los cuales llegar con la mejor genética en semillas, aprovechando todo el know how que se ha desarrollado en el polo de producción que la firma logró en la Argentina”.
En los mercados no tan desarrollados, podemos ayudar al productor, mejorar su competitividad, y ahí es donde apuntamos.
Cofco, la sigla en inglés de China Nacional Cereal Oil & FoodStuff, es la empresa estatal china dueña de un gigantesco holding orientado a la compra de granos, y Nidera es la primera adquisición fuerte en la Argentina.
