Era fácil prever que las relaciones entre Brasil y Estados Unidos sufrirían un deterioro con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. Pero el trato “degradante” dado a los 88 brasileños, deportados el viernes último por los agentes de migraciones de Estados Unidos, elevó el vínculo a un nivel de tensión impensable; especialmente, si se tiene en cuenta que apenas pasaron 7 días desde el inicio del nuevo gobierno en Washington.
Lo cierto es que el grupo de hombres, acompañados por mujeres y niños, fue encadenado de pies y manos al subir al avión. Y el vuelo, que había partido de Virginia, debió ser interrumpido en Panamá por un desperfecto. Luego continuó su ruta hacia Brasil, a donde llegó en malas condiciones.
El episodio retumbó con grandes titulares en la prensa brasileña e internacional, durante todo el fin de semana. Y hoy continúa entre las primerísimos títulos. Ahora se añadió el “conflicto” de Trump con el colombiano Gustavo Petro, con intercambio entre ambos de cero
amabilidad: hubo serias amenazas del norteamericano contra Colombia, cuando dijo que pondría tarifas aduaneras de hasta 50% a los productos importados desde Bogotá, si Petro se animaba a trabar la repatriación de sus connacionales, decidida por el jefe de la Casa Blanca.
Los bruscos giros en las relaciones de Brasil y América Latina con el gobierno Trump
Tanto fue el interés despertado por el asunto que, la palabra Colombia, estuvo esta mañana en el tope del ranking de la Plataforma X: hubo 2,5 millones de publicaciones de sobre el tema. Lo cierto es que la intimidación “trumpista” posteada en la plataforma Truth Social,
mencionaba además “sanciones a los bancos y a las finanzas”, además de suspender las visas a los funcionarios del gobierno latino.
Si algo conmovió a la región sudamericana fue el relato de los brasileños expulsados. Las condiciones realmente violaron todos y cada uno de los Derechos Humanos. Además de ir encadenados, fueron objeto de agresiones por parte de sus guardianes americanos. Uno de ellos relató: “El peor momento fue cuando se rompió el aire acondicionado dentro de la aeronave. Las personas empezaron a
sentirse muy mal, muchas se desmayaron y había llantos ininterrumpidos de chiquito. Es más, durante el vuelo las turbinas se detuvieron y todos pensamos que era el final”.
Otro de los deportados, de nombre Kaleb, dijo que la máquina se estropeó al sobrevolar Manos, lo que la obligó a descender en el aeropuerto de esa ciudad de la selva amazónica, antes de seguir viaje hacia Belo Horizonte (la capital de Minas Gerais), su destino final.
Fue en esas circunstancias que los pasajeros que estaban en el avión comenzaron a gritar socorro, y sus alaridos fueron percibidos por los funcionarios del aeropuerto. De inmediato se exigió la salida de los deportados y fue visible entonces el estado calamitoso en que se
encontraban. Hay videos que atestiguan los hechos, publicados en todos los medios, que pueden ser encontrados en internet.
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El gobierno de Brasil no dejó pasar el acontecimiento. En un comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores, el sábado informaron que pedirían explicaciones de inmediato al gobierno de EE.UU. por la “degradación” a la que fueron sometidos los ciudadanos brasileños expulsados. Es que las revelaciones fueron realmente impactantes: “Vine preso de brazos, piernas y cintura. Nos golpearon y dijeron que iban a derribar el avión. Y que nuestro gobierno no servía para nada” dijo uno de los jóvenes transportados en esas penosas circunstancias. “El avión estaba en condiciones tan precarias que en el viaje vino un aeronauta mecánico”.
El relato de Sandra, una mujer de 36 años, es también estremecedor: “Fue una tortura desde que salimos de Luisiana: es la falta de compromisos que ellos tienen con los seres humanos”. Junto a su esposo, fueron obligados a subir con lo que llevaban puesto y dejaron atrás una casa y un auto de su propiedad.
En Itamaraty no tardaron en reaccionar. Bajo el comando del canciller Mauro Vieira, una circular afirma: “Reunimos informaciones detalladas sobre el tratamiento degradante dispensado a los brasileños y brasileñas esposados, de pies y manos, en el vuelo de repatriación del servicios de inmigración y control de Aduanas de Estados Unidos”.
Informó que “el uso indiscriminado de esposas y cadenas viola los términos del acuerdo con Estados Unidos, que prevé un tratamiento digno, respetuoso y humano”. A continuación, sostuvo que las autoridades brasileñas impidieron “que continuara el vuelo fletado para Belo Horizonte, durante la noche del viernes; tanto en función de las esposas como del mal funcionamiento del sistema de aire
acondicionado del vuelo entre otros problemas”. Y concluyó: “El gobierno brasileño considera inaceptable que no sean respetadas las condiciones pactadas con el gobierno norteamericano”.
Según se informó en el Departamento de Estado, esta semana el secretario Marco Rubio viajara a 5 países de América Latina: Guatemala, El Salvador, Costa Rica, República Dominicana y Panamá. Nada se dijo, en cambio, de alguna visita a los grandes países sudamericanos: México, Colombia y Brasil. Por ahora no aparece en el horizonte de la política externa de Donald Trump.