Rusia y China han decidido profundizar la alianza estratégica que los une para enfrentar el desafío -y las sanciones- que plantea la administración Biden, decidida a “regresar a Asia”, luego del aislamiento impulsado por Donald Trump, y de romper lanzas con Vladimir Putin, a quien el presidente estadounidense llamó “asesino”, y su antecesor “un líder absoluto”.
Moscú y Beijing rechazaron hoy la presión de Washington y pretenden colaborar contra las sanciones "ilegítimas" impuestas por Estados Unidos y sus aliados contra funcionarios chinos por violaciones de los derechos humanos en Xinjiang, medidas que calificaron como “tácticas destructivas” de la Guerra Fría.
“La alianza no es algo novedoso, recuerda Patricio Giusto, director del Observatorio Sino-Argentino. China tiene con Rusia el máximo nivel de asociación estratégica, que incluye la mutua defensa. Es un vínculo muy serio, previo a la administración Biden”.
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Para el especialista en política rusa Andrés Serbin, la alianza entre ambos países “se ha ido profundizando, sin llegar a ser una alianza militar. Algunos la califican de ‘eje de conveniencia’ y otros de ‘condominio eurasiático’, tándem o entente”.
El lunes, en un movimiento concertado, Estados Unidos, la Unión Europea, Gran Bretaña y Canadá anunciaron sanciones contra funcionarios chinos. En el caso de Bruselas, son las primeras desde 1989.
En Guilin, Guangxi, los respectivos ministros de Relaciones Exteriores, Wang Yi y Sergei Lavrov, coincidieron en la naturaleza unilateral de la decisión que, aseguraron, no se basa en el derecho internacional.
"Hemos notado la naturaleza destructiva de las intenciones de Estados Unidos de socavar la arquitectura legal internacional centrada en la ONU, confiando en alianzas político-militares de la era de la Guerra Fría y creando nuevas alianzas cerradas en la misma línea", dijo Lavrov en la conferencia de prensa conjunta.
"Rechazamos los juegos geopolíticos de suma cero y rechazamos las ilegítimas sanciones unilaterales a las que nuestros colegas occidentales están recurriendo cada vez más", agregó.
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Ambas partes, en su declaración conjunta, también reiteraron su firme oposición "a la politización y el uso de las cuestiones de derechos humanos para interferir en los asuntos internos de otros países", basándose, entre otras cosas, en un doble estándar.
Como siempre, tanto Moscú como Beijing evitaron entrar en la naturaleza de las acusaciones de violaciones a los derechos humanos, amparándose en el principio de la no injerencia.
"Es inaceptable interferir en los asuntos internos de naciones soberanas con el pretexto de promover la democracia", subraya la declaración conjunta.
Además, los cancilleres exhortaron a celebrar una cumbre de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, "en un período de turbulencia política" en que las relaciones con el Occidente son cada vez más tensas, para “establecer un diálogo directo sobre las formas de resolver los problemas comunes de la humanidad en aras de mantener la estabilidad global".
Ese es uno de los aspectos novedosos de este renovado entendimiento entre ambos países. “Es un paso más de consolidación de esta alianza para combatir juntos en el plano multilateral. Para hacer causa común en los distintos organismos de la ONU y otros foros internacionales”, explica Giusto.
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El objetivo no se limita a “resistir” a las sanciones. “Hay grandes intereses compartidos, tanto militares como económicos, en Asia Central”, agrega el profesor de la UCA. “Parte de la convergencia estratégica es que son economías complementarias, aunque asimétricas, que han logrado construir conjuntamente un entramado institucional en Eurasia con exclusión de Washington”, coincide Serbin.
Tanto en Moscú como en Beijing hay, entonces, una preocupación compartida ante la decisión de Biden de “volver a Asia”, como reflejó la primera gira del secretario de Estado, Antony Blinken, que visitó Seúl y Tokio antes del encuentro bilateral con una delegación china en Alaska, la semana pasada.
“Es un mensaje claro contra China. Pero es un reacomodamiento que también la preocupa a Rusia, que no quiere mayor presencia de Estados Unidos en la región, agrega Giusto.
En tanto, el viceministro del Exterior chino, Qin Gang, convocó a la embajadora británica en Beijing, Caroline Wilson, para expresar y pronunciar "una protesta solemne" a raíz de las sanciones decididas por Londres contra las "supuestas violaciones de los derechos humanos en Xinjiang", La determinación del gobierno chino de proteger la soberanía, la seguridad y los intereses de desarrollo del país "es inquebrantable", se lee en una nota de la cancillería, en la que se asegura que "las respuestas necesarias y legítimas se darán a la parte británica".
Por su parte, Francia convocó al embajador chino, pero este rechazó la convocatoria por "por problemas de agenda", dijo el secretario de Estado francés para Asuntos Europeos, Clément Beaune, quien reconstruyó el incidente.
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"Problemas con la agenda, dijo, no creo demasiado, no puede funcionar así. Ni Francia ni Europa son felpudos. Cuando te convocan, cuando eres embajador, vas a una convocatoria del ministerio del Exterior", sostuvo y dijo esperar que la reunión sea honrada "lo antes posible".
En tanto, el canciller ruso Lavrov Sergei Lavrov, dijo hoy que Rusia ya no tiene relaciones con la Unión Europea. "Ya no existen relaciones como organización. Toda la estructura de estas relaciones fue destruida por decisiones unilaterales de Bruselas", sostuvo Lavrov.
Cuando Bruselas considere posible "eliminar esta anomalía, entonces la Federación de Rusia estará dispuesta (a retomar el vínculo, ndr) sobre la base de la igualdad y el equilibrio de intereses", agregó Lavrov, en una conferencia de prensa conjunta con su par chino Wang Yi, al final del encuentro de dos días celebrado en Guilin.
Bajo la creciente presión de Estados Unidos, China y Rusia experimentaron un proceso de acercamiento en los últimos años, también cimentado por acuerdos sobre comercio, infraestructura e inversiones.
Todos estos factores, y las sanciones, están acercando a China y Rusia más que nunca en su historia, “algo que horrorizaría a Henry Kissinger, que en su momento diseñó el acercamiento con Beijing para contener a Moscú”, considera Giusto.
“Las dos ‘cabezas del mal’, desde esta visión, se acercan ahora para enfrentar a un Estados Unidos que, para colmo, está más débil en términos relativos que nunca en las últimas décadas”, concluye el profesor de la UCA.