Nicolás Trotta participó de una conferencia de prensa organizada por estudiantes de la Facultad de Comunicación de la Universidad del Sur de Buenos Aires (USBA) del Grupo Perfil, en la que habló sobre la gestión del justicialismo durante la pandemia. "La administración de la pandemia será recordada de una forma satisfactoria, teniendo en cuenta un escenario de mucho dolor, mucha incertidumbre social y lógicamente de mucho enojo. La sociedad posa su enojo en los gobiernos, y puede ser justo o injusto, pero es una realidad. Eso lo transformó todo y, en términos políticos, Alberto terminó siendo un presidente opaco", sostuvo.
El ex ministro de Educación del Frente de Todos también se refirió a la reforma que está implementando la provincia de Buenos Aires para modificar el sistema de repitencia entre los estudiantes secundarios. "La cuestión no es si deben repetir o no, sino qué estrategias vamos a implementar para apoyar a estos estudiantes en sus trayectorias educativas débiles y asegurar que realmente aprendan. Que no solo vayan a la escuela, sino que vayan a aprender", destacó Trotta en el Ciclo de Entrevistas a cargo de Rodrigo Lloret, director de Perfil Educación y vicerrector de USBA.
—En el marco de la reforma educativa 2025 de la provincia de Buenos Aires, ¿cuál es su opinión sobre la propuesta de eliminar la repitencia en las escuelas secundarias?
—Ese es uno de los niveles de la educación obligatoria. El nivel secundario, presenta los mayores desafíos de cara a lo que es la propia transformación que están viviendo las sociedades y los procesos de aprendizaje y enseñanza. Me parece que el proceso de transformación de la escuela secundaria, que se está llevando a cabo en muchas jurisdicciones del país, enfrenta varios desafíos. Por un lado, están las políticas de un Estado nacional que, lamentablemente, se está retrayendo debido a la desinversión en múltiples aspectos. Uno de los sectores afectados es el incentivo docente, esa porción del salario de los maestros y maestras de todo el país que paga el Estado. Estos cambios en las escuelas de la provincia de Buenos Aires son fundamental, entre otros aspectos, porque es casi el 40% del sistema educativo de la Argentina, no por su peso territorial sino por su peso poblacional. La repitencia es un instrumento que permite organizar las trayectorias educativas más débiles, que tienen como consecuencia adeudar materias en las cuales los estudiantes no logran acreditar esos aprendizajes, entonces ahí lo que tenemos que ver es cuál es la mejor manera de organizar el trayecto educativo. Cuando un estudiante repite el año porque adeuda un número de materias, que varía según la jurisdicción, es un paso que acelera la expulsión del sistema educativo. Lo que tenemos que analizar es si sirve la repitencia como una herramienta para fortalecer la trayectoria educativa de un estudiante. El Estado tiene que poner el foco en que los estudiantes que adeudan materias no pierdan la posibilidad de continuar su escuela secundaria, con sus compañeros, con su grupo de pertenencia. Lo más importante es qué le ofrecemos a esos estudiantes que tienen trayectorias débiles.
—¿Qué medidas específicas propone usted para fortalecer las trayectorias educativas de los estudiantes en situación de vulnerabilidad y garantizar que no solo asistan a la escuela, sino que realmente logren aprender?
—No siempre, pero en muchos de los casos la repitencia es reflejo de una situación de vulnerabilidad de múltiples derechos, porque recordemos que siete de cada diez niños y adolescentes en la Argentina están en una situación de vulnerabilidad, de fragilidad social. Ahí también vemos como la escuela tiene múltiples desafíos que no sólo es enseñar y que nuestros chicos aprendan, sino también decir presente en una sociedad tan fraccionaria y que impacta con mucha más crudeza en nuestros adolescentes y en nuestros niños. Creo que la pregunta de fondo no es repitencia si, o repitencia no, que en ambos modelos repitan los chicos y tengan que recusar todas las materias nuevamente, o tener la posibilidad de continuar con sus compañeros. En ninguno de los dos casos, ya sea que los estudiantes repitan el año o continúen con sus compañeros, se garantiza que aprendan lo que no han logrado aprobar en las distintas instancias de exámenes. Por lo tanto, la cuestión no es si deben repetir o no, sino qué estrategias vamos a implementar para apoyar a estos estudiantes en sus trayectorias educativas débiles y asegurar que realmente aprendan. Que no solo vayan a la escuela, sino que vayan a aprender. Ahí es donde creo que tiene el principal desafío el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires. Implica aumentar la inversión, poner el foco en la formación de nuestros maestros, y generar los equipos docentes y otro nivel de infraestructura.

