El kirchnerismo tiene el “núcleo duro” de votantes más pequeño entre los gobiernos de Latinoamérica que considera afines. En las recientes elecciones presidenciales de Brasil, Uruguay y Bolivia, los oficialismos de esos países obtuvieron más del 40% de los sufragios en primera vuelta. En Venezuela, Ecuador y Nicaragua, las fuerzas gobernantes también superan ese nivel de apoyo. En la Argentina, en cambio, el techo de votos puros K se estima cercano al 30%.
Esta diferencia no puede explicarse por un mayor “desgaste” del kirchnerismo por el tiempo que lleva en el poder, ya que los gobiernos de sus aliados regionales también comenzarán o ya comenzaron sus terceros o cuartos mandatos. Dilma Rousseff fue reelecta para un cuarto período del Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil. Tabaré Vázquez será el tercer presidente consecutivo del Frente Amplio en Uruguay. Evo Morales logró su re-reelección en Bolivia. El chavismo lleva casi dieciséis años en el poder
en Venezuela. Rafael Correa fue tres veces electo presidente. Y Daniel Ortega es amplio favorito para su re-re en los comicios de 2016 en Nicaragua.
Tampoco se puede decir que el caudal de votos de esas fuerzas políticas sea producto de apoyos circunstanciales. Siempre hablando de la primera vuelta, el PT obtuvo más del 40% en las últimas cuatro elecciones presidenciales que disputó. El Frente Amplio siempre estuvo cerca del 50%. Evo Morales osciló alrededor del 60%. En las cinco presidenciales en las que compitió, el chavismo nunca bajó del 50%. Correa y Ortega llegaron al Ejecutivo con resultados menos abultados, pero a partir de sus primeras reelecciones siempre fueron mayoría.
La evolución del kirchnerismo en los comicios presidenciales fue similar a la de los mandatarios ecuatoriano y nicaragüense: magra (aunque suficiente) performance en el debut en las urnas en 2003, y consolidación con más del 40 o el 50% en 2007 y 2011. Sin embargo, en las legislativas de 2013, el Frente para la Victoria sacó el 33% de los votos. Todas las encuestas –incluso las más favorables al kirchnerismo– coinciden hoy en que Daniel Scioli, el candidato kirchnerista mejor posicionado, no superaría ese porcentaje en la primera vuelta de 2015.
¿Cómo se explica esta diferencia entre el oficialismo argentino y otros gobiernos aliados de la región, que ni siquiera atravesaron ciclos económicos demasiado diferentes? En parte tiene que ver con el hecho de que la principal figura del espacio político, Cristina Kirchmer, aún no entró de lleno en la carrera hacia 2015. “Que el kirchnerismo pase o no el 40% dependerá de cuánto se involucre Cristina en la construcción de un candidato –dijo a PERFIL Artemio López, director de la consultora Equis–. Un cristinista puro tendría mucha más potencialidad que un candidato del ‘cambio moderado’ como Scioli, ya que recibiría el caudal electoral de la principal figura del kirchnerismo, que es justamente CFK”.
Hay otro factor: en la Argentina, la fuerza política mayoritaria, el peronismo, tiene dos vertientes diferenciadas, cosa que no ocurre con el PT, el Frente Amplio el chavismo u otras fuerzas regionales.