La jornada del último jueves fue para Jair Bolsonaro el equivalente de un “martes 13”. En un último trámite judicial la Corte Suprema confirmó al anochecer que el ex presidente Lula da Silva está habilitado para ser candidato en las presidenciales de 2022. Y se concretó, también por una decisión de la justicia brasileña, el montaje de la Comisión Parlamentaria de Investigación de las acciones del gobierno federal desde que comenzó la pandemia. Por si no bastara, el presidente brasileño tuvo que “soportar” el miércoles, el lucimiento de Alberto Fernández y sus ministros en la reunión con Juan González, director del Departamento del Hemisferio Occidental, del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos. El representante de Joe Biden para la región decidió saltearse Brasilia en su primer viaje por Sudamérica.
El jefe de Estado brasileño acusó recibo del desplante solapado. Y hoy le envió al presidente Joe Biden una carta especial donde le promete realizar acciones que eviten la destrucción sistemática del Amazonas. Sólo que coloca la meta de fin de la deforestación recién para 2030. Escrita en primera persona, como para darle un tono más íntimo, la misiva tiene más de 7 páginas; y en ella presenta datos sobre la gestión de medio ambiente que pondrían a Brasil entre los grandes preservadores ambientales y climáticos. Afirma que su gobierno ha puesto el énfasis en la preservación de la selva amazónica, y muestra evidencias de reducción en las emisiones de gases de efecto estufa. Bolsonaro no se refirió a la catástrofe de los incendios que devoraron la selva tropical en 2019, a menos de un año de asumir el gobierno. Tampoco habló de la apropiación de grandes parcelas selváticas por unos pocos brasileños, que desmontaron miles de hectáreas arboladas para criar ganado bovino.
Es más, a modo de corolario, la carta señala que “Brasil debe ser justamente remunerado por los servicios ambientales que sus ciudadanos le han prestado al planeta”. Y concluye que “si, como creo, su administración desea asociarse al objetivo tan ambicioso de desforestación cero en 2030, apreciaría mucho que se involucre personalmente en esta causa”.
La nota de Bolsonaro a Biden, seguramente redactada con la participación de sus principales ministros, es de hecho una toma de posición antes de la Cumbre del Clima, convocada por el jefe de la Casa Blanca para el 21 de abril. Alberto Fernández también fue invitado. El embajador norteamericano en Brasil insistió, en una reunión virtual del 11 de abril con el mundo diplomático y empresarial del país, que esa cumbre de líderes por el clima es la “última oportunidad” del gobierno brasileño de recuperar la confianza de la actual administración estadounidense.
Chivos expiatorios
Acosado por la intensidad de la pandemia en Brasil, que hoy volvió a cobrar 3.700 víctimas fatales, y sin la relación aceitada que solía mantener con las Fuerzas Armadas de su país, aquellas que lo ayudaron a elegirse en octubre de 2018, el presidente brasileño busca todos los días un “chivo expiatorio” en quién descargar su ira.
Este jueves fue el turno de los gobernadores de su país a quiénes calificó de “mezquinos”. Dijo que “le pido a Dios que volvamos a la normalidad lo antes posible. Solo así Brasil podrá caminar sobre sus piernas y volver a ser aquel país soñado que éramos, antes del estallido de la pandemia. Pero hay otra pandemia más grave que es la mezquindad de los gobernadores” de los estados brasileños (27 en total). Luego aclaró de qué se trataba su crítica: “Con la política de cerrar todo, las ciudades sufren un gran golpe”.
Como ha hecho hasta ahora, no evitó cuestionar al gobernador de San Pablo, a quién ve como un “enemigo” acérrimo. A Joao Doria le endilgó someter a los paulistas a una situación “en que hay cómo vivir sin empleo y sin economía. A los mediocres les falta esa visión. San Pablo es un estado que está sufriendo mucho con esto por la falta de coraje, de determinación y de políticos que piensen en un todo”.
La explosión de la pandemia y sus consecuencias económicas, y la falta de apoyo de los efectivos militares en actividad, son todos factores que pueden poner en jaque los deseos de Bolsonaro de reelegirse para el período 2023-2026
Lo cierto es que Brasil vive hoy una crisis política permanente. Hace apenas 15 días, los comandantes de las Fuerzas Armadas confrontaron en bloque al presidente brasileño, cuando decidieron renunciar por oponerse al “uso” de los uniformados como bastión del proyecto político bolsonarista. Sencillamente le dijeron “no” a los reclamos del gobierno para que generales, almirantes y brigadieres, presionaran a la Corte Suprema brasileña para mantener al ex presidente Lula sin derechos políticos. El general Fernando Azevedo e Silva, ex ministro de Defensa, no quiso entrar en ese juego. Declaró al salir: “Logré preservar a las Fuerzas Armadas como instituciones del Estado”; es decir, no al servicio de pretensos intereses electorales.
La explosión de la pandemia y sus consecuencias económicas, y la falta de apoyo de los efectivos militares en actividad, son todos factores que pueden poner en jaque los deseos de Bolsonaro de reelegirse para el período 2023-2026. Pero difícilmente involucren una toma de decisiones del Congreso y del Supremo Tribuna Federal, para que prospere alguno de los más de 80 pedidos de impeachment presentados en el Parlamento.
*Autora de Brasil 7 días. Desde San Pablo, Brasil.