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Tapabocas y distanciamiento social: definen el protocolo para volver a clases en las universidades

Además, impulsan articular el último año de la educación superior obligatoria con el ingreso, postergado a mayo. Qué medidas tomarán. Galería de fotos

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| Prensa UBA

Con distanciamiento social y tapabocas de uso tanto en las aulas como en las áreas comunes, más medidas de higiene básica -agua, jabón y alcohol en gel o en solución- disponibles en todas las sedes: el protocolo que las universidades aprobaron este martes 7 para el retorno presencial a la actividad académica cuando la situación epidemiológica lo permita es similar al de la educación obligatoria, pero suma además una diferencia. 

Tanto al cuerpo docente como al personal no docente y los alumnos se les medirá la temperatura corporal al momento de ingresar. Si presentan 37,5º o más, no podrán permanecer en las sedes de cada facultad. 

A una semana de la presentación del protocolo federal para los niveles iniciales, primarios y secundarios, el Ministerio de Educación de la Nación -a través de la Secretaría de Políticas Universitarias-, junto con el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) y el Consejo de Rectores de Universidades Privadas (CRUP) aprobaron de forma unánime el protocolo marco y los lineamientos generales para el retorno a las actividades académicas presenciales en las universidades e institutos universitarios. 

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La regulación, que establece una base sobre la cual cada institución deberá elaborar sus propios lineamientos, se basa en “criterios sanitarios y de higiene, salud y seguridad, así como también de organización académica y pedagógica. El mismo establece acciones preparatorias y un monitoreo constante de las actividades y es el resultado de un proceso consensuado y de amplia participación en el que se consideraron los aportes de especialistas, universidades, centros de estudiantes, sindicatos, entre otros, en base a un documento elaborado en conjunto con el Ministerio de Salud”, establecieron los especialistas al momento de su presentación.

Tal como adelantó Perfil, para poder evitar la deserción del ingreso universitario, pero también para dar un cierre “adecuado” al último año de educación obligatoria, el Ministerio de Educación nacional avanza en un proyecto que busca “estirar” el ciclo lectivo a los alumnos que estén terminando quinto o sexto año en 2020 a un trimestre entre febrero y abril de 2021, en el cual se verían contenidos esenciales para poder cerrar el ciclo de 14 años de formación escolar. Eso permitiría, además, poder aplazar hasta mayo -o junio- la presentación de la documentación requerida para poder ingresar a la universidad. 

En cada jurisdicción, esas fechas variarán dependiendo de cuándo se realice el regreso a clases en forma presencial, suspendida en todo el país por la pandemia del coronavirus. Según pudo averiguar Perfil, ese calendario especial tendrá dos patas. Por un lado, entre febrero y abril, los alumnos de quinto o sexto año según la jurisdicción cerrarán su ciclo escolar con aquellos contenidos que no se pudieron dar durante 2020. Luego, la inscripción a las universidades e institutos superiores se prorrogará hasta mayo o junio, cuando deberán presentar la documentación que acredite haber terminado la secundaria. Las fechas, aclaran, podrían variar en base a cuándo se retome el ciclo escolar presencial en cada provincia.

Buscan extender el fin del secundario a 2021 

Durante la presentación del protocolo consensuado, el ministro de Educación de la Nación, Nicolás Trotta, dijo que “el compromiso del cuidado de la salud es nuestra prioridad. Creemos que la construcción del regreso a la presencialidad demanda de profundos consensos de toda la comunidad educativa. La decisión del regreso físico a las aulas será tomada por cada rector y rectora una vez que la situación epidemiológica de cada región así lo permita y se garanticen las condiciones sanitarias establecidas en los protocolos”.  

Por su parte, el secretario de Políticas Universitarias, Jaime Perczyk celebró “la aprobación del instrumento colectivo que nos permite planificar el regreso” y sintetizó tres objetivos alcanzados: “Hemos logrado preservar la salud de nuestras y nuestros estudiantes y docentes al momento de suspender la presencialidad. También, logramos sostener el derecho a la educación pudiendo brindar un primer cuatrimestre en el que las y los jóvenes universitarios han accedido a clases virtuales. Por último, garantizamos la calidad académica para 2.200.000 de alumnas y alumnos”.

Entre los lineamientos generales para la reapertura de clases presenciales, se destacan los criterios de implementación de protocolos en las universidades e institutos universitarios según la situación o fase epidemiológica que transita. También buscan generar en cada institución un plan en conjunto con la comunidad educativa para “evaluar posibilidades de implementación, y resguardar a los grupos más impactados por la pandemia para disminuir desigualdades”, informaron. 

También se busca “profundizar el vínculo y la comunicación entre los sectores de salud, educación y desarrollo social como así también con los municipios para resolver problemas territoriales específicos”. 

Por último, “optimizar la infraestructura sanitaria en cada una de las casas de estudio y eliminar las actividades masivas presenciales”, como actos de colación de grados, efemérides y otros.