El presidente Barack Obama llegará esta tarde a Cuba, en una gira que también lo llevará a la Argentina y confirmará el giro de la política exterior norteamericana hacia América Latina. Obama buscará “resetear” las relaciones con la región, una política que no le implica costos a nivel doméstico y que, al igual que las negociaciones nucleares con Irán, marcará su legado en la Casa Blanca. Además, intentará que Estados Unidos vuelvan a ganar terreno en el hemisferio, su tradicional “patio trasero”, tras una década y media de aislamiento y del desembarco de China, con millonarias inversiones, obras públicas y alianzas políticas con el eje bolivariano.
Pero no todas son buenas intenciones y diplomacia blanda. En la gira, Washington impulsará su interés nacional, enfocado en un mercado cubano que comienza a abrirse al mundo y en una Argentina que vuelve poco a poco a los mercados financieros internacionales. “En su último año en la Casa Blanca, es cierto que el presidente Obama demuestra un poco más de audacia en todas sus políticas, y su diplomacia en América Latina no es una excepción. Pero no deberíamos interpretar su viaje solamente como cooperación. Los Estados Unidos, como siempre, buscan su interés propio en la región”, explicó a PERFIL Alan McPherson, profesor de la Universidad de Oklahoma. “En Cuba, desean mejorar su reputación en todo el continente y aumentar su comercio exterior. En Argentina, quiere curar las heridas vinculadas al kirchnerismo y señalar a sus inversores que el país está de nuevo “open for business”, agregó el académico.
Las áreas en las que podrían cooperar, según reveló este jueves Susan Rice, asesora de Seguridad Nacional de Obama, son la lucha contra el narcotráfico, el cambio climático y las energías alternativas e intercambios educativos. “Nuestro hemisferio está en un momento de transformaciones”, anunció la funcionaria en una charla en el Adrienne Arsht Latin America Center.
Obama será el primer mandatario de Estados Unidos en pisar La Habana desde 1928. Además, terminará con casi dos décadas de ausencias de visitas de Estado a Buenos Aires, en momentos en que aún Argentina está negociando con los fondos buitre. Con la aceitada relación con los integrantes de la Alianza del Pacífico, su histórico vínculo con Canadá y su acercamiento a Cuba y Argentina, la Casa Blanca aspira a liderar nuevamente un hemisferio que siempre miró con recelo sus iniciativas regionales.