“Los hermanos sean unidos porque esa es la ley primera. Tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea”. La frase, inmortalizada por la pluma de José Hernández, fue el mensaje elegido por China para las cajas con insumos sanitarios que envió a la Argentina. La “diplomacia del barbijo” llegaba a la Argentina, mientras que la “diplomacia de la escopeta” atronaba en Brasil, advirtiendo a Jair Bolsonaro sobre los riesgos de atacar al gigante asiático. El coronavirus exacerbó y multiplicó la presencia global de China, que, por un lado, despliega una sofisticada estrategia de poder blando mediante el reparto de ayuda humanitaria y, por el otro, castiga a los que osan cuestionarlo.
La agencia oficial Xinhua y el diario Global Times publicaron hoy un mensaje del presidente Xi Jinping a Alberto Fernández, en el que promete seguir compartiendo la experiencia de su país en el combate al Covid-19 y ofreciendo asistencia humanitaria. “Gracias por su solidaridad. Nadie se salva solo”, respondió el canciller Felipe Solá en su cuenta de Twitter.
Esa calidez con la Casa Rosada contrastó notablemente con la dura reacción en Brasil contra el Palacio del Planalto. El diputado Eduardo Bolsonaro, hijo del presidente, y el ministro de Educación, Abraham Weintraub, habían calificado al SARS-CoV-2 como un “virus chino”, lo que generó la reacción de los diplomáticos asiáticos. “China manifiesta su fuerte indignación y repudio”, sostuvo en un comunicado la embajada en ese país. En un artículo publicado en O Globo, el cónsul en Río de Janeiro, Li Yang, fue aún más allá: llamó “ignorante” al hijo del presidente y sugirió que había sido víctima de “un lavado de cerebro” de los Estados Unidos.
"Los hermanos sean unidos": donaciones acercan a China y Argentina ante el coronavirus
La diplomacia del barbijo busca proyectar una imagen positiva de China en el orden internacional. “La ayuda humanitaria supuestamente es “apolítica”. En realidad, no lo es, porque busca algún rédito, algún beneficio que tiene que ver con mostrarse como un país responsable y solidario frente a la pandemia”, explicó a PERFIL Bernabé Malacalza, investigador del Conicet y profesor de la Universidad Nacional de Quilmes.
La disputa con Estados Unidos ya no sólo es geopolítica, tecnológica o económica, sino también narrativa. ¿Cuál de las dos potencias es culpable por el estallido del brote? ¿Cuál logra lidiar mejor con él y asiste a otros países, incrementando así su prestigio y la percepción positiva de su país? China ocupa el vacío dejado por la Casa Blanca en la región, ofreciéndose como proveedor de insumos sanitarios y ayuda humanitaria.
Los humanos en cuarentena y los animales en las calles en plena pandemia de coronavirus
La contracara de esa política son las enérgicas reacciones frente a las agresiones y críticas que recibe en distintos países. La diplomacia china parece haber salido de la oscuridad de los intramuros de sus embajadas y, ahora, tiene una presencia activa en los todos los foros públicos y privados: desde Twitter a los diarios tradicionales, y desde los think tanks a los estudios de televisión. Allí, defiende los intereses de su país con el mismo ahínco con el que ataca a sus adversarios. “Si algún país insiste en ser enemigo de China, ¡nosotros seremos su enemigo más cualificado!”, aseveró Li en el texto que le dedicó a Eduardo Bolsonaro.
Brasil parece ser un ejemplo para la región del riesgo que implica enfrentar a la superpotencia asiática. ¿Es una exageración bautizarla “diplomacia de la escopeta”? No para Gui Congyou, embajador chino en Suecia, que ganó notoriedad en Estocolmo con sus explosivas declaraciones, por las que el gobierno escandinavo lo llamó más de cuarenta veces a consultas a su Cancillería. La más fuerte de todas la dijo en noviembre pasado, antes de la pandemia, pero ilustra a la perfección el giro de una diplomacia que levanta cada vez más el perfil: “Para nuestros amigos tenemos vino exquisito, pero para nuestros enemigos tenemos escopetas”.