Andrea, contanos un poco sobre vos: ¿cómo nació tu vocación por la medicina y qué te llevó a especializarte en ginecología y ginecoestética?
Siempre tuve claro que mi especialidad debía ser quirúrgica, porque me apasiona lo práctico, lo manual, la acción y la capacidad de responder en la urgencia. La ginecología y obstetricia me permitieron unir lo mejor de esos dos mundos: el contacto humano con la mujer en el consultorio, y la adrenalina de la obstetricia con partos y cesáreas. Desde entonces, me di cuenta de que era una especialidad muy amplia: planificación familiar, fertilidad, oncología, patología mamaria, ginecoestética… todo dentro del mismo campo. Así fui encontrando mi lugar, hasta dedicarme de lleno a la ginecología y a lo quirúrgico.
En todos estos años de trayectoria, ¿qué aprendizajes personales y profesionales te marcaron más?
Al comienzo, pensaba que todo se resolvía con cirugía. Con los años entendí que escuchar es tan importante como operar. Hoy mi consulta es 80% escucha y 20% devolución, porque de lo que la paciente dice surge la clave para el diagnóstico. Aprendí que cada mujer llega con una necesidad particular y lo fundamental es acompañarla sin juzgar, respetando su confianza y su intimidad.
¿Cómo describirías tu manera de acompañar a las pacientes en momentos tan íntimos y sensibles de su vida?
Para mí, el consultorio debe ser un espacio de confianza y secreto profesional absoluto. La mujer no tiene que tener vergüenza ni miedo de contar lo que le pasa. No juzgo por preferencias o costumbres, mi rol es escuchar y ayudar. Lo esencial es brindar contención, empatía y una mirada profesional que dé respuestas reales a lo que la paciente necesita.

La ginecoestética es un área que todavía muchos desconocen. ¿Qué mitos o prejuicios te gustaría derribar?
Se la ha asociado de manera superficial con “rejuvenecimiento” o procedimientos meramente cosméticos, cuando en realidad va mucho más allá. Es reparadora, regenerativa y funcional. Hablamos de mujeres con dolor en las relaciones, atrofia por menopausia, hiperlaxitud vaginal posterior a los partos, o hiperlaxitud de los labios mayores en pacientes que bajaron mucho peso tras cirugías bariátricas. Estas intervenciones mejoran la calidad de vida y la autoestima. El gran mito es pensar que es algo banal: en verdad, es medicina aplicada al bienestar integral de la mujer.
Más allá de tu profesión, ¿qué cosas te apasionan y te ayudan a mantener el equilibrio entre tu vida personal y laboral?
Soy una apasionada de los caballos: representan fuerza, nobleza y libertad, y me transmiten una energía única. También me encantan las artes marciales, soy cinturón negro cuarto dan de karate, disciplina que me marcó profundamente con su filosofía de vida. Esos espacios me equilibran, me devuelven calma y me recuerdan que, además de médica, soy una mujer con pasiones y sueños propios.
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