ECONOMIA
Panorama agropecuario - opinin

Un freno deliberado

¿El objetivo del Gobierno apunta a destruir el aparato productivo más eficiente del país?. Si no fuese así, valdría preguntarse porqué siguen gestándose intrincados sistemas que son casi un facsímil de una máquina de impedir.

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La costumbre argentina de adelantarse a los hechos para hacer proyecciones desde ese lugar, en los últimos cuatro años cruzó la línea de la metáfora campestre de 'contar los terneros antes de la parición' y empezar a juntar leña para el asado: se extendió a una audaz estimación productiva agrícola y al ensanchamiento recaudatorio, incluyendo el destino que se daría a los fondos recaudados, en aras, siempre, claro está, de una justa y equitativa distribución de la riqueza.

De pronto, el reloj del sector más dinámico de la economía nacional (siempre que se lo deje actuar) se detuvo en un paraje casi olvidado llamado realidad, y mostró la crudeza de números que parecieron incomprensibles para quienes no conocen los vaivenes, volatilidad y riesgos del negocio agropecuario en su conjunto.

Como en una pesadilla, las imágenes mostraron rodeos enflaquecidos y diezmados, pasturas borradas de un plumazo y cosechas magras que zamarrearon y mal las aspiraciones de más de uno, aunque los referentes de la producción se hubieran encargado durante años de alertar sobre el devenir de los acontecimientos si se profundizaba el mal trato, con epicentro en la desarticulación de los sistemas comerciales.

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Hoy, el escenario exhibe un retroceso productivo que no es casual. Cayeron las reservas ganaderas en todas las especies, incluyendo los maltratados porcinos; el tambo atraviesa la peor crisis de la historia y la agricultura cerró el grifo de los rindes para ubicarlos en niveles inimaginables.

Es curioso que además de negar esa realidad, desde el más alto poder político no se admita que este triste espectáculo que hoy muestra el país, que fuera 'granero del mundo', tuvo su ámbito de ensayo general para la puesta escénica decisiva en los burocráticos organismos creados al sólo y aparente efecto de destruir, obstaculizando cualquier intento de alinearse con los grandes productores y exportadores del mundo.

Así, y casi 120 años después que Argentina conociera el rigor del desprecio internacional por no abastecer de los cereales que la pampa húmeda supo dejar como trillas, la campaña triguera que se está sembrando dificultosamente tampoco dejará saldo para vender al mundo, ni siquiera a los importadores históricos del grano argentino.

Por entonces, y entre las presidencias de Miguel Juárez Celman y Carlos Pellegrini, hacer inteligencia y logística productiva era casi una quimera. Se sembraba lo que se podía, cualquier cultivo se desarrollaba y la ganadería era entre pampa y montaraz. La cuenta final, empero, cerraba. Hoy, cuando la genética y la tecnología de última generación aportan cuanto se necesita para optimizar rindes en todo lo que se produce, resulta inexplicable, o cuanto menos incomprensible, que se haya llegado a este extremo de agresión a quienes más y en menor tiempo pueden multiplicar divisas para el país.

¿El objetivo apunta a destruir el aparato productivo más eficiente del país?. Si no fuese así, valdría preguntarse porqué siguen gestándose, desde el Gobierno, intrincados sistemas que son casi un facsímil de una máquina de impedir.

Las imágenes que proyectan y han vendido mostrando las medidas para el agro pergeñadas por las gestiones 'K' se parecen bastante a las que hubiese dejado un tifón sobre una playa mansa y tranquila, o como dicen las abuelas: como el paseo de un elefante por un bazar donde se exhibían piezas de cristal, frágiles en apariencia pero creadas con la solidez que se requiere para hacer un culto en el arte de perdurar.

...Y de multiplicarse. Como hubiera sucedido con las producciones agropecuarias del país de no haber mediado tanto desconocimiento (¿o rencor?) entre los artífices de las divisas y los beneficiarios finales de ese logro: las arcas del Estado. De no haber sido ese el eje operativo, resulta inexplicable que se hayan aplicado castigos -que se profundizan aceleradamente-, como retenciones, alta carga impositiva y fuerte intervención en el comercio sectorial. Desde hace cuatro años y sin parar. Vale la pena recordarlo.

 

(*) Agencia DYN