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Israel-Emiratos: un acuerdo que revela el pragmatismo que domina Medio Oriente

Se trata del tercer acuerdo israelí con un país árabe, primero con uno no vecino. Busca fortalecer un bloque regional contra Irán y Turquía, y aísla aún más a los palestinos.

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Protagonistas. Benyamin Netanyahu, el presidente norteamericano y el príncipe emiratí Mohammad Bin Zayed. | cedoc / afp

El histórico acuerdo anunciado el jueves por Israel y Emiratos Árabes Unidos (EAU) puede ser entendido, como todos los de su tipo, a la luz del interés doméstico de sus firmantes y del contexto de una región siempre dinámica y con varios actores de intereses contrapuestos. 

Para el gobierno de Benyamin Netanyahu, el acuerdo es un paso hacia la paz de Israel con sus vecinos y un eventual refuerzo de su alianza de gobierno; para el príncipe emiratí Mohammad bin Zayed es un compromiso para suspender la anexión israelí de tierras en Cisjordania ocupada y una posibilidad de mejorar la imagen internacional del emirato y para Donald Trump, mediador, es un fruto de su genio y tesón, para exhibir en plena campaña electoral. 

“Deberían llamarlo ‘Acuerdo Donald J. Trump’”, dijo el presidente norteamericano, fiel a su estilo, al comentar el entendimiento. 

Para el analista israelí David Horovitz, el acuerdo es, en principio, positivo: “refuerza los lazos con los actuales socios de paz de Israel, Egipto y Jordania, es un golpe a los enemigos de Israel, liderados por Irán, y pospone la contraproducente promesa de Netanyahu de la anexión unilateral de Cisjordania”. 

¿Sorpresa? Pese a que el acuerdo parezca sorpresivo, no lo es tanto. “En realidad es un sinceramiento, no un cambio sustancial en la relación entre ambos países. No era un secreto para nadie los vínculos entre Israel y Emiratos”, dice a PERFIL el profesor Paulo Botta, quien dirige el Programa Ejecutivo en Medio Oriente de la UCA, y que recuerda que poco tiempo atrás Netanyahu visitó Omán. 

“Aunque el acontecimiento es sorpresivo, cuando se lo mira en perspectiva, es razonable. En general, los Emiratos Árabes Unidos han perseguido una política exterior cada vez más autónoma, por lo menos en el último lustro”, sostiene el investigador Said Chaya, coordinador del Núcleo de Estudios de Medio Oriente de la Universidad Austral,

El pacto para normalizar relaciones diplomáticas con los Emiratos es el tercero de Israel con sus vecinos árabes, luego del tratado de paz de 1979 con Egipto y el acuerdo con Jordania, en 1994, y primero con un país con el que no comparte fronteras. 

El frente interno. La mayoría de los analistas consideran que el acuerdo tiene ventajas internas importantes para sus impulsores. “Esto le permite a Trump mostrar un éxito de política exterior a menos de tres meses de las elecciones”, explica Botta, “y es algo positivo para la alianza de gobierno de Netanyahu, que costó formarla y mantenerla”.

Chaya cree que el pacto es para Netanyahu una victoria política trascendente “que le permitirá atravesar con más calma las rivalidades internas en su coalición y la mediatización de sus causas judiciales”. 

“En junio, añade, hizo un guiño a los conservadores, anunciándoles que avanzaría sobre las anexiones del valle del Jordán, originalmente prometido a los palestinos. Ahora, es momento de contentar al ala un poco más moderada, demostrándole que Israel puede lograr avances en la pacificación regional por muy bajo precio, sin incluir a los palestinos directamente en la discusión”. 

La voz discordante sobre los supuestos beneficios internos del acuerdo es la de Alberto Spektorowki, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Tel Aviv. “A Trump esto lo ayuda poco. Su problema central es la economía y la pandemia”, dice el profesor a PERFIL. Y, a Netanyahu, el pacto “electoralmente no lo ayuda. Se le escapan los votos de la derecha (por suspender la anexión) y nadie del centroderecha o izquierda lo va a votar por esto”. 

Irán. Para Emiratos, explica Spektorowki, “es otra cosa. A ellos sí les conviene mostrarles a Irán que están en un bloque firme. No es que no se sabía antes, pero ahora se formaliza. Seguro Irán responderá con algún acuerdo con China y Rusia”.

“Creo que lentamente se van consolidando los bloques de la nueva guerra fría o caliente (esperemos que no). Los sunitas cada vez más se asocian con Israel. Electoralmente, y también en su relación con la Justicia, no lo ayuda”.

Botta destaca el impacto del acuerdo en la política regional, pero advierte que “no hay que pensar solo en irán, como se afirma. No se puede negar que los países del Golfo quieren fortalecer sus intereses con el estado de Israel en función de la oposición que tienen con irán, pero hay otro aspecto que también hay que considerar: la posición de Turquía.

Botta destaca que Emiratos y Turquía apoyan a facciones opuestas en Libia, y recuerda que días atrás la cancillería israelí apoyó a Grecia en su disputa por la zona económica exclusiva con Ankara. “La alianza es muy clara: Egipto, Israel, Grecia, Emiratos, y por otro lado Turquía con pocos aliados regionales”. 

“Creo que lentamente se van consolidando los bloques de la nueva guerra fría o caliente (esperemos que no). Los sunitas cada vez más se asocian con Israel”, considera Spektorowki.

Sin embargo, el profesor Chaya cree que la clave para entender hoy a Medio Oriente es el pragmatismo, alejado de posturas ideológicas, incluyendo la disputa entre sunnitas y chiítas, liderada por Arabia Saudita e Irán.

“Hoy parece ser la postura realista, pragmática, la llave que abre todas las puertas para una mejor comprensión de la región dice Chaya a PERFIL. Solo de esa manera se pueden explicar las posiciones de Emiratos Árabes e Israel, los dos principales involucrados”.  

Palestinos. “Para los palestinos, ha sido un golpe duro, aunque el acuerdo conlleve la suspensión temporal de la anexión que Israel tenía planeada en el valle del Jordán, dice el profesor Chaya.

“La bandera de la ‘causa palestina’ goza de un simbolismo de enorme trascendencia para el mundo. Ha representado por más de setenta años la lucha de un pueblo desplazado contra un rival con quien existe una infranqueable asimetría en materia económica y militar. El aparente desprecio por parte de los Emiratos da espacios a otros Estados para cuestionar esta postura”, agrega.

Además, “el acuerdo con Israel ha colocado al país en una postura discordante con otro organismo regional: la Liga Árabe, entidad que, al menos desde lo discursivo, está fuertemente comprometida con la causa palestina”, subraya Chaya. 

Desde el punto de vista de legado político esto sí es un triunfo de Netanyahu.  Paz con el mundo árabe sin tocar el asunto palestino”, concluye Spektorowki.