El área energética se asume en todos los espacios políticos como la más sensible para el próximo gobierno.
Esta semana operadores cercanos al candidato Daniel Scioli, del Frente para la Victoria, confirmaron a Jorge Sapag como eventual ministro de Energía. Sin embargo, el mandatario neuquino se preocupó por negar esa versión. “Hasta ahora no tengo ninguna novedad. Mi vocación es contribuir al desarrollo del país, pero no necesariamente tengo que hacerlo desde un ministerio”, transmitió a sus colaboradores más cercanos.
Es que Sapag camina por una fina cornisa junto con otro de los que aspira a quedarse con la cartera, Diego Bossio, que dejará la titularidad de la Anses para mudarse al Ministerio de Planificación Federal, bastión de Julio De Vido.
La intención del joven economista es seguir ligado a la función pública: hace 20 días rechazó un ofrecimiento para asumir la presidencia del directorio de YPF, la petrolera reestatizada, hoy comandada por Miguel Galuccio.
En un principio trascendió que Bossio se quedaría sólo con Obras Públicas y Vivienda. Pero en los últimos días solicitó a sus colaboradores informes sobre la realidad energética y se puso a estudiar el tema. “Diego es candidato a diputado nacional (ocupa el 4º lugar de la lista del FpV). Cuando asuma Scioli se verá cuál es su rol”, descomprimieron allegados al titular de la Anses.
En caso de que Bossio herede integralmente el control de Planificación, el futuro de Sapag podría estar en el relanzamiento de la Agencia Nacional de Desarrollo de Inversiones, con la mira puesta en conseguir capitales para solventar grandes proyectos hidrocarburíferos y energéticos.
“El éxito de la política económica del próximo gobierno dependerá, en gran medida, de cómo resuelva las serias inconsistencias del sector energético”, reconoció uno de los principales economistas que asesora a Scioli.
El aspecto fiscal es central: el funcionamiento de los sistemas eléctrico y gasífero demandará subsidios por más de $ 130 mil millones en 2015, equivalentes a 4 puntos del PBI. La reducción de esa cifra a niveles más manejables sólo será viable si se logra establecer tarifas residenciales de luz en Buenos Aires que reflejen el costo real de generación y distribución.
“Hoy, la distorsión es total. Hay precios como el de la electricidad que deberían ser mucho más altos. Y otros como el del petróleo crudo en el mercado interno que podrían ser más bajos; hay que balancearlo”, admitió.
