Un par de semanas lleva Intratables de su relanzamiento, aunque este término suene más a formalismo que a otra cosa. El programa no para desde enero de 2013, y desde entonces marca agenda y genera tanto amantes como detractores. Para el público es una invitación a polemizar, y para Santiago del Moro, la posibilidad de mostrar un camino nunca antes transitado por un conductor de programa político. “Es Argentina, minuto a minuto te da algo nuevo. Intratables en algunos países sería un éxito total como acá, pero en otros sería impensado. No me imagino este programa en Noruega... Los argentinos terminamos debatiendo hasta el costo de una palmera. Temas hay todos los días, con cuestiones más trascendentes que otras; Intratables no deja de ser un show de noticias. Es una mezcla rara de muchos formatos”, explica el también amplio dominador de la FM con su Club Del Moro, ciclo que transformó a La 100 en líder.
—Con el tiempo, ¿algunos políticos te sedujeron el oído o te siguen pareciendo poco creíbles?
—Hay gente muy valiosa dentro de la política y otros que son un mamarracho. El error que cometemos es esperar al mesías que nos salve de todos los males; la solución está en todos nosotros. La política es muy importante como poder de transformación, pero no tiene más importancia que eso. Yo exijo, no me conformo con algunas cosas. El resultado de una gestión está en el número de pobreza. Inflación, seguridad y salud van ahí también. Ese número resume todo. Ese es el gran desafío para este gobierno.
—El año pasado entrevistaste al Presidente. ¿Te quedó algo por preguntarle?
—Jamás en mi vida preparé una entrevista. Obviamente siempre vas con dos o tres temas preparados, pero la nota con Macri se dio de un día para otro. Yo nunca la pedí. Fui con dos o tres cosas que me interesaban, poniéndome en el lugar de qué le pasa a la gente. Yo pregunto así, fácil y concreto. Trato de hablarle a mucha gente al mismo tiempo.
—¿Por qué creés que Cristina no te dio la nota de campaña?
—No sé. Cada uno arma su estrategia. Este año será distinto porque no es electoral. Hay momentos en los que todos quieren venir, y otros en los que después se guardan. Si quieren venir está todo bien; si no, también. Obviamente, hay notas que son más buscadas, pero no reparo en quién viene y quién no… A Cristina la hubiera entrevistado a mi manera, pero no se dio. A lo mejor algún día viene.
—Por ahora, ¿el gobierno de Macri es lo que esperabas?
—No sé. Cuando viajo por el mundo me doy cuenta de que estamos atrasados en la discusión, que hay cosas que no tienen nada que ver. El mundo está planteando otras cosas, nosotros seguimos debatiendo una palmera...
—¿Te sentís creíble para el resto?
—Todo lo construí en base a laburo y la gente recorrió conmigo ese camino. No tengo que explicar mucho. Cuando miro a la cámara y digo que soy una persona honesta no lo digo como un lugar común. Hay un trabajo, una formación y valores. Ser una persona honesta es más que pagar tus impuestos. Nunca en mi vida toqué plata de la política. Ni de pauta ni de nada. Es mi manera de trabajar. Está muy bien que los medios reciban pauta, pero personalmente nunca lo haría. Nunca me mezclé con la política.
—¿Sentís que recibir pauta podría restarte credibilidad?
—Cuando digo que puedo mirar a cámara y puedo decir quién soy, está basado en la libertad con la que me muevo. Si estuviera condicionado, me pesara algo y tuviera plata encima, no podría hacer el programa con la libertad que lo hago. No hay programa en el que desfilen tantas personas por día, todas con micrófonos abiertos. Tengo libertad y espalda para hacerle frente a cualquier cosa que pase en el programa.
—¿Compartís la mirada de que en el medio se labura donde se puede?
—Yo agradezco a las empresas donde trabajo. Siempre pongo condiciones claras. No soy un empleado jodido, pongo mis condiciones de laburo, arreglo mi contrato y después cumplo. No jodo, no falto, me tomo pocas vacaciones, estoy… Soy un trabajador, estoy más de ese lado que del de la figura. Me siento un laburante, me cuesta correrme de lo que siento que soy.
