ECONOMIA
Restaurantes en pandemia

Qué significa "barrani", la moda de la gastronomía clandestina

Se puso de moda en las redes y Carlos Maslatón apareció como su vocero en algunos programas. Hay quienes lo consideran "una revolución".

Dante Liporace
Dante Liporace. | Cedoc.

Si revokución "barrani" puede atribuirse a la gastronomía, impulsada por un grupo de dueños de establecimientos que prefieren trabajar a puertas cerradas durante la cuarentena y no facturar sus servicios para no aportar nada al Estado y conservar la poca ganancia que les queda; puede señalarse como "padre de la criatura" a Carlos Maslaton, un representante del Partido Libertario.

Generalmente sube posteos a sus redes mostrando platos con mensajes tales como: "Este sushi además de ser de alta calidad, consumido en algún lugar de la categoría geográfica que la dictadura reputa como AMBA, tiene otras dos grandes ventajas: 1) es clandestino; 2) es barrani. Se lo dedico a los alcahuetes chupamedias del régimen maoísta establecido el 20/3".

Barrani es el nombre de una localidad egipicia también conocida como Sidi Barrani. Se atribuye el término a los turcos sefaradíes que lo usan como sinónimo de "negro" y se usa para mencionar aquello que es "ilegal", "clandestino", "forastero" y como tipo de gastronomía se relaciona con la comida rápida callejera de medio oriente, ausente de toda regulación estatal. 

Una nota publicada en el sitio Cucinare TV alude al ex chef de la Casa Rosada Dante Liporace: "el único aludido con nombre y apellido en esta trama- modere la ola de aperturas por lo bajo, pero no la va a detener. Y lo cita "Tampoco quiero ser el marido cornudo que es el último en enterarse. Si esto sigue vamos a tener que cerrar de todas formas; entre cerrar porque nos fundimos o cerrar porque nos pegan un multazo, la verdad es que prefiero arriesgarme”. Su restaurante recibió una inspección en plena pandemia. Lo atribuye a haber sido el cocinero presidencial durante la época de Mauricio Macri

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Desde la asociación que agrupa a hoteles, restaurantes, confiterías y bares porteños se oponen a las aperturas clandestinas de bares y restaurantes: "No estamos de acuerdo, es un riesgo, es una locura. Empresarios gastronómicos con historia no lo hacen, es gente nueva en el sector. Priorizan lo individual a lo colectivo. Si esto empeora te dejarán reabrir una semana y después te vuelven a cerrar". 

Y sostienen: "Para reabrir un bar o un restaurante chico necesitas $700.000 y eso se perderá. A los empresarios se les venció todo, las gaseosas, las cervezas y nadie se los toma de nuevo. Abrir es arriesgarnos, que crezcan los contagios, es una irresponsabilidad. Esto es una movida política y lo único que quieren es usar la desesperación de la gente".