ECONOMIA
Análisis sobre criptomonedas

El Bitcoin y la relación que existe entre los agentes de bolsa y los políticos

Entre restricciones de presupuesto e inversores despistados, lo que nadie quiere leer, pero todos deberían saber.

Bitcoin - Illustrations of Cryptocurrency
Bitcoin - Illustrations of Cryptocurrency | Photographer: Getty Images/Getty Images Europe

La fiesta del Bitcoin nos obliga a los economistas a traer un análisis serio sobre qué está pasando en la economía mundial.

Desde marzo del 2020 a marzo del 2021 el precio de la criptomoneda pasó de 6.000 dólares a algo más de 57.000 dólares lo que significa, para aquellos que hayan invertido en bitcoins al comienzo de ese periodo, una ganancia de aproximadamente 8,5 veces el capital invertido.

Mientras que, del 26 de abril al 25 de mayo de este año, el valor de esta pasó de 54.000 a poco más de 38.000 dólares, lo que significó una caída aproximada del 30% en solo un mes.

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Hoy el valor oscila entre 34.000 y 36.000 dólares, pero quizás cambie al momento de que esta nota sea publicada. Ahora bien, sin crecimiento económico per cápita detrás, la economía termina siendo un juego de suma cero, es decir, para que haya un ganador tiene que necesariamente haber un perdedor. Y aunque parezca una obviedad muchas veces pasa desapercibido.

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Lo preocupante es que quienes invierten en la bolsa creen tener la fórmula de la riqueza, pero pasan por alto que el mercantilismo ya fue inventado muchos siglos atrás.

El concepto de compro barato – vendo caro es algo muy desarrollado en el sistema capitalista y es parte de las relaciones comerciales hace ya varios siglos, la diferencia es que el famoso compro barato vendo caro traía consigo un “valor agregado” a la economía, un ejemplo sencillo: Un kiosquero compra en distintos proveedores una variedad grande de productos y los ofrece a la venta, a la vez el consumidor tiene la posibilidad de elegir frente a tanta variedad en solo un instante de tiempo. El valor agregado acá radica en el ahorro de tiempo del consumidor al elegir entre un producto u otro, ya que si tuviera que investigar los miles de artículos posibles e ir hasta la puerta de cada fabrica para comprarlos el tiempo destinado sería mucho mayor.

Ahora bien, para que un inversor compre barata una acción y la pueda vender más cara (más adelante) significa inexorablemente que alguien la tuvo que vender barata a la vez de que alguien la tiene que comprar más cara. Esto es matemática simple, la única forma de ganar es que otro pierda exactamente lo mismo.

Y aunque muchos asesores sin saber de economía transmitan que invertir en los mercados secundarios de bonos y acciones trae aparejado crecimiento económico, ignoran la diferencia entre el precio de una mercancía y el valor de esta.

El bitcoin es un claro ejemplo de esto, su valor (entendido como el nivel de servicio o satisfacción que brinda) aún no está claro para la sociedad, tampoco se sabe el costo marginal del mismo (es decir el costo por unidad agregada) su “oferta” estable con el paso del tiempo pierde validez a medida que aparecen más monedas encriptadas, poder generar comercio sin tener alguna regulación estatal fomenta el desarrollo de mercados espurios y la fuga de capitales; y aun así su precio que se mueve con vaivenes muy marcados ha tenido un rendimiento espectacular en los últimos años.

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Por otro lado, está a las claras que uno de los principales drivers del crecimiento económico es el ahorro privado y es esencial que este encuentre a través de instituciones económicas los canales para llegar al sector productivo. Pero lamentablemente se ha ignorado durante mucho tiempo el concepto de restricción presupuestaria.

El dinero tiene su correlato en mercancías, y si se gasta más (en mercancías) de lo que se recauda de alguna forma se tiene que pagar, ya sea tomando deuda o aumentando los impuestos y la forma más fácil de recaudar impuestos es a través de la inflación (teóricamente también podría pasar que la tasa de crecimiento económico ex post sea lo suficientemente alta como para incrementar la recaudación y compensar los déficits a la vez que permita pagar los servicios de la deuda).

Emitiendo para compensar los saldos se genera un desequilibrio entre el dinero que circula y las mercancías existentes, este desequilibrio ajusta vía precios lo que implica básicamente una caída del poder adquisitivo de quienes son tenedores del dinero (es decir toda la sociedad en su conjunto).

La caída del poder adquisitivo del dinero vía inflación es básicamente una recaudación implícita que se cobra por adelantado en el momento en el que se emite para compensar los saldos del erario público, por eso es que lo llamamos impuesto inflacionario. En resumidas cuentas, el estado compra mercancías “a cuenta de” en un período y las termina pagando con la recaudación que tiene en los períodos siguientes.

Que la inflación genere distorsiones tales que no se puedan construir instituciones económicas lo suficientemente eficientes como para canalizar el ahorro privado al sector productivo es un costo altísimo que ningún político ha podido o querido ver.

Por ejemplo en Argentina en los últimos 60 años tuvimos casi ininterrumpidamente déficits crónicos en el resultado fiscal primario y el consolidado excepto por pequeñas excepciones (período 2003-9), ese gasto que se hizo sin una recaudación previa de alguna u otra forma se terminó pagando, ya que al final del camino todas las deudas se pagan (no-ponzi rule) y probablemente haya sido con impuesto inflacionario o con alguna transferencia desmedida de riqueza (mega devaluación con confiscación de ahorros privados).

Y si bien la inflación no es unicausal y por lo tanto la emisión monetaria per se no la puede explicar, emitir para cubrir gastos en un contexto inflacionario equivale a tirar nafta en una fogata.

Resumiendo, la forma de generar crecimiento no puede ser invirtiendo en el mercado secundario de capitales bajo la premisa de especular, no hay valor agregado y por lo tanto no hay crecimiento, solo implica una transferencia de riquezas entre privados pero mientras exista déficit fiscal financiado con emisión monetaria e inflación alta sostenida, las personas que quieran ahorrar para un futuro más próspero no van a tener instituciones claras (como por ejemplo los bancos tradicionales) donde invertir sus ahorros, lo que lleva ese ahorro a comprar moneda extranjera, invertir en bitcoins con la esperanza de salvarse de por vida sin hacer nada más que especular o recurrir al mercantilismo del siglo XVII en su expresión más “sui géneris” que es la del mercado secundario de acciones.

La conclusión que vemos es que ni los agentes de bolsa ni quienes son parte de la toma de decisiones dentro de un gobierno llegan a ver los impactos que traen consigo las decisiones que toman.

Invertir en corto para ganar plata en realidad es apostar para ganarle plata a otro agente, y gastar sin tener con que pagar no existe, a la larga alguien lo paga.

* Licenciado en Economía