En los últimos años la escuela secundaria ha sido objeto de múltiples cuestionamientos por su funcionamiento, los métodos y temáticas de enseñanza o por su (falta de) adecuación a un mundo de cambios vertiginosos. En algunos casos las críticas enfatizan la necesidad de enseñar otro tipo de saberes, en otras oportunidades refieren a la importancia de pensar “una escuela para el futuro”; muchas veces se cuestiona a quienes la transitan cotidianamente, sea por el nivel de los estudiantes o la formación de los profesores.
En el contexto pospandemia estos debates se reactualizaron. Como ya fue detallado por muchas investigaciones y notas de opinión –y tal como lo sufrimos quienes tenemos algún contacto con el sistema educativo–, durante la denominada continuidad educativa las instituciones reprodujeron los mismos claroscuros, que en la presencialidad, la desigualdad existente en las experiencias educativas cobró visibilidad.
Éste fue el punto de partida para plantear algunas discusiones que intenté abordar en el libro Hoy es mañana. Reflexiones sobre tiempo, escuela y jóvenes, que editó recientemente Aique, en la colección Política y Educación dirigida por Roxana Perazza. El libro, que cuenta con un prólogo a cargo de Inés Dussel, trata sobre la escuela secundaria, pero haciendo foco en la experiencia escolar juvenil, considerando qué les pasa a los y las jóvenes cuando están en la escuela secundaria, qué hacen durante su tiempo ahí, cómo transitaron la pandemia y el regreso a la presencialidad, cómo participan, qué expectativas tienen sobre el futuro, qué se imaginan haciendo dentro de unos años.
El trabajo, que recoge hallazgos de investigaciones realizadas por el equipo de investigación que coordino en Flacso, tiene la intención de aportar ideas para la agenda de los desafíos que enfrenta el sistema educativo.
El libro aborda estas cuestiones en cuatro capítulos que exploran diferentes dimensiones de lo escolar y lo juvenil, pero con un hilo conductor que trama y otorga sentido de conjunto al trabajo, pensando desde la noción de tiempo. Como sabemos, en el sistema educativo tenemos una relación contradictoria con el tiempo: la educación encarna la promesa del futuro, pero muchas veces los actores escolares añoramos el pasado. Estas percepciones afectan los sentidos que se ponen en juego en la escuela secundaria, los imaginarios –muchas veces discordantes– entre la propuesta escolar y los ritmos juveniles, entre las miradas y expectativas del mundo adulto y las formas en que las nuevas generaciones viven su tiempo en las escuelas.
El primer capítulo brinda un panorama de la situación del nivel considerando algunos indicadores y tendencias. Desde hace unos años el nivel secundario, y también la educación superior, se caracterizan por una dinámica de crecimiento y expansión donde se extiende la oferta en lugares del territorio donde las condiciones de accesibilidad no estaban presentes. Este proceso de incorporación de nuevas camadas juveniles al nivel secundario parece tener un carácter escalonado en tanto el primer ciclo muestra una cobertura mucho más amplia que el segundo. Es decir que, más allá de la generación de una oferta institucional amplia, persisten dificultades entrelazadas en cuanto al acceso y la trayectoria. Por su parte, las tasas de repitencia no han variado significativamente en los últimos años, tampoco el indicador usualmente considerado como de “abandono escolar”. La realidad regional, e incluso al interior de cada jurisdicción, muestra un panorama variopinto, con diferencias en el comportamiento de los indicadores de acuerdo con el lugar del país o territorio y con su distribución entre gestión estatal y privada o modalidad.
Estas dificultades afectan el tiempo considerado ideal para la finalización de los estudios. De acuerdo con las tasas de egreso, un tercio de los estudiantes finaliza con una trayectoria continua y sin repetición, lo que solemos llamar “en tiempo y forma”. Pero hay muchos más que terminan en más años de los considerados ideales o ya en otros formatos o modalidades. Para muchos y muchas jóvenes estar en la escuela es recuperar un tiempo para sí, un tiempo distinto o diferente a su cotidianeidad en otros ámbitos. Sin embargo, puede llevar a tener que transitar la secundaria en tiempos diferentes o que en muchos casos se requiera de más tiempo para aprender. Más que sumar horas en la escuela, quizá se trate de lograr dinámicas que permitan contemplar los diferentes tiempos de cada quien.
