Desde que fue eyectado por presión de La Cámpora y del ministro de Economía, Axel Kicillof, en mayo del año pasado, de la presidencia de Enarsa, la empresa estatal de energía que condujo por orden de Néstor Kirchner desde 2004, a Exequiel Espinosa se le perdió el rastro. Cultor de un bajísimo perfil, evita lugares y presentaciones púbicas.
Sin embargo, el ingeniero nacido en Comodoro Rivadavia que lideró la compañía clave en los polémicos negocios de la importación de gas de Bolivia y de barcos con GNL (ver aparte), puso en marcha una iniciativa para seguir ligado a la industria hidrocarburífera. Creó Energía 54, una consultora que presta diferentes servicios a compañías productoras y proveedores petroleros. Su métier es amplio: va desde el asesoramiento en proyectos de exploración y producción hasta la agilización de procesos de importación de equipos e insumos petroleros. En reuniones con ejecutivos de empresas privadas alega que aún mantiene contactos en los máximos lugares de decisión del Gobierno.
La creación de Energía 54 se aprobó el 12 de junio de 2013, en el registro 9 de Morón. Tiene como objeto –según consta en el edicto publicado en el Boletín Oficial– la “evaluación, desarrollo, estructuración y ejecución de negocios y/o proyectos vinculados con emprendimientos energéticos; gestionar aportes e inversión de capital en sociedades, y/o consultoría de negocios energéticos propios y/o de terceros, y llevar adelante procesos de estructuración de financiamiento”.
Prácticamente sin estructura –la consultora constituyó domicilio especial en el piso 9 de Bioy Casares 2029, en Capital Federal, pero todavía no cuenta con oficina ni base de operaciones–, Espinosa armó su búnker en Nordelta, la exclusiva red de barrios cerrados de Tigre. Allí vive desde hace más de cinco años. Aunque acredita domicilio real en Avenida del Libertador al 2300, es usual verlo en el barrio Los Castores y en la isla del country. El ex titular de Enarsa no pierde las mañas: aunque es el director titular de la sociedad, decidió no ser la cara visible de Energía 54. De hecho, a varios de sus interlocutores no les ofreció una tarjeta institucional. El fronting de la empresa es su socio, Fernando Camps, un joven arquitecto que lidera varios emprendimientos inmobiliarios en Buenos Aires. PERFIL llamó cinco veces a Camps y le escribió al mail personal y de Energía 54, pero no hubo respuestas. “Espinosa trabajó mucho tiempo en YPF en el área de upstream, en especial del Golfo San Jorge, en Chubut. Quiere asesorar a inversores que están analizando oportunidades en esa cuenca”, explicó a PERFIL un ejecutivo petrolero que se encontró con él para evaluar un negocio. “Además, a las empresas de servicios les ofrece oficiar de intermediario para sortear trabas a la importación de equipos, uno de los temas que más preocupan a las petroleras”, agregó.
La suerte de Espinosa, hombre cercano a Julio De Vido, titular de Planificación, cayó en desgracia en 2012 cuando Kicillof avanzó sobre el control de Enarsa. Allí sufrió, primero, el embate de Juan José Carbajales, alfil del ministro de Economía en la compañía estatal, que advirtió irregularidades en la contratación de seguros y de barcos de Gas Natural Licuado (GNL), una cuenta que le cuesta al Gobierno cerca de US$ 5 mil millones. Y luego de Gastón Ghioni, actual subsecretario de Combustibles, que hasta agosto pasado se desempeñó como gerente administrativo de Enarsa para ser los ojos de Kicillof sobre los números de la firma.
Las compras de combustibles, eje de polémicas e internas
Los negocios en torno a la creciente importación de gas del exterior para paliar el déficit energético quedaron en las últimas semanas en el ojo de la tormenta. El ex ministro de Carlos Menem, Roberto Dromi, reveló en La Nación detalles de su vínculo con el Gobierno en tiempos de Néstor Kirchner (“durante mucho tiempo trabajamos muy bien con Julio De Vido”), contó cuál era su negocio con Dysan (“trabajamos asesorando a empresas internacionales proveedoras de gas licuado en Argentina”) y sobre todo tiñó de dudas los actuales contratos de GNL que hace YPF: “No es un proceso transparente”. YPF, entonces, salió a contestarle y dejó un manto de dudas sobre la importación de combustible en los años previos a la estatización de la petrolera. “YPF no va a permitir que los beneficiarios del sistema anterior pongan en duda las reglas vigentes y el actual procedimiento de compra”, decía el duro comunicado emitido por la compañía que, sin mencionarlo, ponía el foco en lo que hizo De Vido en los años anteriores a través de Enarsa, que presidía Exequiel Espinosa. “El nuevo proceso licitatorio puso fin a esa práctica de intermediación, quizá por eso se generan las críticas”, insistió YPF.