INTERNACIONAL
Camino a la desmaoizacin

China, igual pero distinta: la cuarta economía mundial

La apertura económica ubica a China como la cuarta economía mundial mientras se impone el diálogo estratégico con Estados Unidos. A 30 años después de la muerte de Mao, el país que aspiraba estar por sobre la historia, hoy es parte de ella.

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En casi tres décadas es evidente la des maoización de la política y la economía. Los textos de Mao y la iconografía que poblaba el paisaje urbano casi ha desaparecido

La China de hoy, 30 años después de la muerte de Mao, es igual pero distinta al país que el Gran Timonel modeló desde la década del veinte hasta su muerte en 1976. Las reformas económicas han diluido el fanatismo ideológico, borrado el culto a la personalidad, la economía planificada, para entronizar al mercado, las granjas colectivas, la política de masas, la tensión con los Estados Unidos, el imperialismo (tigre de papel), las ansias de revolución permanente, la exportación del “modelo” revolucionario al Tercer Mundo (África, Asia y América Latina) y la política centrada en un solo hombre. En este tiempo, la apertura económica gracias al capitalismo imperante, ubica a China como la cuarta economía mundial, la dialética relación con el mundo ha virado hacia la cooperación política y económica, el liderazgo colectivo subsume cualquier intención de liderazgo carismático, las masas han dado lugar a una categoría mas seductora: millones de consumidores, el diálogo estratégico se impone con Estados Unidos, las empresas estatales han sido reconvertidas y deben competir con firmas multinacionales en la producción de bajo costo o alta tecnología, y la ideología como instrumento de movilización social es un recuerdo lejano, vasalla del pragmatismo orientado a la obtención de rápidas ganancias.

En casi tres décadas es evidente la des maoización de la política y la economía. Los textos de Mao y la iconografía que poblaba el paisaje urbano casi ha desaparecido, los campesinos beneficiados por la revolución han pasado a la historia y los textos otrora sagrados son parte de la amplia oferta de souvenirs que rescatan su imagen en llaveros, pañuelos, retratos y fotos ofrecidas a millones de turistas. Así, China es distinta. Sin embargo, la disparidad de ingresos entre sectores urbanos y rurales, la corrupción rampante en el Partido Comunista que el actual presidente (Hu Jintao) intenta combatir, la creciente brecha de ingresos entre la población más rica y los menos beneficiados, parecen asemejar el paisaje de la China Imperial que Mao combatió y sobre la que edificó su proyecto político. Su legado como constructor de la Nueva China es innegable, sus errores también. Ayer aspiraba estar por sobre la historia, hoy es parte de ella en una China distinta, pero igual. Acaso las contradicciones vigentes, ¿preludian el surgimiento de un nuevo Mao en el futuro?


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(*) Investigador del Conicet.