—Pero sos una figura. Te fuiste de una radio a la que le tocó caer a partir de ahí y pasaste a una que desde que llegaste comenzó a ganar…
—Eso fue impresionante, sobre todo por la rapidez. Cuando Beto Casella me llamó, yo nunca había hecho radio mainstream. Me llevaron a una reunión con Daniel Hadad y me dice: “Vos vas a ser primero”. En ese momento Pergolini llevaba veinte años de liderazgo y pensé: “Este hombre está loco”. Empecé poco a poco y a las seis de la mañana fue un furor. Después llegó la posibilidad de irme a La 100, algo que fue muy difícil porque en Pop estaba muy contento. Obviamente, había algunas cartas echadas en relación con el futuro de la empresa.
—¿Eso te ayudó a elegir?
—Sí, creo que fueron muchos factores. Necesitaba dar un paso adelante con respecto al programa. Era la segunda o tercera vez que me llamaban de La 100 y yo dije que no. Es más, mirá lo que son las cosas, me contactaron a través de Daniel Hadad. Cuando me llamó Daniel lo primero que respondí fue que no me interesaba, pero me fui a bañar, salí y le dije “que me llamen”. Me reuní y le avisé a mi equipo que había una posibilidad en cien para irme, pero que si lo hacía, el que quería venía conmigo. Terminé yéndome. Ir a esta empresa me representaba ir a esa radio que mutó en algo fascinante, a través del HD y las redes sociales y la retroalimentación en los contenidos. Estamos siendo parte de esa transición y estoy fascinado.
—¿Algo te hubiera hecho cambiar de decisión?
—En ese momento tenía el contrato con Pop en casa para firmarlo, pero había una historia nueva y me daban todo lo que pedía. La plata era la misma, no me fui por eso. Primero se lo comuniqué a Beto, y después subí a la oficina donde me esperaban para firmar y les dije que me iba. Fue una etapa divina. Ahora estoy expectante con lo que está pasando, porque quedó mucha gente querida ahí y están pasando por algo que podría haberme pasado a mí.
“No me siento Sandro”
—¿Cómo te pega lo que están sufriendo los trabajadores de algunos medios, sobre todo en radio?
—Mucha gente piensa que hay medios inventados, inflados para lavar pauta. Si bien es cierto que hubo mucho de eso, el trabajador no tiene la culpa. Uno es consciente de dónde está y de si es una cosa ficticia por pauta o si es un medio que se sostiene solo. Pop, Radio 10 y C5N son medios muy fuertes. Cuando esta gente compró Pop éramos los números uno, llenos de pauta privada. Muchos compañeros quedan embarrados en un tire y afloje y sin cobrar desde hace meses, sin obra social… Es muy triste. Todos queremos que se respeten las fuentes de laburo.
—¿Tu nena de 7 años tiene conciencia de quién sos para los demás?
—Sabe que trabajo mucho. La mirada de los hijos es muy fuerte, más la de ella, que es muy crítica y estudiosa. Catalina es muy perfeccionista. Sabe y pregunta todo. Por ese nivel de compromiso nos llamaron del colegio y la maestra nos decía que ella ve a la institución como su trabajo, influida por lo que trabajo yo. Un día dijo que su padre dormía la siesta a la tarde, pero no de vago sino porque trabaja mucho… Reivindico mucho el laburo y ganarse las cosas con esfuerzo. Le hago sentir que para acceder a las cosas que tiene debe cumplir con lo suyo. Por supuesto, no es que la siento y le bajo línea, sino que lo transmito con acciones.
—¿Te gusta que te vea así?
—Sí, estoy muy contento con lo que soy. Respeto mucho el trabajo, por concepción familiar. Mi viejo me decía: “Hacé cualquier cosa, pero laburá”.
—Hace poco compartiste una imagen de tu mujer por primera vez. ¿Qué te lleva a ser tan reservado?
—Yo no quiero esconderme de nada, no es que me siento Sandro y que necesito siete paredones de cincuenta metros. Tengo una vida tranquila. No necesito mostrar para laburar. El medio en el que nos movemos tiene mucho de prensa, de cómo se genera un título. Toda la vida trabajé por lo que genero. Nunca necesité exponer a mi familia para ser quien soy.