En la Argentina, hay en funcionamiento alrededor de cincuenta cosechadoras de uva que cubren más del 25% del total de la vendimia nacional; el resto se sigue realizando en forma manual. La cifra no dice mucho si no se aclara que más de la mitad de esas vendimiadoras tiene apenas tres años en los viñedos.
“Esta explosión tiene fundamentalmente dos motivos: la escasez de mano de obra para cosechar la uva y la barrera sanitaria impuesta al ingreso de los equipos de un contratista francés”, explicó Gabriel Tronchoni, responsable de Marketing de New Holland, empresa que comercializa vendimiadoras importadas de Francia.
Por la falta de mano de obra, el año pasado se quedó en los viñedos el 10% de las uvas para vino.
En tanto, la disposición sanitaria impidió el ingreso al país de las treinta cosechadoras del empresario francés, quien completaba todo un circuito global de vendimia con Chile, Nueva Zelanda y Francia.
El ingreso de esos equipos fue frenado para cuidar a los viñedos argentinos de las enfermedades y plagas que pudieran venir con las máquinas.
El proceso acelerado de recambio productivo trajo aparejada una importante modificación en las viñas, que en su mayoría producen en parrales, sistema que sólo permite la cosecha manual.
“Todo lo que se planta nuevo, entre quienes tienen que renovar sus plantas y tienen parrales, se piensa en la cosecha mecánica y se planta en espaldero”, ilustró el especialista Tronchoni.
A campo. Antonio González, presidente de la sociedad anónima que lleva su nombre y que produce los vinos Galán –famosos por las damajuanas que aún hoy se reparten a domicilio–, comentó la experiencia de la primera vez que usó una vendimiadora.
La firma trabaja 800 hectáreas y este año cosechó 220 en forma mecánica. “En las otras fincas tenemos sistemas de parral”.
Su decisión se basó en las dificultades para contratar mano de obra para la vendimia.
El problema es que las personas que podrían emplear en su mayoría están cobrando subsidios del Estado y no quieren registrarse como trabajadores porque lo perderían, aseguran en el sector.
Del paso de la cosecha manual a la mecánica “hay una diferencia muy grande, de ocho a uno”, entre lo que puede recolectar un hombre y una vendimiadora: “Lo que hace el hombre en ocho horas, lo hace en una hora. La máquina trabaja 24 horas y se pueden sacar entre 10 y 12 hectáreas por día”.
Antonio marcó algunos problemas en la recolección, por ejemplo, en las puntas de los espalderos o cuando los racimos están muy bajos y la máquina no llega, lo que obliga a hacer un repaso en forma manual. Igualmente afirmó: “Esto ya es el futuro”.
Abundante y bueno. La vendimia 2012/2013 resultó del 20% por encima de la cosecha anterior y con buena calidad de uva, coincidieron los responsables de las principales bodegas mendocinas consultadas por Super Campo.
“Fue mejor que la anterior, con más uvas y muy buena calidad. Se supone que vienen buenos vinos”, resumió Javier Pérez Valenzuela, jefe de Fincas de Trapiche, de la firma Peñaflor.
Diego Morales, jefe de Viñedos de Salentein, describió que esta campaña tuvo “una primavera bastante fresca y un verano que no fue caluroso, entonces la madurez de la uva fue más suave, pero logrando buenas calidades: con mucho color y con calidad de taninos muy buena porque están bien maduros, que es muy importante para hacer vinos de guarda”.
Por su parte, Diego Cantú, responsable de la parte agrícola de Bodegas López, comentó que este año el problema es el incremento de los costos de las bodegas, lo cual llevó a muchos productores pequeños a “apostar más por la cantidad que por la calidad para mantener una producción que, de otra forma, no sería rentable”.