INTERNACIONAL
De cara a las elecciones

El hambre y endeudamiento de los brasileños: una muralla para Bolsonaro

Pese a que bajó la inflación en Brasil, los aumentos en salud, educación y ropa dificultan la intención del voto de Jair Bolsonaro que aspira a su reelección.

Jair Bolsonaro convirtió el bicentenario de Brasil en un acto político
Jair Bolsonaro convirtió el bicentenario de Brasil en un acto político | Télam

Endeudamiento, inseguridad alimentaria, salarios fijos desde hace varios años y fuerte inflación de alimentos: son los tres factores que ponen una barrera esencial al crecimiento de las intenciones de voto de Jair Bolsonaro en las encuestas. Aunque el presidente brasileño conserve las chances de su reelección, estas disminuyen a medida que se aproxima la fecha de los comicios. Los datos son contundentes: 38% de las personas ocupadas ganan hasta un salario mínimo o menos (1.212 reales) y eso repercute en los 62 millones de brasileños que sufren las consecuencias de refecciones insuficientes.

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La proporción de familias a las que falta dinero para completar sus provisiones diarias trepó de 17% en 2014 a 36% en 2021. Otros datos corroboran la situación que afecta no sólo a los más pobres y vulnerables sino incluso a familias de clase media baja. La encuesta de Endeudamiento del Consumidor (Peic), que divulga habitualmente la Confederación Nacional de Comercio de Bienes y Servicios reveló que 8 de cada 10 brasileños no pudieron pagar sus deudas en julio último.

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Pero esa realidad de los sectores más vulnerables, que constituyen la mitad del electorado, no impidió a Bolsonaro y sus seguidores, celebrar públicamente una nueva caída del índice de precios al consumidor. La inflación, en agosto, disminuyó 0,36% y fue el segundo retroceso (en julio resultó: -0,68%). Pero tal como señalaron los especialistas, la deflación obedeció única y exclusivamente a los precios de los combustibles. Pero el beneficio de esa “mejora,  como reivindicó el jefe de Estado esta semana en sus discursos por los 200 años de Independencia del país, apenas fue percibida por aquellos que están en los estamentos acomodados de las clases medias (que perciben ingresos de 2.000 dólares o más).

Los sectores con mayores alzas, según las estadísticas, fueron: supermercados, indumentaria, salud y educación

Para los demás, que son la inmensa mayoría del país, la deflación pasó sin pena ni gloria. Geraldo Alckmin, candidato a vicepresidente de Lula da Silva, fue contundente: “La inflación anualizada (que hoy es de 9%) no es neutra. Perjudica a los más pobres”. Según el economista de la Fundación Getulio Vargas, Andre Braz, esto tiene un reflejo directo en el consumo de la sociedad: las familias de ingresos más altos vuelven a contratar servicios y comer fuera de la casa. Los de clase media baja y los más pobres deben utilizar el escaso dinero que les entra exclusivamente para comprar alimentos. El aumento de precios de servicios básicos y alimentación llega, para estos sectores a 16,19%. Para el economista jefe de una consultora, Reinaldo Cafeo, eso explica por qué “los brasileños le dan prioridad a una mejor cesta de productos para la mesa, antes que a eliminar sus deudas”.

Los sectores con mayores alzas, según las estadísticas, fueron: supermercados, indumentaria, salud y educación.

Nada de esto parece conmover a Bolsonaro. Sus discursos del 7 de septiembre revelan esa insensibilidad:  “Cuando todo parecía que estaba perdido para el mundo, he aquí que Brasil resurge como una economía pujante, con la gasolina más barata del mundo y con los mayores programas sociales”. A esto le añadió: “Tenemos un récord de generación de empleo, con inflación que cae y un pueblo maravilloso que entiende a dónde su país podrá llegar”. Olvidó decir, sin embargo, que la ocupación aumentó a expensas de la informalidad, lo que implicó una reducción significativa del salario percibido por los trabajadores.

*Autora de Brasil 7 días. Desde San Pablo, Brasil.