A Mauricio Macri lo recibe un mundo más hostil. El único alivio que sentirá durante su primer año de gestión será por el derrumbe continuado en la cotización del petróleo, que representará un ahorro en importaciones en torno a US$ 1.000 millones para la Argentina. Sin embargo, el hundimiento del precio de la soja, cercano a los 40 dólares, causará un impacto de mayor envergadura sobre las exportaciones.
El complejo sojero, que representa cerca de 28% de las exportaciones argentinas, volcará entre US$ 3 mil y 5 mil millones menos sobre la economía, pues las firmas estiman que el precio promedio de la oleaginosa sufriría una contracción del 10% al caer de US$ 360 por tonelada en 2015 a unos US$ 320 durante este ejercicio. En total, por cada dólar –al alza o a la baja– hay un impacto sobre la recaudación potencial que oscila entre $ 250 y 300 millones. Todo dependerá de la salida de parte de la cosecha retenida de la campaña previa.
La Argentina importó energía por unos US$ 6.100 millones el año pasado. Por lo que la caída del petróleo y todos los energéticos en general supone una buena noticia. Ayer el barril cerró a US$ 34,3 en su variante WTI, de referencia local. Sin embargo, ronda como un fantasma el pronóstico de Goldman Sachs sobre una cotización a US$ 20 durante 2016. Rodrigo Alvarez, de Analytica, matiza con que precios elevados generan rentabilidad en inversiones petroleras, que el país necesita, y al mismo tiempo, asegura que se vuelven insostenibles los subsidios que hoy mantiene el Ejecutivo sobre los precios internos.
Pero, ¿a qué obedece este panorama de precios desinflados? Martín Vauthier y Federico Furiase, economistas del Estudio Bein & Asociados, explican que la retracción se enmarca en un proceso de aversión al riesgo global. ¿El mayor ejemplo? China, cuyo menor crecimiento, debido a su cambio de modelo productivo, genera dudas sobre el crecimiento global. El economista Juan José Llach agregó que el impacto queda entredicho porque la demanda de la soja difícilmente caerá.
La ralentización de la economía de China que volvió a marcar el ritmo de las Bolsas de todo el mundo con el derrumbe de los mercados a inicios de año se produce en simultáneo al inicio gradual del ciclo de suba de la tasa de interés de la Reserva Federal de Estados Unidos, que configura una transición del escenario de hiperliquidez que caracterizó la época con dólar débil, tasa cero y un boom de las commodities hacia uno de liquidez selectiva con el fortalecimiento del dólar frente a otras monedas y una corrección en el valor de las materias primas, arrastrada por el desplome del precio del crudo.
Ese complicado panorama internacional causó que durante 2015 los precios de commodities claves para la Argentina, particularmente aquellos vinculados al complejo sojero, se deslizaran en una pendiente que alcanzó el 22%. La soja arrancó el año pasado con un valor de exportación de US$ 455 la tonelada y terminó cerrando cerca de US$ 350.
Para este año, el escenario más optimista del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (Ieral) supone exportaciones de soja por el orden de los US$ 23.200 millones, una baja del 6% frente a los flujos 2015, aunque Abeceb prevé que la liquidación de inventarios pendientes permitirá más bien un aumento de 4%.
La Fed, en alza gradual
El escenario bajo el que se inserta la economía mundial con el inicio gradual del ciclo de suba de la tasa de interés de la Fed –cerraría el año en 1,375% y 2017 en 2,375%– ocasionará que los países desarrollados busquen moderar la presión deflacionaria, mientras que los emergentes intenten estabilizar la salida de capitales y anclar las expectativas inflacionarias frente a devaluaciones bruscas.
Sin embargo, la ruta alcista de las tasas deberá seguir paso a paso qué sucederá con los precios. Los miembros de la Fed, según revelaron las minutas conocidas esta semana, temen a la deflación. “La decisión de subir los tipos fue difícil, particularmente por la incertidumbre sobre las dinámicas de inflación”, escribieron y enfatizaron la necesidad de “monitorear de cerca el progreso de la inflación”.
Los técnicos se basan “en la situación actual, y debido a su significativa preocupación por los aún bajos niveles de inflación y la incertidumbre y los riesgos presentes en torno a la perspectiva sobre los precios” en un contexto global de presiones bajistas.