Argentina fue, históricamente, un país emisor de remesas. Esa tendencia se revirtió en los últimos tres años, en los que el país empezó a recibir más dinero del que envía. Distintos economistas explican a PERFIL este fenómeno, y quienes tienen que enviar dinero al exterior cuentan su experiencia.
“Cuando salís del país salís con esa visión de ayudar a tus familiares y de estar pendiente de ellos”, dice Yuleima Páez, que emigró de Venezuela hace cuatro años. Afirma que cuando llegó “podía enviar mucho más” y que ahora para poder mantener esa ayuda necesita al menos dos trabajos. “Las casas de envío también te quitan un porcentaje”, sostiene.
El economista y diputado nacional Martín Tetaz explica que esto se debe al “tipo de cambio real al cual efectivamente se pueden hacer esas remesas”. Agrega que cuando el dólar en Argentina está caro y barato en el país de origen, “el sentido se invierte”.
Para María Barbarino, que también es venezolana, lo que cambió es el esfuerzo que tiene que hacer. “No puedo dejar de enviar, porque allá viven mi abuela y mi tía”. Sin embargo, cuenta: “Tengo que enviar muchísima más cantidad de dinero”, lo que le demanda horas extras y cada vez más recortes en sus gastos: “He tenido que bajar mi calidad de vida”.
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Érika Luján es de Colombia, y afirma que antes enviaba dinero a su hijo y a su madre todos los meses. “Ahora lo hago cada dos o cada tres”. En su caso, la inflación en Argentina le dificulta juntar lo necesario. “Antes mandaba 5 mil pesos y ellos recibían X cantidad de dinero; ahora les mando 10 mil pesos y siguen recibiendo la misma cantidad”. En ese sentido, señala: “El impuesto que hay que pagar para enviar acá es mucho, y es nada lo que ellos reciben allá”.
Tetaz agrega que al tipo de cambio se suman otras trabas que implican mayores costos: “El cepo empieza a imponer distintos tipos de limitaciones y eso encarece el envío”.
Para el economista Orlando Ferreres, fundador de la consultora Orlando J. Ferreres & Asociados, “hoy son más los argentinos que se han ido a vivir fuera del país que los extranjeros que se quedan a vivir en Argentina” y a esto se suman “los altos valores del dólar”.
Yengreidy Ficher llegó de Venezuela en 2018. “Siempre que podíamos, les mandábamos dinero a mi mamá y a la familia de mi esposo. Ahora, hace más de ocho meses que no puedo enviarles”. En su caso, el costo de vida en Argentina y en Venezuela fue determinante: “La devaluación allá no ayuda. Una caja de pastillas para la presión cuesta 150 dólares. Y aquí 150 dólares son 50 mil pesos”.
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Para Elisabeth Bacigalupo, responsable de macro de la consultora Abeceb, son varios los factores que explican la tendencia en Argentina. Por un lado, “salen menos dólares al exterior por las mayores trabas derivadas del restablecimiento del cepo”, algo que tuvo un “impacto pleno a partir de 2020”. Por otro, está “la pérdida de poder adquisitivo en dólares de los ingresos de los residentes”.
Además, la economista considera que el mayor ingreso de dólares puede explicarse “porque los argentinos que pueden trabajar para afuera y obtener ingresos en dólares con el teletrabajo lo están haciendo”.
El economista Fabián Amico, jefe del Instituto Estadístico de los Trabajadores de UMET, coincide con este punto. “La reducción de las emisiones puede tener relación con la mayor rigidez del mercado cambiario, pero hay un segundo factor que vale la pena investigar y que es el de la venta de servicios en el exterior”.
Camila Chamo es argentina, psicóloga, y desde aquí trabajó para una empresa estadounidense de tecnología, en el área de recursos humanos. Dice que si bien este tipo de contrataciones siempre existieron, tuvieron un auge durante la pandemia, porque “todo el mundo empezó a trabajar remoto y las empresas vieron la oportunidad de menores costos”. Los sueldos, afirma, pueden por lo menos cuadruplicar los montos pagados en el país por el mismo trabajo.
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Tetaz insiste en que lo determinante es el tipo de cambio. “Cuando el tipo de cambio está barato en Argentina, eso te genera dos flujos: un flujo de personas que ingresan a trabajar, y un flujo monetario que manda esa persona al lugar de origen”. Para el economista, un ejemplo claro “es el de la migración de República Dominicana en los 90, que llegó por el uno a uno”.
Rosa Méndez es de Venezuela. Llegó a Argentina en 2019, y su hijo quedó allá. Tiene varios trabajos, pero aun así “a veces se me ha complicado poder enviar remesas”. El costo de vida hace cada vez más difícil la situación. “A veces queremos que el día en vez de 24 horas tenga 48”.
Cuenta que, además de argentinos, conoció mucha gente de República Dominicana. Afirma que algunos se fueron porque “se les hacía complicado seguir haciendo aportes a sus familias”.
Rosa dice que a pesar de todo, “Argentina da muchas oportunidades”. Por eso sigue trabajando y capacitándose en enfermería.