El Premio Nobel de Economía Paul Krugman, uno de los habituales aliados internacionales en defensa de muchas políticas del Gobierno, sorprendió ayer a los propios funcionarios que lo escuchaban en un evento de responsabilidad social empresaria (RSE) organizado por Alessandra Minnicelli, la esposa del ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, al pedir un freno en la emisión monetaria y, lisa y llanamente, más ortodoxia. Todas propuestas que, de no haber sido Krugman, lo habrían condenado en la Argentina a ser considerado un hombre de “la derecha neoliberal”.
“Si bien creo que las políticas sociales activas son esenciales para una mayor equidad, y que a mi país no le vendría nada mal mayor populismo, mi consejo para la Argentina es que un poco de ortodoxia sería necesaria para resolver problemas como la inflación: menos emisión monetaria y mayor control fiscal pueden funcionar eficazmente en un contexto como el de su país, sin afectar los progresos en materia de distribución de los últimos años”.
La vida tiene sabores agridulces. Krugman había recibido hacía minutos el doctorado honoris causa de la Universidad de Buenos Aires de manos del decano, Alberto Barbieri, el economista Bernardo Kliksberg y de la propia Minnicelli. El evento que estaba cerrando había intercalado defensas del modelo económico kirchnerista y críticas a la oposición a un año de las elecciones. Al hablar, Krugman, sin embargo, se despachó con un mensaje inesperado. Por un lado se declaró en contra de los principios clásicos neoliberales. Pero por otro, habló de corregir la inflación por vías ortodoxas, es decir, de reducción del gasto público y la consiguiente emisión monetaria. Dos ideas que lo habrían condenado al escarnio en el programa Intratables o en un corte del Fútbol para Todos. “Yo sé que la Argentina tiene muy mala prensa. Y que esa mirada no es justa. Se han hecho logros. Pero emitir y no manejar controladamente las cuentas, no hacer los ajustes que se requieran, va en contra precisamente del objetivo que se proponen. Unos años de ortodoxia luego de la heterodoxia no están nada mal para bajar la inflación, por ejemplo”, soltó. En cambio, Krugman respaldó al Ejecutivo ante los reclamos de los fondos buitre, que –dijo– van en contra de todo comercio justo internacional y de toda lógica.
Artículo. Krugman ya había calentado el debate con un artículo publicado ayer mismo en The New York Times, donde tras analizar los datos que publica inflacionverdadera.com, un proyecto de Alberto Cavallo, el hijo del ex ministro de Economía, para medir la evolución de los precios por internet, aseguró: “La Argentina realmente parece tener mucho mayor inflación que la que el Gobierno admite”.