Esta temporalidad se presenta en múltiples planos. Los usos del tiempo en la institución y su complementariedad –o no– con actividades laborales, de cuidado, ocio, participación o interés en cuestiones políticas. Ese segundo capítulo está organizado en tres partes: el inicio (la definición de a qué escuela asistir), el durante (que examina las experiencias juveniles en las instituciones y se organiza en dos partes para pensar la pandemia y pospandemia) y el futuro (explorando en sus expectativas sobre qué hacer cuando finalicen la escuela, tanto en cuanto a estudios, trabajo o dónde se imaginan viviendo).
El tercer capítulo indaga en las dinámicas de construcción de la ciudadanía, analizando las formas de participación, así como las demandas y tipos de acciones que los estudiantes realizan. Ese capítulo, pensado como un mosaico que muestra distintas piezas y formas, apela a escenas escolares para pensar los procesos de politización y las formas de construcción de la ciudadanía. Allí indagamos en diferentes dimensiones, que abarcan desde los temas sobre los que se puede y no hablar en la escuela, el “pasar” por las aulas, las cuestiones vinculadas a la vestimenta y la Educación Sexual Integral (ESI), hasta las “tomas” de instituciones.
Cierra el libro un capítulo colectivo pensado a modo de conversatorio: “La escuela secundaria ante cambios e incertidumbres”, en el que se recupera el diálogo que tuvieron los estudiantes Julieta Bastus y Camilo Carrera Romero, tres docentes y parte de equipos directivos: Sandra Bembo; Griselda Galarza; Carla Fodor y Pablo Vommaro (IIGG-UBA/Conicet-Clacso) y Diego Gurvich (Centro de Estudios en Políticas Sociales y Educativas de Rosario, Santa Fe).
En definitiva, el libro aporta a la discusión sobre la escuela secundaria, contemplando diversas aristas. Por un lado, la constatación de la ausencia de transiciones lineales, la necesidad de prestar atención a una multiplicidad de itinerarios, la diversidad de formas de ser joven y la heterogeneidad de experiencias. Un escenario mucho más complejo, pero a la vez enriquecido si contemplamos la diversidad como un aspecto que enriquece a la sociedad. Por otro, el reconocimiento de que la experiencia escolar ha cambiado en su sentido más concreto, más por los cambios en la estructura social y modos de inserción que por modificaciones de las dinámicas escolares. Efectivamente, los jóvenes y los adultos que se encuentran estos tiempos en las escuelas atraviesan mayores niveles de incertidumbre que las generaciones precedentes.
La organización curricular, el “peso” de cada materia, las formas de trabajo docente, el tipo de vínculos que se construyen son todas aristas que influyen en las características que asumen los recorridos juveniles. Los ejes planteados nos permiten reflexionar sobre los desafíos que las transformaciones culturales suponen para la construcción de vínculos intergeneracionales robustos y la circulación del conocimiento. El estudio de estas cuestiones sirve, también, como una hoja de ruta a futuro que permite imaginar las diferentes problemáticas que enfrentan las políticas educativas. Fuera cual fuese ese futuro, especialmente en el caso de la escuela secundaria y de quienes piensan continuar estudios superiores, los sistemas educativos enfrentarán la disyuntiva de cómo reconfigurar los vínculos inter e intrageneracionales. Estas características del sistema educativo contribuyen a conformar diferentes imaginarios sobre su experiencia educativa, las implicancias de estudiar en determinado tipo de institución y las expectativas sobre su formación. En un contexto de crecientes dificultades socioeconómicas para sostener los procesos educativos, los jóvenes transitan, cual timoneles, en un mar de incertidumbres intentando sostener su experiencia escolar y las expectativas acerca del futuro.
*Investigador Iicsal-Conicet/Flacso. Coordinador académico Doctorado en Ciencias Sociales Flacso.