—¿Qué opina sobre el pobre resultado que obtienen los estudiantes argentinos en las pruebas internacionales?
—En nuestra región las escuelas presentan enormes debilidades para lograr que, cerrando cada ciclo de la educación obligatoria, nuestros estudiantes puedan acreditar los objetivos que se trazan para cada uno de ellos. Nadie está satisfecho con los resultados que estamos recibiendo en las instancias de evaluación, tanto nacionales como las pruebas estandarizadas internacionales en las cuales la Argentina participa. Confirma un estancamiento en el sistema educativo de la Argentina que ha tenido a lo largo de los últimos veinte. No hemos logrado dar el salto en ir mejorando la calidad educativa y transformando la manera que se enseña dentro y por fuera de las escuelas. Lo que ocurre en las cocinas de nuestros hogares, impacta en el desarrollo escolar.
—¿Qué significó para usted la marcha universitaria del 23 de abril?
—Yo creo que fue un punto de inflexión para un gobierno de breve recorrido como es el gobierno de Javier Milei. Adoptó decisiones que terminaron afectando aspectos que, si bien la sociedad argentina considera que siempre pueden ser mejorados, funcionan de manera más que satisfactoria en la Argentina. El ataque frontal a nuestro sistema universitario a partir del desfinanciamiento generó una enorme angustia, no solo en estudiantes y docentes, sino que también implicó un fuerte impacto en los procesos de creación de conocimiento. Tenemos que ser conscientes que la matriz científico-tecnológica de la Argentina está principalmente alojada en el sistema universitario nacional. Creo que la movilización social fue una movilización transversal. Había estudiantes, docentes, investigadores universitarios y del Conicet. Se calcula que un millón y medio de personas participaron, y no solo en la Región Metropolitana de Buenos Aires. Para el Gobierno representó un golpe muy fuerte. Están llevando adelante un esquema de destrucción del Estado desde el Estado. En ningún país del mundo se ha implementado una agenda de desarrollo con un Estado ausente.
—¿Por qué cree que el proyecto de Ley Base excluyó la declaración de la educación como servicio esencial?
—Me parece que la discusión de la educación como un servicio esencial es una discusión engañosa. Generalmente los que pretenden imponer a la educación como algo esencial son los primeros que la desfinancian. Entonces creo que tenemos que poner el foco en analizar lo que han sido las políticas educativas desde la recuperación de la democracia en los ochenta. Los conflictos recurrentes en el ámbito educativo, en gran medida, han surgido debido a la continua postergación salarial de los docentes a lo largo de la historia. Esto incluye la reciente decisión del gobierno de no aumentar el incentivo docente, una herramienta vital para el sector, lo que ha generado tensiones y descontento en la comunidad educativa. Considero fundamental explorar otras vías para abogar por mejoras salariales, mejores oportunidades de formación para los maestros, y discutir sobre la infraestructura escolar, incluyendo equipamiento como computadoras y libros. Este gobierno no solo ha dejado de pagar el incentivo docente, sino que también ha detenido todas las obras de infraestructura en las escuelas de educación obligatoria, así como la inversión en infraestructura universitaria. Además, ha interrumpido la distribución de libros y la conectividad a Internet en muchas escuelas de Argentina. Estos son solo algunos ejemplos de los desafíos que enfrentamos. El sistema educativo debería ir de la mano de un compromiso de sostenimiento y aumento constante de la inversión.
