La producción industrial cerró 2014 a la baja y un bienio sin generar nuevas fuentes de trabajo. Para evitar despidos, sin una recuperación fuerte de la economía internacional y restricción de dólares, el sector apuesta a un eventual aumento del consumo a partir de los estímulos propios del año electoral.
Las perspectivas de bajo crecimiento de Brasil, principal consumidor de las exportaciones industriales argentinas, y la persistencia de la crisis en Europa no son señales alentadoras. La esperanza está puesta en la recuperación de Estados Unidos y los mercados más lejanos como China, aun si crece a “tasas bajas” del 7%.
Por eso la apuesta es interna, a los estímulos que pueda dar el Gobierno como los $ 124 mil millones que inyectarán en el consumo los aumentos jubilatorios de marzo, a los que se sumará la actualización de los subsidios sociales y las paritarias, que ya tendrían el visto bueno oficial para ganarle a la inflación en el año electoral, para compensar la pérdida de poder adquisitivo de cinco puntos de 2014.
El complejo industrial lleva 24 meses sin generar empleos, alertó el secretario de la UIA, José Ignacio de Mendiguren –que milita en las filas del massismo–, que aseguró que los industriales hoy intentan que no haya despidos. “Para revertir la tendencia, el país debería crecer al 3%”, para lo que a su vez hacen falta seis puntos más de inversión, agregó.
El año pasado dejó una caída de 2,3% reconocida por el Indec, que también señaló que se perdieron 2% de puestos de trabajo en la industria, lo que equivale a unos 20 mil trabajadores. El número es similar al que el sindicato de la Construcción –la Uocra– denunció en su sector.
Las horas extra, en líneas generales, pasaron a la historia. Es más, a nivel industrial las horas trabajadas cayeron 3%, como una de las formas del sector de evitar despidos. Y la cifra de pérdida de puestos de trabajo no es mayor por los grises de la legislación laboral.
“En Córdoba, en el sector automotor habría 400 puestos de trabajo perdidos”, relató el titular del Observatorio de Empleo provincial del Partido Obrero, Eduardo Salas. “Pero eso no contempla la cesación de contratos, los retiros voluntarios y las jubilaciones anticipadas. Tampoco a los trabajadores contratados a través de consultoras”, explicó sobre los vericuetos de la legislación a la hora de terminar la relación de dependencia.
La falta de dólares y la pérdida de competitividad pegó más fuerte en el centro del país y la región pampeana, donde están los principales enclaves industriales.
En el cuadro general, en diciembre pasado la industria acumuló 17 meses de caídas consecutivas y el año terminó con la mayor caída en 2014 desde 2002.
Pero la escasez de divisas para importar partes e insumos golpeó también a los sectores protegidos por el Gobierno, como el ensamblado de electrónicos en Tierra del Fuego, donde la producción cayó 10% en el tercer trimestre del año pasado, según Economía y Regiones. Así, en la Patagonia la actividad industrial bajó al 4,4% y en otras regiones, como Cuyo, la caída de ventas al exterior empujó a una baja del 3,8% en su industria.
De los mercados perdidos a la mesa local
Las empresas que perdieron competitividad internacional intentaron volcar en los últimos años la producción a un mercado interno donde además, con menos importaciones, permitieron un diferencial de precio.
El último caso pasó a ser el del aceite de oliva. En 2013 fue declarado “alimento nacional” y en la última semana fue eje de una campaña de Presidencia de la Nación para fomentar su consumo interno después de que las exportaciones cayeron 43%, según la Copal.
“El aceite de oliva extra virgen te trae momentos extra buenos”, dice el aviso que se completa con el eslogan “Tenemos patria”.
La producción de aceite de oliva se destina principalmente al mercado externo. “Es muy baja la proporción de consumo interno”, explicó la gerenta de la Asociación Olivícola Catamarqueña, Bibiana Marabini. “Pero mejorar el consumo interno no soluciona los problemas del sector”, indicó.
En el foro regional de CAME, el titular de la Cámara Olivícola Riojana, Carlos Avaltroni, coincidió con su par de Catamarca. “Fue un año malo para el olivo”, dijo sobre 2014.
Según explicó Marabini, “la crisis de las economías regionales” afectó al producto, que perdió competitividad en uno de los principales mercados: Brasil. Y a manos de industrias como la portuguesa y la española, “que tienen fuertes subsidios a la producción”, explicó.