ESPECTACULOS
VIctor Torres

“No me interesaría ser muy famoso”

El barítono argentino protagoniza Volo di notte, en el Colón. Destaca la acústica del Teatro y recuerda a Caruso y Pavarotti.

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Ensayo. El argentino Víctor Torres en el ensayo que se realizó en el Teatro Colón para Volo di notte. | Gza. teatro Colón
Durante tres funciones (23, 25 y 26 de octubre), el Teatro Colón ofrecerá un programa operístico centrado en el siglo XX. Dos obras del italiano Luigi Dallapiccola (1904-1975) integrarán la próxima propuesta, que fusiona particularmente música y literatura, experiencias sonoras vanguardistas cercanas al dodecafonismo y textos de autores franceses de gran expresividad y simbolismo, como Auguste Villiers de L’Isle-Adam (1838-1889) y Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944). Sobre los famosos Cuentos crueles del primero, se verá Il prigioniero (de 1949). Por su parte, Volo di notte (de 1940) es la ópera en un acto basada en la novela Vol de nuit, que tantos puntos en común guarda con la propia vida del autor de El principito. En la versión operística local –con dirección musical de Christian Baldini, dirección de escena del polaco Michal Znaniecki y coreografía, para bailarines y acróbatas, de Diana Theocharidis–, el barítono argentino Víctor Torres protagonizará Volo di notte. Allí se convertirá en Rivière, personaje que, como Saint-Exupéry, es aviador, trabaja en el correo y la muerte lo acecha cuando de volar se trata.

—¿Cómo caracterizarías a Rivière?
—Es el jefe de la compañía del correo nocturno. Es un personaje visionario, que sólo piensa en el paso próximo y que no puede andar midiendo las consecuencias de sus actos. El correo es su sueño, su vida, su razón de vivir; los demás personajes lo ven como una persona cruel, si bien él no hace daño, sino, en todo caso, un daño colateral. Como él, todos tenemos siempre algún sueño, que no se puede resignar. Pese a que los personajes de los trabajadores se quejan porque dicen que los vuelos nocturnos son peligrosos, él dice que no los puede suspender. Saint-Exupéry trabajó en un correo del sur; hay testimonios de sus viajes, de modo que seguramente se basó en una historia real, pero hay también alguna fantasía. Rivière es un soñador, un hacedor, un jefe.
—¿Cuál es tu vínculo con el Teatro Colón?
—De chiquito iba a ver ópera y ballet con mis padres. Luego, en 1984 empecé a ir a la Escuela del teatro y pasé cinco años estudiando, viendo ensayos, participando de alguna producción. Y después he trabajado muchos años en el Colón, que lo siento como mi casa, que tiene historia en sus paredes y una acústica que sigue siendo famosa.
—¿Qué opinás de trayectorias que, desde el canto lírico, ganaron gran fama, como Pavarotti y, actualmente, Il volo?
—Está muy bien, son pegadas comerciales, son golpes de suerte, hay que tener ganas de hacerlo, hay que poder hacerlo. Pero esos ejemplos no son lo mismo. Il volo son gente más joven que empezó directamente con esto. Pavarotti es un tipo que hizo una carrera de cantante como todo el mundo. Fue ascendiendo, ascendiendo, y llegó un momento en que empezó con esto de las canchas de fútbol; es una manera de llegar a más gente. Es algo que sucedió en todas las épocas. Caruso y todos los cantantes famosos han cantado música popular y se han vuelto muy famosos. A mí no me interesaría.