—Entre los docentes, es común escuchar que la calidad educativa está condicionada por los bajos salarios. ¿El fracaso del sistema educativo está vinculados a esta situación?
—No considero que el sistema educativo argentino sea un fracaso, aunque tiene grandes deudas pendientes. Comparado con otros países de América Latina, Argentina aún mantiene factores diferenciadores en su progreso, aunque ha perdido la preponderancia que tenía en el pasado. El desafío principal es abordar las asimetrías de desarrollo en el país. Gestionar la educación en Buenos Aires es muy distinto a hacerlo en provincias rurales como Santiago del Estero. Para mejorar la calidad educativa, necesitamos un modelo económico que promueva igualdad social y menor pobreza, además de un proceso de federalización del sistema educativo. Es esencial que el Estado Nacional aumente su inversión. También debemos fortalecer y acreditar los Institutos de Formación Docente y liberar a las escuelas de responsabilidades sociales y sanitarias que deberían ser asumidas por otras áreas del Estado. Cualquier mejora requiere consenso y la participación de todos los actores: familias, estudiantes y docentes. Las decisiones educativas que tomemos hoy influirán en el futuro, por lo que debemos trabajar con responsabilidad y visión a largo plazo.
—Durante la pandemia, el gobierno de Alberto Fernández recibió numerosas críticas, entre las cuales se encuentra la gestión educativa que estuvo a su cargo. Pero también hubo muchos cuestionamientos en otras áreas y fueron críticas que, incluso, fueron hechas dentro del peronismo. ¿Considera que Alberto estaba realmente capacitado para asumir la presidencia?
—Yo creo que sí estaba capacitado. Era una persona de una amplísima trayectoria política. Fue parte del gabinete en un momento de fuerte recuperación de nuestro país durante los cuatro años y medio de la gestión de Néstor Kirchner. Le tocó un momento de enorme complejidad no sólo por la pandemia, sino también por los condicionamientos que implicaba el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y el enorme endeudamiento que tenía la Argentina. Me parece que careció de dos aspectos centrales: uno es de comprender que era la primera vez que el peronismo gobernaba a partir de una especie de coalición. No era la primera vez que el presidente no era el principal dirigente de su fuerza. Esto que implicaba, que, si bien era un actor central, debía construir consensos y diálogo permanente con los otros actores centrales de su fuerza política, principalmente la vicepresidenta.
—¿Cómo cree que va a ser recordada la presidencia de Alberto Fernández?
—Alberto Fernández va a ser recordado como el presidente de la pandemia. La sociedad había depositado, no solo en Alberto, sino también en nuestra fuerza política una expectativa para resolver una serie de aspectos, como el endeudamiento con el Fondo Monetario. La administración de la pandemia será recordada de una forma satisfactoria, teniendo en cuenta un escenario de mucho dolor, mucha incertidumbre social y lógicamente de mucho enojo. La sociedad posa su enojo en los gobiernos, y puede ser justo o injusto, pero es una realidad. Eso lo transformó todo y, en términos políticos, Alberto terminó siendo un presidente opaco.
—Agradecemos su participación en este Ciclo de Entrevistas organizado por estudiantes de la Universidad del Sur de Buenos Aires (USBA) y le damos la posibilidad de cerrar el reportaje con un comentario final.
—Primero agradecerles a ustedes. Y reconocer como hago siempre, el trabajo que lleva adelante Perfil, en términos de garantizar un espacio plural de ideas y defender el derecho a la libertad de expresión. También quiero solidarizarme con la Editorial Perfil y con su director, Jorge Fontevecchia. Estamos transitando una crisis social, que, por supuesto no es responsabilidad de Milei. Pero si debería recapacitar y ser consciente del destino de los argentinos.
Brenda Martínez García, Julia Martínez y Edgardo Paredes
Estudiantes de la Facultad de Comunicación
Universidad del Sur de Buenos Aires (USBA)