La inevitabilidad de una crisis financiera global ya comenzaba a respirarse en los principales mercados del planeta a principios del año pasado. Mientras los mayores emisores de préstamos hipotecarios de Estados Unidos se daban cuenta de que habían asumido riesgos demasiado altos, analistas de todo el mundo empezaban a pensar en escenarios más y más pesimistas.
El primer síntoma de la crisis financiera fue en marzo de este año con la quiebra del gigantesco banco de inversión Bear Stearns, considerado uno de los "cinco grandes". La bancarrota del Bear Stearns sacudió a los mercados mundiales que, sin embargo, lograron volver a estabilizarse algunos días después.
En julio, sin embargo, la crisis del mercado hipotecario se agravó y llevó a la caída abrupta de las acciones de Fannie Mae y Freddie Mac, dos de los mayores emisores de préstamos hipotecarios. La crisis provocada por las dificultades en el sector de los créditos subprime entraba así en su etapa más profunda.
Dos meses más tarde, en septiembre, la quiebra del banco de inversión Lehman Brothers y la venta de su rival, Merrill Lynch, dieron cuenta de la gravedad de la situación. Para ese entonces, sólo quedaban dos de los grandes bancos de inversión: Morgan Stanley, que recientemente tuvo que vender el 21% de su patrimonio, y Goldman Sachs.
Al día siguiente, el 16 de septiembre, le llegó el turno a la compañía AIG, la aseguradora más grande del planeta, que debió ser rescatada por el Banco Central de los Estados Unidos para evitar una quiebra de consecuencias impredecibles.
Fue entonces que el presidente George W. Bush se convenció de que solamente una medida drástica lograría salvar al sistema financiero global de una debacle generalizada. En un discurso televisado, el mandatario anunció que el gobierno de Estados Unidos invertiría 700 mil millones de dólares en comprar los créditos “tóxicos” de los bancos y así los salvaría de la quiebra.
El anuncio trajo alivio a los mercados del mundo, que al día siguiente registraron subas récord. Sin embargo, el efecto positivo se revirtió días después cuando el Congreso rechazó el plan de salvataje propuesto por el Ejecutivo. El rechazo provocó un lunes negro en las bolsas del mundo, que comenzaron a recuperarse ayer.