Con la debacle que produce el coronavirus, la fuerte emisión del Banco Central para los planes de emergencia, el contado con liquidación por arriba de los $110 y rumores de tensión en las negociaciones con los acreedores externos, empieza a aparecer entre operadores y empresarios una pregunta: ¿hay riesgo de hiperinflación?
En un informe enviado recién a sus clientes por la consultora PxQ, que lidera el economista Emmanuel Alvarez Agis, y con esa pregunta como título, se recorren dos posibles escenarios para este año. Uno, el “positivo”, de cuarentena corta hasta fin de mes y arreglo por la deuda, que implicaría ayuda estatal para sostener empresas y empleos por 201 mil millones de pesos por mes que con algo de obra pública anunciada sumaría hasta fin de año un paquete de $ 657 mil millones, o 2,5% del PBI, con una expansión de la base monetaria al 15% del PBI, por arriba del pico de los últimos 17 años; y otro “negativo”, con cuarentena hasta junio y default de la deuda, donde la ayuda oficial sumaría más de 900 mil millones hasta diciembre (3,2% del PBI) y el déficit primario en 6,5%, en un contexto de aumento del circulante a niveles mayores al 19% del Producto.
El default total, una opción concreta: dogmatismo o razonabilidad
En ambas proyecciones, señala el ex viceministro de Economía del gobierno de Cristina Kirchner, el BCRA asoma como principal motor de financiamiento de los programas de ayuda que si bien no alcanzan más que amortiguar la retracción de la actividad que llegaría al 7,2% en el año en el peor caso, alienta las inquietudes de algunos economistas monetaristas sobre una eventual espiralización de precios, pero que Agis considera improbable.
El trabajo lo dice así: “El motivo principal para descartar el escenario hiperinflacionario es que la mitad de la economía está frenada (tanto la oferta como la demanda) y que la emisión extra que se genera por aumento del gasto del sector público no alcanza para compensar la caída en la demanda agregada”.
Qué es el default técnico y cómo afecta a la economía local
“Esto imposibilita cualquier impulso inflacionario por el lado de la demanda”, subraya, mientras añade que “no se observan drivers que puedan impulsarla tampoco desde el lado de la oferta que tengan que ver con una espiralización del tipo de cambio, en un contexto donde el soberano acumularía reservas tanto como resultado de la recesión como del no pago de la deuda (ya sea por una exitosa reestructuración o por un default)”.