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CRISIS EN VENEZUELA

Gerardo Carrero, líder de La Resistencia: "En La Tumba literalmente se vive enterrado bajo tierra"

Pasó los últimos diez años luchando por la democracia en Venezuela: "Mi misión de vida es constituir a la libertad en mi país", asegura en conversación telefónica con PERFIL.

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Represión en Venezuela. | AFP

Gerardo Carrero, líder de La Resistencia, ha pasado los últimos diez años luchando por la democracia en Venezuela: “Mi misión de vida es constituir a la libertad en mi país”, asegura en conversación telefónica con PERFIL.

“En 2014 armamos 29 acampes estudiantiles de "Conciencia Nacional" –dice–, el mío estaba en Caracas. Nicolás Maduro manda detener en una noche a 230 estudiantes. Quien me arresta fue Manuel Quevedo, hoy presidente de la petrolera PDVSA. Por entonces era jefe del Comando Regional Nº 5, actuaba con el ministro de Justicia Miguel Rodríguez Torres y la fiscal Luisa Ortega Díaz. Quevedo personalmente me colocó las esposas y me lleva preso sin derecho a un abogado. Desde entonces ha escalado sin escrúpulos. Ser buen alumno del régimen de Maduro tiene premio”.

Helicoide. La mayoría de los estudiantes fueron liberados, pero los cuatro organizadores quedaron presos en el edificio del Helicoide que pertenece al Sebin.

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Al llegar, los metieron en un espacio de 5 x 5, para cincuenta presos políticos y comunes. Carrero recuerda que “el lugar era sofocante. No había espacio para estirarse. En un mismo balde orinaban y en una sola hoja de diario defecaban todos. El olor putrefacto no se puede describir. La comida que recibían una o dos veces al día, era poca y en mal estado. Cada tanto podían asearse. Arriba del calabozo estaba la sala de torturas. Sistemáticamente escuchaban la electricidad y el grito desgarrador casi de inmediato”.

Se les prohibió tener abogados y actuó un “defensor oficial del régimen”. Luego de un tiempo solo pudieron recibir visitas de los familiares.

Huelga de hambre. Para protestar por la falta de garantías constitucionales, Carrero inició una huelga de hambre. Su lucha se filtró y viralizó en redes sociales. Por la presión mediática, el subdirector del Sebin le ofrece salir del Helicoide si abandona la huelga, pero no aceptó. Exigía la libertad para todos sus compañeros.

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En castigo es llevado directo a la sala de torturas. “En ese trayecto tuve la certeza que lo había hecho bien, como venezolano y como hombre. Para cuando comienza la tortura ya había pasado por todos los estados, porque somos humanos y tenemos miedo, pero yo me sentía el ser humano más libre del mundo”, asegura Carrero.

La Tumba. Carrero fue el primer estudiante que llegó a La Tumba, cuenta que “no hay ventanas, todo está pintado de blanco, no se distingue el día de la noche. Se pierde la orientación, no hay paso del tiempo. Las celdas se controlan con cámaras y micrófonos. Son espacios de 2 por 2 metros. Para llegar al calabozo se cruzan cuatro puertas blindadas. El aire acondicionado está tan bajo que quema la piel. Se vive literalmente enterrado bajo tierra”.

—¿Qué implicó en su vida haber pasado por La Tumba?

—Había confirmado que la dictadura era total. Estaba destruido. A los tres días de llegar intenté suicidarme colgándome con una sábana.

Pensé que podía ser un testimonio. La gente iba a preguntar qué pasó. El suicidio no es un acto de valentía, ni de cobardía; es un acto para dar descanso al cuerpo. Llega como la necesidad de tomar agua después de jugar al futbol. Para mí, fue un golpe psicológico. Ese día, por las cámaras, me vio un guardia y corrió a descolgarme. Se me tiró encima y dijo: “Carrero no les haga el juego, muchos jóvenes como yo confiamos en usted”.

—¿Cómo salió?

—Pasé siete meses en La Tumba. Oraba y meditaba. Mi huelga llegó a oídos de la fiscal Luisa Ortega Díaz. Ella me dio traslado de nuevo al Helicoide, donde permanecí dos años más.