El ministro Gerardo Werthein encabeza la delegación argentina encargada de ultimar los detalles para un acuerdo comercial con Estados Unidos con base en aranceles recíprocos. El momento coincide con un desafío por partida doble: a nivel local, con la búsqueda intensa del gobierno de Javier Milei para robustecer las reservas del BCRA; y a nivel internacional, en función de la "ventaja" que supone el alineamiento con el presidente estadounidense Donald Trump, quien retomó su política de garrote arancelario tras la tregua que siguió a los anuncios del Liberation Day.
Auspiciada por el embajador argentino en Washington, Alec Oxenford, la delegación argentina se reunió con los técnicos de la Oficina del Representante Comercial de los Estados Unidos (USTR) para avanzar en la negociación de un acuerdo arancelario. De manera inédita, Argentina, cuya economía compite con la estadounidense, mantiene una posición favorable en comparación con otros países competidores en el mercado de commodities. Entre ellos Brasil, que no solo enfrenta tasas arancelarias más altas sino que está actualmente aturdido por la última maniobra de Trump, quien anunció un aumento discrecional del 50% de aranceles a las importaciones brasileñas a modo de "castigo" por el proceso judicial contra el expresidente y rival de Lula da Silva, Jair Bolsonaro.
En tanto, con un promedio de casi 7% de aranceles, Argentina parece tener una ventaja en la negociación cuya última palabra tendrá el impredecible presidente estadounidense- mientras busca lograr una lista de productos que queden libres de aranceles, con la excepción del aluminio y del acero, dos ejes de la política arancelaria trumpista que no discriminan afinidades ideológicas. Este acuerdo sería un avance importante, dado que estos productos representan cerca del 80% de las exportaciones argentinas hacia Estados Unidos. A pesar de esa dificultad, el objetivo de la delegación argentina es lograr un acuerdo técnico que pueda ser elevado rápidamente a la Casa Blanca para la consideración final de Trump.
En este escenario, Luis Kreckler -que ejerció de vicecanciller pese a su puesto formal como cónsul en Brasil- y el canciller Gerardo Werthein trabajan arduamente para cerrar un acuerdo que pueda ser considerado favorable para Argentina. Aunque la Casa Rosada es cauta, no está confirmado si el acuerdo podría cerrarse esta semana, en función de ciertas "trabas" que los negociadores no han logrado despejar.
En Washington impera el hermetismo al respecto. El trato hacia el gobierno de Milei contrasta con el que recibe el del brasileño Lula da Silva, luego de que, en paralelo, la USTR aprobara una investigación el pasado martes para "determinar si los actos, políticas y prácticas del Gobierno de Brasil relacionados con el comercio digital y los servicios de pago electrónico; aranceles preferenciales injustos; interferencia anticorrupción; protección de la propiedad intelectual; acceso al mercado de etanol; y deforestación ilegal son irrazonables o discriminatorios y obstaculizan o restringen el comercio estadounidense"-
¿Qué está en Juego para Argentina?
El canciller argentino, Gerardo Werthein, ha intensificado en los últimos meses su acercamiento a Estados Unidos, consolidando relaciones clave con figuras prominentes del gobierno de Donald Trump. El 1 de abril, Werthein se reunió en Washington con su homólogo estadounidense, el secretario de estado Marco Rubio. Más tarde, el 26 de junio, durante la Cumbre de la OEA, el canciller argentino sostuvo un encuentro con Howard Lutnick, secretario de Comercio de Estados Unidos, para dialogar sobre cuestiones económicas y comerciales. Esta serie de encuentros se suma a la visita previa de Scott Bessent, secretario del Tesoro de Estados Unidos, a Buenos Aires, un gesto que refleja la importancia de la relación bilateral en este período.
Un acuerdo positivo no solo se vería como un triunfo para el gobierno de Milei, sino que podría tener implicaciones mucho más amplias para la economía argentina. Además de la eliminación de los aranceles para productos clave, el acuerdo también podría abrir nuevas puertas para otros sectores estratégicos, como la industria del biodiesel, que aún espera la reapertura de su acceso al mercado estadounidense.
Pero más allá de los beneficios económicos inmediatos, la firma de un acuerdo de comercio con Estados Unidos podría posicionar a Argentina en una posición favorable dentro del desmadre arancelario que ordenó el republicano poco después de asumir su segundo mandato.
Mientras la negociación con Estados Unidos avanza, Milei también se enfoca en la agenda interna del país. Tres temas dominan la escena: la eliminación definitiva de los derechos de exportación, la revisión del rol del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) y la eliminación de la barrera sanitaria en la Patagonia. A esto se suma el desembolso del préstamo acordado BID por 10.000 millones de dólares en abril, que quedará sujeto a la evaluación del organismo respecto al cumplimiento del programa. Parte de los compromisos que Milei deberá asumir son las reformas para disminuir el gasto, liberalizar la economía, reducir la pobreza y mejorar el sistema de salud. Pero, además, deberá responder por otros temas escabrosos para el gobierno: el aumento de la indigencia y la falta de apoyo en el Congreso que quedó condicionada con la última votación en el Senado.
La negociación con Estados Unidos, sin embargo, sigue siendo un tema central. Con los tiempos políticos de Trump siempre impredecibles, el gobierno argentino mantiene un perfil bajo, a la espera de que los detalles finales de la negociación se cierren, mientras ajustan su propia estrategia a nivel local para cumplir con las exigencias de los prestamistas internacionales.
CD