Ante una devaluación, inminente o no tanto, pero que todos dan por descontada, vale hacer un repaso del escenario de transición que se puede esperar tras el ajuste cambiario.
Recuperación económica. No ocurriría en 2016. Por el contrario, los pronósticos van de una caída del 0,7% como dijo el FMI, a 1% del PBI. Sólo en la proyección de escenarios positivos algunas consultoras prevén un avance de apenas 0,4%. “Eso es si todo sale bien, estamos siendo optimistas”, dice Francisco Gismondi, socio de los ex BCRA Hernán Lacunza y Pedro Rabassa en la consultora Empiria. La dificultad para recuperar el crecimiento estará vinculada, en gran medida, a un escenario internacional poco favorable, con caída del precio de las commodities, la crisis en Brasil y la suba de las tasas internacionales.
Pass-through. El piso es de 30% para 2016, tasa que podría ser mayor y rondar 40% según la magnitud del traslado a precios de la devaluación. La experiencia de enero 2014 indica que el pass through, según la jerga de economistas, puede ser implacable: alcanzó 42%, lo que explicó según el economista Martín Tetaz 13 puntos de la inflación de 38% de ese año. “Las tasas actuales dejan una inflación de base de 32% para el año que viene, sobre eso impactará la devaluación”, dice Nadín Argañaraz, director del Iaraf. Una suba de tarifas por desmantelamiento de subsidios empeoraría aun más esa situación. Sin embargo, hay quienes creen que los precios ya descontaron gran parte de la devaluación. Un seguimiento de la consultora Elypsis desde marzo de 2013 refleja cómo los precios replicaron la evolución del blue, salvo las frutas y verduras, que casi duplicaron esa suba.
Rentabilidad vs. precios. Es el dilema para las empresas, particularmente las de consumo masivo. A diferencia de enero de 2014, ya no existe una “suba postergada o contenida”, lo que les permitiría absorber parte del ajuste cambiario. Los cambios en los hábitos de consumo, con caída de ventas de marcas líderes, refuerzan esta teoría. “La devaluación de 2014 nos dejó una gran lección y es que no podemos trasladar todo el impacto a precios de una vez. Se derrumba el mercado”, explicaron en una automotriz líder de ventas.
Salarios. Dependerá en gran medida de la postura del nuevo gobierno frente a las paritarias pero, a priori, la expectativa es que los salarios vuelvan a perder la carrera contra la inflación, con una caída real de 3% a 4%. El correlato sería una merma del consumo.
Empleo. Las chances de una mejora en la tasa de desocupación son prácticamente nulas, aun cuando para el Indec existe la posibilidad de que se reduzca en plena desaceleración económica ya que la última medición de agosto arrojó una mejora 0,9 puntos, con una tasa de 6,6%. En el otro extremo, el FMI prevé un desempleo de 8,4%.
Tarifas. Con nuevo gobierno, la amenaza de la eliminación de los subsidios y consecuente suba de tarifas para reducir el gasto público podría finalmente hacerse realidad. Hasta Miguel Bein, voz económica autorizada de Daniel Scioli, tituló su último informe “Subsidios mal direccionados y retenciones inviables”. El impacto en la inflación sería de 2 puntos con una eliminación gradual.
Tasas de interés. Con un nivel alto de inflación y presión sobre el dólar, la tasa de interés se mantendría alta para desalentar el ahorro en dólares, con lo cual habría oportunidades de inversión en pesos pero difícilmente reaparezca el crédito, salvo líneas subsidiadas como el Ahora 12.
Exportaciones. La devaluación no tendría un efecto inmediato en la balanza comercial sino que se produciría lo que los economistas denominan “curva J”. Se trata del encarecimiento inicial de las importaciones necesarias para producir. “Las exportaciones usualmente no reaccionan de manera instantánea”, explican en Empiria.
Efecto Brasil. Junto con Colombia, Brasil es el país de la región que más devaluó, acumulando una depreciación de 70% en el último año y medio, lo que afecta a 45% de las exportaciones de manufacturas argentinas. Aun con corrección cambiaria, la crisis brasileña seguirá siendo un lastre.
Endeudamiento. “La combinación de baja deuda pública y privada en los mercados en un mundo líquido permitiría apalancar transitoriamente la economía y graduar las correcciones de precios relativos necesarias para recomponer la rentabilidad de los sectores generadores de divisas”, dice sobre la Argentina el informe titulado “Latam: de administrar la abundancia a manejar la escasez”, del estudio de Bein. Traducido, significa que el retorno al mercado de capitales sería la vía de ingreso de dólares necesarios. El punto es a qué costo: una tasa de entre 7% y 8% para las primeras emisiones es para los economistas Miguel Kiguel o Maximiliano Castillo una estimación optimista pero alcanzable previa solución con los holdouts
Nadie viene de un repollo
Si de algo no se puede acusar a los equipos económicos de los distintos candidatos, es de falta de experiencia. En cada uno de ellos hay por lo menos dos hombres que, con más o menos suerte, ya pasaron por la gestión pública en cargos de relevancia a nivel nacional. En este sentido, puede decirse que Silvina Batakis, nominada para el Ministerio de Economía en un eventual gobierno de Daniel Scioli, es la figura más sorpresiva del entramado de nombres de cada equipo ya que hizo una carrera de bajo perfil en la provincia de Buenos Aires.
Sin embargo, no es Scioli sino Sergio Massa quien se llevó consigo a la mayor parte de los economistas de la era K que supieron brillar antes del cepo y la caída de reservas, con el ex ministro de Economía Roberto Lavagna, a quien siguió prácticamente entero su viejo equipo integrado por Guillermo Nielsen. Hasta Margarita Stolbizer exhibe como colaborador al ex ministro Martín Lousteau.